Médico y escritor (?-Santiago de Compostela 1886). De fuerte carácter y de decididas convicciones religiosas tuvo dos destacadas presencias en el mundo jubilar compostelano durante su vida, relacionadas con las peregrinaciones y el redescubrimiento de los restos del apóstol Santiago en 1879.
El primer caso tiene que ver con la peregrinación que con su amigo Fernández Sánchez, también catedrático de la universidad compostelana, promovió y realizó a Roma y Jerusalén en el Jubileo universal de 1875. El resultado de aquella experiencia fue una monumental obra de casi dos mil páginas y tres tomos, en los que Freire Barreiro y Fernández Sánchez describen las peripecias y lugares del viaje, que inician en la tercera ciudad santa cristiana, la suya propia, Santiago de Compostela.
Abreviado, este es justamente el título de la obra, publicada en 1880: Santiago, Jerusalén, Roma. Diario de una peregrinación. También colaboró con José María Fernández Sánchez en la elaboración de la Guía de Santiago y sus alrededores (1885), en la que se aportan valiosos datos sobre el estado de la cuestión jacobea compostelana a finales del siglo XIX.
Sin embargo, el motivo principal por el que Freire Barreiro ha pasado a la historia jacobea es por haber sido uno de los dos catedráticos de medicina compostelanos -el otro fue Timoteo Sánchez Freire- que en 1879 certificaron, en primera instancia, que los huesos descubiertos en enero de ese año detrás del altar mayor de la catedral compostelana podrían corresponder al apóstol Santiago el Mayor y a sus discípulos Teodoro y Atanasio. Las reliquias, que se consideraban desaparecidas al menos desde el siglo XVI, habían sido buscadas y localizadas en el templo por orden del arzobispo Payá y Rico.
Freire Barreiro y Sánchez Freire separaron y ordenaron un total de setenta y ocho huesos fragmentados y múltiples partículas que identifican conforme a las técnicas forenses de la época. Llegan a la conclusión, mediante pormenorizadas explicaciones y resultados analíticos, de que pertenecen a tres varones de cierta edad y de una antigüedad que bien se podía remontar a los primeros siglos del cristianismo. Este minucioso dictamen científico fue esencial para poder solicitar al Vaticano la confirmación y autenticidad del hallazgo, hecho que se produjo al más alto nivel en 1884, mediante la bula Deus Omnipotens, lo que abrió un nuevo tiempo para las peregrinaciones compostelanas. [MR]