Xacopediatraslación, Libro de la.

Tercer libro del Códice Calixtino en el que se expone el recorrido del Apóstol Santiago desde su muerte en Jerusalén hasta Galicia. Se trata de un milagroso viaje narrado por primera vez en la Epístola del papa León (ss. IX-X) que el Calixtinus recoge en este libro de forma más amplia, ya que es un tema esencial: era necesario justificar la existencia del sepulcro de Santiago en Compostela. Ofrecemos un resumen de sus capítulos:

Tras el martirio de Santiago, sus discípulos se apoderan del cuerpo del maestro y lo llevan a la playa, donde encuentran una nave preparada, se lanzan a remos a alta mar y en siete días llegan al puerto de Iria, en Galicia. Entonces intentan descubrir qué sitio había elegido el Señor para sepulcro del mártir. Trasladan el sagrado féretro hasta un campo de una noble viuda llamada Lupa, a cinco millas de Santiago. Esta mujer los envió a buscar al rey que vivía en Duio para contar con su permiso. Mientras unos velan el cadáver, otros llegan al palacio real, donde les tienden una emboscada de la que huyen con rapidez. Informan al rey de su fuga y este ordena perseguir a los fugitivos, que cruzan un puente sobre un río que justo se desploma al paso de los atacantes. Los discípulos regresan a casa de la mujer, para tratar de liberar de ídolos y supersticiones el lugar, además de insistir en sepultar el cuerpo. Engañados, creyendo que iban en busca de bueyes mansos situados en un monte llamado Illicino, los apostólicos varones se encuentran con un dragón que se abalanza sobre ellos echando fuego, hasta que realizan la señal de la cruz, que lo revienta por la mitad. Para arrojar de aquel monte una multitud de demonios, exorcizan agua y la esparcen por todas partes. Así, el Illicino pasa a denominarse Monte Sacro. Entonces descubrieron unos bueyes bravos que encontraron la mansedumbre ante ellos. Los portadores del santo cuerpo, colocan los yugos a los dóciles animales y entran en el palacio de la mujer, quien reconoce los admirables milagros y se convierte. Tras deshacerse de los ídolos, se construye un sepulcro donde depositan el cuerpo del Apóstol y en el mismo lugar edifican una iglesia.

Este capítulo es el que desarrolla la Epístola del papa León acerca del traslado de Santiago Apóstol, en una versión que complementa la del capítulo I.

En ella se narra que el apóstol Santiago, tras visitar las sinagogas de los judíos, fue preso en Jerusalén por el pontífice Abiatar y condenado a muerte, junto con su discípulo Josías, por orden de Herodes. Por temor a los judíos, el cuerpo fue recogido por sus seguidores que llegaron a Jafa junto a la orilla, donde apareció una nave preparada en la que navegaron hasta el puerto de Iria con gran tranquilidad de las olas del mar. Cuando desembarcaron, dejaron el cuerpo en Libredón, a ocho millas de la ciudad donde ahora se venera. Encontraron un grandísimo ídolo construido por paganos y rebuscando apareció una cripta con herramientas de canteros. Los discípulos derruyeron el ídolo y levantaron en el lugar una construcción abovedada con un sepulcro de cantería donde depositaron el cuerpo del Apóstol. Edificaron una pequeña iglesia y entonaron alabanzas al Rey de los Cielos. Los dos discípulos que permanecían velando el lugar pidieron ser enterrados al lado del cuerpo del Apóstol. Se llamaban Anastasio y Teodoro.

Se centra en resaltar las tres solemnidades de Santiago. Para ello comienza recordando que Santiago fue conducido a palacio para ser juzgado por el consejo de Herodes, luego fue llevado fuera de la ciudad al lugar del martirio, atado con sogas y degollado. Según los cálculos, padeció el martirio el 25 de marzo, el 25 de julio fue llevado desde Iria a Compostela, y fue sepultado el 30 de diciembre, porque la obra de su sepulcro duró del mes de agosto hasta diciembre. El relato continúa señalando que el famoso emperador hispano, Alfonso II ordenó celebrar entre los gallegos la festividad de la traslación y elección de Santiago el 30 de diciembre. En esta fiesta el venerable rey solía ofrecer durante la misa doce marcas de plata y otros tantos talentos de oro, en honor a los doce apóstoles, además de recompensas, y convidaba a cuantos llegaban a diversos manjares. El rey, rodeado de escuadrones de caballeros y condes, marchaba ese día en procesión alrededor de la basílica de Santiago con el ceremonial real de las fiestas. Delante de él iba el obispo de Santiago cubierto de blanca mitra y calzado con doradas sandalias, entre su atuendo pontificio, además de 72 canónigos compostelanos adornados con venerables ornatos. Seguía el pueblo devoto y coros de mujeres.

Se hace aquí una disquisición sobre lo que llama las caracolas de Santiago. Se cuenta que siempre que la melodía de la caracola de Santiago, que suelen llevar consigo los peregrinos, resuena en los oídos de las gentes, se aumenta en ellas la devoción de la fe, se rechazan lejos todas las insidias del enemigo y se suavizan los fenómenos meteorológicos. [IM]

V. translatio


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