Xacopediaorfebrería

Junto con la artesanía del azabache y, en parte la del cuero, la orfebrería es la manufactura compostelana más identificada con la peregrinación. A lo largo del Camino de Santiago existieron ciertos focos de elaboración de objetos de oro, plata e incluso piedras preciosas vinculados a la simbología jacobea e influidos por el dinamismo transmitido a través de esta ruta. Sin embargo, es en la ciudad de Compostela donde esta industria alcanza su mayor caracterización y continuidad, ante el ansia de los peregrinos de materializar en símbolos visibles, manejables y de valor la feliz culminación del viaje al sepulcro.

Si algún metal noble identifica a la orfebrería compostelana ese es la plata. Es, con el azabache, la base de una parte muy significativa de los objetos de calidad orientados a los peregrinos y forma parte de las imágenes más características de la ciudad. La orfebrería compostelana está consolidada hacia el final de la Edad Media y se prolonga, con altibajos, hasta la actualidad.

Desde el primer momento, la elaboración de joyas en serie se destina a la búsqueda y respuesta de una demanda estandarizada, pero adaptada a cualquier tipo de peregrino, ya que el poder adquisitivo de cada uno de ellos era, por supuesto, muy diferente. En este sentido, Santiago es un centro medieval pionero en la España cristiana. Ya desde la Edad Media, la orfebrería compostelana orientada a la peregrinación tiene bien definidos sus grandes motivos, que se reproducen una y otra vez: la concha de vieira -el más exitoso-, el bordón del peregrino -los bordoncitos-, las imágenes de Santiago como peregrino y matamoros -de menor éxito popular- y la cruz-espada de la Orden de Santiago. Son los reallia jacobeos -las insignias del santuario-, los símbolos visibles de la peregrinación materializados en un soporte noble -casi siempre la plata- que se identifica, a su vez, con la perdurabilidad, con el afán de trascendencia.

Son símbolos centrales que se reproducen como elementos singulares o como parte de los más diversos objetos: cinturones, zurrones, vasos, medallas, crucifijos, etc. De la relevancia que los peregrinos concedían a estos objetos-valor, esparcidos por Europa desde las tiendas compostelanas, habla el hecho de que muchas veces se hacían enterrar con ellos.

La orfebrería forma parte del nacimiento del santuario compostelano desde sus inicios, en la primera mitad del siglo IX. El rey asturiano Alfonso II el Casto realiza la primera donación de orfebrería para servicio de la iglesia fundacional de Santiago, de la que nada se conserva. Aportarán sustanciosas donaciones los monarcas siguientes, entre las que desaca la realizada por Ordoño II en 911.

Con todo, la orfebrería como una actividad propia de Santiago no se desarrollará hasta el inicio más o menos estable de las peregrinaciones euro-peas, en el siglo XI, y quizá no lo haga definitivamente hasta el establecimiento en la ciudad de determinados artesanos francos, que tras realizar la peregrinación decidirían quedarse en el activo burgo del santuario. Posiblemente intuyeron el potencial económico de esta actividad al amparo del flujo de peregrinación y de la confluencia en él de influencias socio-culturales y artísticas diversas.

Todo indica que esta industria se consolida durante el siglo XII, el gran periodo de la peregrinación medieval. Es una actividad centrada en la atención al peregrino y al mismo tiempo capaz de atender la notable y creciente demanda local de objetos para la liturgia y el culto, así como otros pedidos foráneos. El geógrafo árabe Al-Idrisi, que pudo viajar a Santiago en ese siglo, asegura ver en las procesiones locales más de trescientas cruces grandes y pequeñas de oro y plata. Parece exagerar. En todo caso, algunas de ellas serían donaciones procedentes del exterior, pero otras, con seguridad, procederían del entorno compostelano. Los gremios de los orfebres concentraron su actividad en las inmediaciones de la catedral e incluso en dependencias de esta, que participaba de los beneficios de la floreciente actividad. Así lo sigue evidenciando hoy la plaza de As Praterías.

El periodo de mayor creatividad de la orfebrería compostelana va del siglo XVI al XIX. Dolores Vila Jato asegura que en el primero de estos siglos los talleres rebasaban la treintena y vivían en condiciones muy favorables; ya tenían como principal actividad la producción de cruces parroquiales y de variados objetos litúrgicos que exportaban a otras zonas y no tanto el negocio de la peregrinación, que había entrado en decadencia. Es el periodo de mayor esplendor artístico, pero logrado en buena medida gracias a la aportación de artesanos y artistas foráneos, entre los que sobresale, sin duda, el leonés Antonio de Arfe, autor de la obra culminante de la orfebrería compostelana, la monumental custodia procesional que lleva su nombre, que remata en 1545 y se conserva en el Museo de la Catedral. Posee diversos motivos jacobeos.

En estos siglos llegarán otros reconocidos profesionales procedentes de España y del extranjero. Crearán alguna saga familiar que llega hasta hoy y modernizarán la orfebrería local, que, a pesar del dinamismo generado en torno al gran santuario internacional, no siempre supo actuar con ideas propias e innovadoras. Fue, en definitiva, más influenciada que influenciadora, aunque el Camino de Santiago actuó, también en este campo, como correa de transmisión de ideas y propuestas en ambas direcciones, a la par que vía a través de la que un sinfín de objetos simbólicos de la peregrinación jacobea se esparcieron por Europa. Es una prueba más de la cultura supranacional por ella generada.

Aunque la orfebrería compostelana de inspiración jacobea sigue viviendo de la continuada reproducción de los elementos simbólicos tradicionales, en los últimos años se observa un afán de renovación y una diversificación de la oferta, que no se elabora sólo en Santiago, sino que llega desde otros puntos de Galicia, España y Portugal. [MR]

V. azabache


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