Topónimo compostelano relativo al lugar cedido por la mítica reina Lupa a los discípulos de Santiago para enterrar su cuerpo (s. I). Aparece en las tradiciones populares y en distintas narraciones desde el siglo XI. Es también el espacio donde aparece su sepulcro hacia los años 820-830, un cementerio de origen romano posiblemente abandonado y cubierto por maleza y arbolado. Coincidiría con el terreno conocido en la documentación de la Alta Edad Media como Locus Sancti Iacobi, en el que surgen el templo apostólico y las primeras construcciones que le prestan servicio.
Su traducción latina nos habla de un espacio libre de propietarios, un “libre don”, sostiene Abelardo Moralejo. Algunos autores han defendido un origen céltico: castro de Líber, divinidad primitiva o llwybr-dunum [castro de los caminos]. Sin embargo, Moralejo, con amplia base documental, rechaza estas vinculaciones, por su completa inexistencia en Galicia. Sea cual sea la solución, lo cierto es que Liberum Donum evolucionó, por su frecuente uso, hacia el topónimo Libredón, citado popularmente como “el bosque de Libredón”.
El principal estudioso de este enigmático topónimo y sus consecuencias, el medievalista Fernando López Alsina, señala que frente al bien documentado Locus Sancti Iacobi, Liberum Donum ha sembrado el desconcierto. Asegura que se constata por primera vez en el Cronicón Iriense, hacia el año 1080. Aparece algo más tarde -primera mitad del siglo XII- en el libro I de la Historia Compostelana, que afirma que el lugar donde apareció el sepulcro apostólico (s. IX) era llamado Liberum Donum “y ahora [s. XI] es llamado Compostela”. También en el siglo XII aparece en el libro IV del Codex Calixtinus como el punto donde los discípulos de Santiago depositan su cuerpo.
Se cita siempre, añade López Alsina, en fuentes narrativas, nunca en documentos. Se intentaría presentarlo como un topónimo muy antiguo, vigente ya en el momento de la traslación del cuerpo de Santiago a Galicia (s. I). Por este motivo, Alsina estima que nos encontraríamos ante una simple creación literaria urdida en el siglo XI con la finalidad de presentar el espacio territorial de la ciudad como un bien donado íntegra y libremente ya no por Alfonso II el Casto en el 834, como parece estar documentado, sino por una mítica matrona galaicorromana, la llamada reina Lupa, en la primera mitad del siglo I.
Para Alsina sería el reflejo de un ambiente tendente a demostrar que los derechos de Santiago y de su Iglesia sobre la ciudad compostelana eran anteriores a la voluntad de los reyes asturianos de realizar distintas donaciones territoriales tras el descubrimiento del sepulcro. Se trata, en cualquier caso, de uno de los topónimos que más han estimulado la imaginación y el mito de Santiago y sus orígenes. [MR]