XacopediaClenardo, Nicolás

Humanista flamenco (1493-1542) preceptor de los infantes portugueses, a los que iniciaba en latín y griego, en la corte de Joao III. En el año 1537 peregrinó a Santiago por el viejo Camino Portugués, en compañía de Fernando Colón y Juan Vaseo. Relata su viaje en epístolas a Juan Petit, arcediano de Évora. Refleja en ellas el poco servicio que le supone su dinero, ya que ni siquiera teniéndolo podía conseguir las cosas que obtenía en Francia. No obstante, Galicia no le disgustó: “Ya más de una vez se había hablado de Galicia en mi presencia, a propósito de su inmundicia y de sus sucios mesones. Sin embargo, esta provincia me agradó mucho, fueron tales las comodidades que tuve en todos los sitios, que la prefiero, sin duda, a muchas de Portugal. Viví más a gusto en Galicia que en el Miño”.

Sorprende esta optimista consideración teniendo en cuenta que, sólo cinco años antes, en 1532, otro peregrino famoso, Claude de Bronseval, que acompañaba en el Camino al abad de Clairvaux, Edme de Salieu, declaró en su Peregrinatio Hispánica haber vivido verdaderas calamidades en los albergues y fondas gallegas, y más concretamente en las del Camino Portugués -penalidades que también reflejan otros peregrinos como Münzer o Confalonieri-. Verdadero bon vivant, Clenardo apenas ofrece alguna que otra referencia toponímica o viaria de su peregrinación, pero se detiene, como si fuera un crítico gastronómico en todo lo que pudiera aliviar la larga marcha del peregrino: “[...] lo cierto es que el vino, el pan, la carne, todo aquello, en fin, que conviene a los viajeros cansados, se encuentra en Galicia mucho mejor que en Portugal. Conseguimos, pues, durante nuestra estancia allí, un vino magnífico, que no hace echar de menos a ningún otro, ni siquiera el de Évora”.

Sorprende de nuevo el humanista portugués, ya que los componentes de la lujosa comitiva del barón Leo de Rozmithal, que le había precedido en el mismo Camino Portugués setenta y seis años antes, se vieron obligados a desollar ellos mismos los escasos animales que pudieron comer. Llegados los peregrinos a Santiago, y siguiendo en su línea, siguen las comparaciones con Évora y la plena felicidad derivada de la acogedora Galicia: “En Santiago se vendía la carne de carnero por cuatro reales, carne que no se puede comparar con ninguna de Évora aunque fuese de vaca. En suma, todo nos fue felizmente, gracias a Dios”. [JAR]

V. Bronseval, Claude de / Rozmithal, Leo von


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