XacopediaJacobo III de Inglaterra

Su nombre original es James Francis Edward Stuart. Noble británico (1688- 1766). Peregrinó a Santiago de Compostela en el año 1719. Era el hijo del último rey católico inglés, Jacobo II. Fue excluido de la sucesión al trono, al que aspiraba bajo el nombre de Jacobo III de Inglaterra y VIII de Escocia. Por este motivo, recorrió gran parte de Europa solicitando la ayuda de otros monarcas para acceder al poder. Le prestaron su apoyo España y Francia, cuyo soberano -Luis XIV- lo reconoció como rey.

Al sentirse respaldado por la Corona española, peregrinó a Compostela para pedir también la protección del apóstol Santiago. Llegó a la ciudad jacobea el día 22 de junio de 1719 en compañía de miembros de la nobleza. Se tiene constancia de su viaje a través de la magna obra de Antonio López Ferreiro, sobre la historia de la Iglesia de Santiago de Compostela, que documenta la llegada de peregrinos en el siglo XVIII. La información que se guarda de su visita refleja el tipo de preparativos y actos oficiales que celebraba la Iglesia compostelana para la recepción de un personaje regio.

La estancia del rey Jacobo en Compostela se prolongó cinco días, durante los que se hospedó en el monasterio de San Martiño. Según narra López Ferreiro, recibió la visita del Cabildo al día siguiente de su llegada y los homenajes de todos los cánonigos. Con todo, el monarca no aceptó el besamanos de los eclesiásticos. López Ferreiro destaca que actuó con humildad cuando renunció a sentarse en la capilla Mayor, donde habían adecuado un lugar para él, y se decantó por el coro. Tampoco quiso música de órgano, sino que se deleitó con unos sencillos y hermosos villancicos. Visitó las santas reliquias, cuya capilla se encontraba vistosamente adornada para la ocasión, y recibió una misa especial celebrada en su honor, para implorar el divino auxilio para este príncipe perseguido, destituido de la Corona.

Jacobo III partió de Compostela siguiendo el Camino Primitivo, que lo llevó por Lugo, acompañado algunas leguas por un lujoso cortejo. Como recuerdo de esta visita jacobea, recibió un medallón de oro que alojaba una pequeña reliquia del Apóstol y un grabado pidiendo la protección de Dios para el monarca que decía así: “Et protegat te nomen Dei Jacobi”. Se dice que el rey leyó el verso vertiendo lágrimas de agradecimiento. [XIV]


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