Cardenal y arzobispo de Santiago de Compostela (Aldeadávila, Salamanca 1835-Santiago 1922). Estuvo al frente de la archidiócesis compostelana de 1889 a 1922. Es la figura esencial en el primer período del resurgimiento moderno de las peregrinaciones a Santiago.
A él se debe el nacimiento de las peregrinaciones regulares y organizadas, aprovechando el redescubrimiento de las reliquias apostólicas en 1879 y la exposición de estas de nuevo al culto en la actual cripta de la catedral desde el Año Santo de 1891, una acción propiciada por él mismo, que concluye las obras iniciadas años antes por el cardenal Payá y Rico.
Herrera canalizó su ambiciosa política jacobea utilizando como medio principal los cíclicos años santos compostelanos y las indulgencias plenarias que en ellos se concedían, puestas de nuevo en valor gracias al apoyo dado por Roma a Santiago -él, al igual que su antecesor Payá y Rico, fue cardenal- como gran centro católico del mundo. Promovió y organizó los jubileos compostelanos de 1891, 1897, 1909, 1915 y 1920. El desarrollo de los medios de transporte, como el ferrocarril y la navegación, que comunicaban Santiago con otras zonas de Galicia, España y Europa, y una voluntad férrea para presionar y convencer de la necesidad de volver a peregrinar lograron el resto.
La primera medida la tomó con motivo del Año Santo de 1897. Realizó un llamamiento internacional para reavivar el sentido de la peregrinación a Santiago. La llamada, dirigida a los prelados de las diócesis católicas, tuvo un escaso eco, por múltiples causas, pero abrió un camino que retomarían más tarde con éxito, y con mejores medios, otros arzobispos locales, sobre todo el cardenal Quiroga Palacios, desde los años cincuenta.
Las multitudinarias peregrinaciones promovidas por José Martín de Herrera fueron las primeras de la historia organizadas de principio a fin. Llegaron desde toda la archidiócesis compostelana y desde las diócesis gallegas. También las hubo del resto de España y el extranjero, aunque en mucha menor proporción, mucho menos concurridas y con un carácter más libre.
Las peregrinaciones organizadas, siempre multitudinarias -con cientos o miles de participantes-, contaban con una férrea organización, al frente de la cual estaban los sacerdotes parroquiales y una serie de representantes del Ayuntamiento y de la Iglesia compostelana. Estos últimos se encargaban de tener dispuestos servicios de asistencia y acogida, las calles engalanadas y la catedral preparada. El rigor religioso, en línea con el talante del arzobispo, era máximo y el orden con el que desfilaban por las calles de la ciudad y entraban en la catedral los participantes era inusual. El primer año santo con esta nueva orientación fue el de 1909. El cardenal llegó a recibir dos peregrinaciones extranjeras -una inglesa y otra alemana-, que marcaron un hito en este inicial renacer. No menos relevante resultó 1915, en tanto que en 1920 se observa una leve disminución en la afluencia y el número de peregrinaciones, sin duda debido a la grave enfermedad del prelado y su avanzada edad -ochenta y cinco años-, que le impidieron actuar con el empuje anterior.
José Martín de Herrera tomó otras iniciativas reveladoras de su apuesta jacobea: refundó la casi olvidada Archicofradía del Apóstol y recuperó el principal espacio gallego vinculado a la tradición de la predicación de Santiago en Galicia, Santiaguiño do Monte, en Padrón. Apoyó asimismo una gran exposición gallega en la ciudad en 1909, con clara intención socioeconómica, y las primeras actividades -culturales, religiosas, sociales- complementarias a la celebración.
Al final del Año Santo de 1915 la ciudad de Santiago, que comenzaba a sentir el eco revitalizador de la nueva afluencia, aunque se redujese casi en exclusiva a los períodos jubilares, ofreció al cardenal un multitudinario homenaje por haber logrado la reactivación de los años santos y las peregrinaciones. “Paladín jacobeo”, lo llama alguna publicación de la época. De este homenaje se conserva en la compostelana plaza de As Praterías una gran placa realizada por el escultor valenciano Mariano Benlliure. José Martín de Herrera está enterrado en la iglesia de As Orfas, del colegio de Os Remedios, en pleno casco histórico de Santiago. [MR]