XacopediaSantiago el Justo

Apóstol o discípulo de Jesús. El Nuevo Testamento cita un “Santiago hermano del Señor”, pero sin apenas datos complementarios que permitan su idónea identificación más allá de lo que para algunos parece su vinculación familiar con el propio Jesús. El historiador judío Flavio Josefo (Jerusalén, 37-Roma, 95) no deja lugar a dudas sobre esta relación. Lo cita como “el hermano de Jesús, llamado Cristo”. En textos posteriores se le dará el sobrenombre de el Justo, aludiendo a su carácter equilibrado y recto.

Como se señala en las entradas correspondientes a los otros tres Santiagos citados en los textos bíblicos -Zebedeo, Alfeo y el Menor- las dificultades para determinar con precisión esta personalidad a partir de la fuente más próxima y, por tanto, potencialmente más fiable -la propia Biblia- llevó a que el Santiago que nos ocupa fuese objeto de variadas teo-rías. Básicamente son tres las que siguen estando vigentes.

Desde el siglo XVI la Iglesia romana defiende una misma identidad para Santiago el hermano del Señor o el Justo, el Alfeo -citado como uno de los doce apóstoles- y el Menor, considerándolo entre los apóstoles. También se ha mantenido que el Santiago que nos ocupa sería la misma persona que el Menor, pero no que el Alfeo. Finalmente, la Iglesia oriental y algún exégeta occidental apuestan preferentemente, y desde antiguo, por un Santiago hermano del Señor o el Justo con una personalidad propia, diferenciada de todos los anteriores y que sería un discípulo de Jesús. Como veremos, en este ámbito propicio para las interpretaciones, se llegó a considerar en algún momento, pero sin mucho éxito, como propios de Santiago el Mayor determinados valores y pasajes atribuidos a este “hermano del Señor”.

El Nuevo Testamento al citar al “hermano del Señor” no ofrece pistas que permitan identificarlo como miembro directo de la familia de Jesús, ya que los judíos acostumbraban a referirse en estos términos incluso a los primos. Por tanto, la Iglesia cristiana concluye que este Santiago sería primo del hijo de Dios o como mucho -en la línea de defensa de la virginidad de María- hijo de un matrimonio anterior de San José y, por lo tanto, hermanastro de Jesús. Pero no todos los exégetas descartan la relación de hermandad, como sucede con los protestantes.

En cualquier caso, no hay un acuerdo definitivo la hora de analizar las imprecisas huellas bíblicas sobre si la relación de parentesco entre el Santiago que nos ocupa y Jesús procedía de la línea materna, a través de una hermana o hermanastra de la Virgen María, como se mantiene de manera preferente, o paterna -un hermano de San José-.

Si nos fijamos en las tres grandes teorías sobre la identidad de los Santiagos bíblicos, observamos que sólo el hermano del Señor o el Justo dispone de una pequeña fuente de datos bíblicos, ya que los otros dos nombres con los que se acostumbra a identificarlo -el apóstol Santiago Alfeo y Santiago el Menor- aparecen vacíos en este sentido sí se consideran personas distintas. Sí coinciden las tres teorías en asignar a este personaje, tras la Pasión y Muerte de Jesús -no antes-, uno de los mayores protagonismos en la naciente comunidad cristiana en Palestina.

Entre los pasajes del Nuevo Testamento que lo confirman destacan los siguientes: una vez resucitado, Jesús se le aparece sólo a él en un momento dado; por él exclusivamente pregunta San Pedro tras librarse de la persecución del rey Herodes Agripa en la que había sido decapitado Santiago Zebedeo; es él quien propone las llamadas cláusulas de Santiago para facilitar la convivencia entre los cristianos judíos y paganos, y, sobre todo, parece ser el Santiago que San Pablo cita como una de las tres “columnas de la Iglesia”, junto con San Pedro y San Juan, el hermano de Santiago el Mayor.

A estas referencias añadirán historiadores como Flavio Josefo (s. I), Egesipo (s. II), Clemente de Alejandría (150-215) y Eusebio de Cesarea (Grecia, 265-340) otros datos relevantes, aunque se desconozcan sus fuentes. Destacan su liderazgo en la primera comunidad cristiana de Jerusalén -sería el primer obispo de esta ciudad-, su santidad y su extremo afán por seguir siempre el camino que consideraba más recto. De aquí surge el sobrenombre de el Justo, que ya apunta algún historiador de los primeros tiempos del cristianismo o el propio Eusebio de Cesarea, que mantiene que solo hubo dos Santiagos, el Zebedeo y el Justo.

Estos mismos autores son los que, con ocasionales diferencias, narran su muerte a manos de los judíos contrarios a la nueva religión instigados por sacerdotes del templo hebreo de Jerusalén, desde el que sería tirado, luego lapidado y finalmente muerto a palos. Sucedería esto hacia el año 62 -así lo señala Flavio Josefo- o 66. Aún se conserva el lugar de su supuesto sepulcro, identificado habitualmente con el nombre de Santiago el Menor, en el ángulo sureste de las murallas de Jerusalén. Bien podría ser una tumba con una reliquia sin cabeza, si nos atenemos a los datos interesados que hablan del traslado de su cráneo a la Península Ibérica y a Santiago de Compostela en el siglo XII, donde actualmente se conserva, siempre con el permiso de la catedral italiana de Ancona, que también asegura disponer del dicho cráneo entre sus reliquias.

Se le ha atribuido la llamada Epístola de Santiago, incluida en el Nuevo Testamento, aunque la opinión predominante de la crítica tiende a considerarla de autor desconocido.

En 2002 se anunció el descubrimiento en Israel de una caja fúnebre datada en el año 63 d.C. en la que se leía en arameo: “Santiago, hijo de José, hermano de Jesús”. Se consideró que podía ser el osario de Santiago el Justo, aunque al año siguiente se anunció que se trataba de un inscripción falsa.

La primera y más inmediata relación entre el Santiago que nos ocupa y el de Zebedeo o el Mayor parte de la posibilidad de que pertenecieran a la misma familia. Existen indicios suficientemente sólidos como para tener en cuenta la posibilidad de que fueran primos, siendo sus respectivas madres hermanas de María. Esta vinculación explicaría en gran medida la aparente confianza y relación preferente que Jesús, según el Nuevo Testamento, mantuvo con Santiago el Mayor y el protagonismo que este Santiago, hermano del Señor logra en los momentos finales de la vida de Cristo y, sobre todo después, como guía de la comunidad cristiana de Jerusalén.

Hay otro aspecto marginal, si se quiere, pero que en algún momento de la historia jacobea afectó a los dos personajes. Nos referimos a la clara usurpación de aspectos de la personalidad del “hermano del Señor” para atribuírselos a Santiago el Mayor. Se comprueba en algún pasaje del Codex Calixtinus (s. XII).

Este texto referencial del ideario jacobeo ve como propias del apóstol enterrado en Compostela algunas cuestiones consideradas, sin discusión, como correspondientes a Santiago el Justo, sobre todo la que sitúa a este como una de las cabezas de la primera Iglesia, con San Pedro y San Juan. El Calixtinus coloca en su lugar a Santiago el Mayor. En alguna ocasión se ha confundido la personalidad de los dos en la iconografía concediendo al Justo características propias del Mayor, como sus atributos de peregrino. [MR]

V. Epístola de Santiago / Santiago Alfeo / Santiago el Menor / tres columnas, teoría de las


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