Obispo compostelano (1037-1066). De origen desconocido, sólo se documenta su linaje distinguido. Cresconio accede a su ministerio en un ambiente de enfrentamientos producidos durante el pontificado de Vistruario. Para atajar esta situación, reclutó gente, la instruyó para la guerra, adiestró capitanes y los puso al frente de las tropas. Cuando logró este primer ejército, salió al encuentro de sus enemigos, entre los que destacó el conde normando Ulfo, procedente de Dinamarca, que realizó numerosos saqueos e hizo un gran botín. Tras conseguir limpiar de enemigos su diócesis y gran parte de Galicia, decidió mantener sus defensas operativas. Ordenó derruir el castillo Honestum o Torres do Oeste, de escasa resistencia para la envergadura de los atacantes, con el objetivo de edificarlo de nuevo con materiales más sólidos y añadiéndole torres altas que dominaban el curso del Ulla. Con fuertes cadenas tendió una barrera entre ambas orillas del río para evitar el paso de naves y remató la obra con una capilla dedicada al apóstol Santiago erigida en el centro.
El creador del solar urbano de Compostela tal como llegó hasta el siglo XVI fue Cresconio, ya que el inicial era de dimensiones muy limitadas y sólo abarcaba los aledaños de la catedral. Derribó este muro para unir los núcleos eclesial y comercial, con una muralla perimetral con torres de defensa que coincidía prácticamente con la derribada a principios del siglo XIX.
La más importante tarea que afrontó fue la restauración de la disciplina eclesiástica, renovación del culto y observancia de los sagrados cánones. Celebró dos concilios en Compostela, en 1060 y 1063, que resultaron decisivos en la mejora de la vida eclesiástica, el esplendor del culto divino, la santidad del clero y la observancia de la vida monástica. En el primer concilio dispone que se establezcan escuelas en todos los monasterios y catedrales, para educar príncipes, obispos y sacerdotes, entre otros.
En el Concilio de Reims celebrado en 1049, el papa León IX pronunció excomunión contra el obispo Cresconio por utilizar el título de Episcopus Apostolicae Sedis. El título Episcopus Iriensis et Apostólice Sedis suscitó en Roma suspicacias y miedo a un posible cisma. A pesar de que surgía la idea metropolitana de la sede del Apóstol, sería Diego Gelmírez quien casi un siglo después lograría convertir ese prestigio moral en estatuto jurídico. [IM]