La peregrinación pietatis causa es la realizada con un sentido religioso; identifica el Camino como una vía de salvación y de encuentro con Dios, en la que los sacrificios, el compartir lo que se tiene con los demás y el mandamiento de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo han de estar siempre presentes.
El Códice Calixtino dice que “el camino de peregrinación es cosa muy buena, pero es estrecho. Pues estrecho es el camino que conduce al hombre a la vida: en cambio, ancho y espacioso el que conduce a la muerte. El camino de peregrinación es para los buenos; carencia de vicios, mortificación del cuerpo, aumento de las virtudes, perdón de los pecados, penitencia de los penitentes, camino de los justos, amor de los santos, fe en la resurrección y premio de los bienaventurados, alejamiento del infierno, protección de los cielos”.
Los tres símbolos fundamentales de la peregrinación a Santiago, el bordón, la escarcela y la concha de vieira expresan este espíritu. En los ritos que seguían los peregrinos antes de iniciar su viaje espiritual, el representante de la Iglesia les entregaba el bordón y la escarcela. El sermón Veneranda dies, recogido en el Liber Sancti Iacobi, lo expresa con claridad: “El báculo es la defensa del hombre contra los lobos y los perros […]. Por el perro y el lobo se designa el diablo tentador del género humano […]. El hecho de que el morral sea un saquito estrecho significa que el peregrino, confiado en el Señor, debe llevar consigo una pequeña y módica despensa. El hecho de que sea del cuero de una bestia muerta significa que el peregrino debe mortificar su carne […] con hambre y sed, con muchos ayunos, con frío y desnudez, con penalidades y trabajos. El hecho de que no tenga ataduras, sino que esté abierto por la boca siempre, significa que el peregrino […] debe estar preparado para recibir y para dar”. Las conchas de vieira son llevadas por los peregrinos como muetra del sentido de su viaje, “la especie de corazas con que el marisco se defiende, significan los preceptos de la caridad, con que quien debidamente los lleva debe defenderse, esto es: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo.”
El Calixtinus también se pregunta: “¿Qué aprovechará, amadísimos hermanos, emprender el camino de la peregrinación si no se hace debidamente?”. Y la respuesta que da es: “Debidamente, pues, se encamina al santuario de Santiago aquel que antes de emprender el viaje perdona a los que han hecho injuria, quien todos los remordimientos que le dirigen los demás o la propia conciencia, si le es posible hacerlo, los aplaca; el que de sus pastores, o de sus súbditos, o de su cónyuge […] obtiene el permiso; el que devuelve lo injustamente adquirido […]; el que, una vez emprendido el camino, da lo necesario para el cuerpo y para el alma de los peregrinos necesitados […]; el que […] huye de la embriaguez de las pendencias y de la lujuria; la misa, si no todos los días, por lo menos los domingos y días festivos la oye, ora sin interrupción y todas las adversidades las aguanta con paciencia”. Pero este texto medieval pone también como condición el propósito de la enmienda, ya que sólo cumple con el objetivo de la peregrinación “el que al regresar a su domicilio se aparta de lo ilícito y en las buenas obras persevera hasta el fin.” Este es el sentido último de la peregrinación pietatis causa, inspiradora de los anhelos de miles y miles de caminantes jacobeos desde el medievo. [JS]