Sacerdote, historiador, arqueólogo y escritor (Santiago de Compostela, A Coruña 1837-Vedra, A Coruña 1910). Es el principal investigador español del siglo XIX en materia jacobea, a través de su documentado estudio de la Iglesia compostelana desde los orígenes en el siglo IX.
Tras pasar una breve temporada como párroco en el municipio de Vedra, próximo a Santiago, en 1871 fue nombrado canónigo de la catedral compostelana. Esto le permitió desarrollar una profunda vocación como historiador, orientando su labor en el Cabildo catedralicio hacia el archivo y la biblioteca. Ejerció al mismo tiempo como catedrático de Arqueología Sagrada en el Seminario compostelano. De ambos destinos saldrían sus dos principales aportaciones a la historia moderna de la cultura jacobea: el redescubrimiento de las perdidas reliquias del apóstol Santiago y la primera gran obra moderna de investigación de la historia de la basílica compostelana y, por extensión, del mundo jacobeo.
Sus conocimientos arqueológicos hicieron que se responsabilizase, con el también canónigo y amigo José Labín Cabello, de la búsqueda en el subsuelo de la catedral compostelana de las reliquias del apóstol Santiago, dadas por desaparecidas al menos desde que en 1589 las ocultase el arzobispo Juan de Sanclemente, temeroso por la proximidad de la escuadra inglesa del corsario Francis Drake, que atacaba A Coruña. La iniciativa fue del arzobispo Miguel Payá, que pretendía recuperar el principal patrimonio de la Iglesia compostelana, las reliquias apostólicas.
Tras un enfrentamiento con el cardenal por la forma en que se estaban llevando a cabo los trabajos, López Ferreiro se hizo cargo de las excavaciones, que concluyeron felizmente a principios de 1879. Ahí finalizó su labor. Algún tiempo después el Vaticano reconoció al más alto nivel la autenticidad del hallazgo y animó de nuevo a peregrinar a Santiago, uno de los tres grandes santuarios cristianos, se decía, con Jerusalén y Roma. Se cuenta que, tras el descubrimiento y su confirmación papal, él y Labín Cabello recibieron, en señal de gratitud, sendos pequeños fragmentos de los restos óseos atribuidos al Apóstol. López Ferreiro se hizo fabricar para el suyo una pequeña urna, similar a la que contiene los restos del santo en la catedral compostelana.
La concepción tradicional que tenía de la religión y su papel en la sociedad no impidieron a López Ferreiro ejercer con rigor científico la búsqueda de las huellas que justificaban el proceso histórico de la Iglesia compostelana desde sus orígenes, vinculado indefectiblemente a la tradición y la historia jacobeas. El resultado de este esfuerzo, casi sobrehumano, lo compendió en una monumental obra de 11 tomos, la Historia de la Santa Apostólica y Metropolitana Iglesia de Santiago de Compostela, publicada entre 1898 y 1909. López Ferreiro, desde una posición ortodoxa de defensa de la Iglesia compostelana, aporta documentos y estudios esenciales para el conocimiento de la historia jacobea y las peregrinaciones.
Estudió también la figura de Prisciliano, hereje hispano del siglo IV con gran influencia en Galicia, las tradiciones populares vinculadas al sepulcro de Santiago, el Pórtico de la Gloria, etc. Fruto de su responsabilidad investigadora y de su respeto al proceso histórico fue la iniciativa para reintegrar al Codex Calixtinus (s. XII) su libro IV, la Historia de Turpín, que había sido desgajada tiempo atrás del conjunto por proponer al emperador franco-germano Carlomagno como liberador del sepulcro de Santiago.
Pese a su intensa actividad investigadora, tuvo tiempo para escribir las mejores novelas gallegas y en lengua gallega del siglo XIX, siempre de contenidos jacobeos o próximos a estos. [MR]
V. Historia de la Santa Apostólica y Metropolitana Iglesia de Santiago de Compostela