Xacopediaárbol.

Es uno de los elementos de referencia del Camino de Santiago. Según la Ruta discurra o no por zonas arboladas así serán las sensaciones y la forma de afrontar el itinerario. El árbol forma parte de los recursos del Camino proporcionados por la naturaleza, a veces con alguna colaboración humana, como el agua o la piedra.

Quizá por esto el Codex Calixtinus (s. XII) no le presta especial atención. Sólo en el libro V alude de pasada a si alguna zona está más o menos arbolada. Le confiere, sin embargo, ciertas connotaciones divinas. Así sucede cuando, en las inmediaciones de Sahagún, recuerda a los árboles nacidos de las lanzas de los guerreros cristianos del emperador Carlomagno o cuando un peregrino en extrema necesidad acaba rendido y dormido al cobijo de un árbol y en ese escenario se le aparece el Apóstol. Al despertar encuentra como almohada un pan cocido.

En relatos posteriores no se les concede una especial relevancia a los árboles del Camino, quizá porque la convivencia con ellos era lo habitual. Estaban en el Camino y cumplían su misión. Aportaban sombra para el descanso en verano y cobijo contra la lluvia en invierno y días de lluvia. Como mucho se podían echar en falta en algunos tramos desarbolados. Pero también, llegada la ocasión, representaban una amenaza latente -robos, asaltos, misterios, espíritus desconocidos- en las zonas excesivamente boscosas prolongadas en un interminable y sombrío corredor hasta el reencuentro de nuevo de los espacios abiertos, casi siempre más seguros y menos dados a exacerbar la imaginación.

Los árboles actuales del Camino, como en el pasado, definen etapas, establecen lugares de descanso, reparan con su solitaria sombra los prolongados descampados del Camino -también necesarios e igualmente reveladores- y animan el espíritu. En muchos casos, permanecen en la memoria, aunque no todos los caminantes perciban y sientan su presencia.

Son conocidos y en algún caso ya míticos algunos árboles existentes en los caminos jacobeos de Francia y España. Ibai Molero recordaba en la revista Peregrino (1994) algunos de ellos: “¿Quién no se acuerda del chopo único de la fuente de Hospitalero? Está lo suficientemente lejos de Carrión, como para ser el monumento de nuestro recuerdo ¿o de la encina entre trigales próxima a Calzadilla de la Cueza? ¿o del roble cobijo del último descanso antes de Rabanal?” Es algo que tienen en la memoria muchos peregrinos.

Durante los procesos recientes de recuperación y mejora de los itinerarios jacobeos se han plantado gran número de árboles en el Camino, desde especies frutales a árboles destinados en exclusiva a ofrecer sombra. Alguna voz se ha escuchado en este sentido: no es tan importante plantar árboles, como garantizar la supervivencia normalizada de los existentes y dejar que el Camino genere sus propias necesidades. [MR]


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