viaje

“Traslado que se hace de una parte a otra por aire, mar o tierra”. Con esta sencillez define el Diccionario de la lengua española (Real Academia Española, 2001) la acción de viajar. Efectivamente todo viaje es un traslado de un lugar a otro casi siempre con la intención de regresar al punto de origen con alguna novedad o cambio. No obstante, el concepto es más profundo y trascendente: el hombre es viajero en esencia [homo viator], sea cual sea su condición y tiempo de existencia. Hoy nadie duda que la pervivencia y el desarrollo humanos han sido posibles gracias en gran medida a que nuestra especie, a diferencia de las demás, decidió desplazarse de un lugar a otro de forma consciente y creativa.
El ser humano viaja por motivos puramente pragmáticos -necesidad, comercio, aventura, turismo, etc.-, pero también lo hace o puede hacerlo buscando algo vinculable al mundo interior, a la necesidad de respuestas y expectativas. Ahí está la esencia del viaje. Y este solo puede ser humano. Es el viaje transformador, casi siempre largo, esforzado, reflexivo y cambiante. Si uno es consciente de estas circunstancias y a ellas añade un componente religioso -una meta devocional- su camino se convierte en peregrinación, incluso para aquellos que solo buscan una experiencia singular. Por eso casi nadie dice que está viajando cuando marcha hacia una meta de peregrinación. Es la fuerza de este concepto, de una identidad tan acusada que por veces parece independiente del viaje. [MR]
V. homo viator / peregrinación / peregrinatio