General y político romano llamado el Galaico (180-120 a.C.). Dirigió las tropas romanas en la campaña de conquista de Gallaecia, actual Galicia y norte de Portugal. La leyenda de que sus tropas huyeron despavoridas al ver el Sol engullido por el océano en el finis terrae sirvió como reclamo para continuar la peregrinación desde Santiago hasta el fin del mundo, donde se decía que se iniciaba el mare tenebrosum, en el que habitaban monstruos o incluso se encontraba el paraíso, según versiones.
El cronista Orosio afirma que el ejército romano comandado por Décimo Junio Bruto hizo frente a 60.000 galaicos que salieron en apoyo de los lusitanos: “Bruto derrotó en Hispania Ulterior, en una complicada y difícil batalla, a pesar de haber cogido desprevenidos a 60.000 galaicos que habían acudido en ayuda de los lusitanos, de los que se dice que 50.000 perecieron en aquel combate y 6.000 fueron hechos prisioneros, consiguiendo huir muy pocos de ellos”.
Tras haber pacificado Lusitania, atravesó la línea divisoria del Duero hasta conseguir alcanzar el río Limia, identificado como Lethes, ‘río del olvido’, donde protagoniza la legendaria acción al llamar a los soldados por su nombre desde la otra orilla para que comprobasen que no había perdido la memoria.
El historiador Floro dejó testimonio de que Décimo Bruto extendió sensiblemente las operaciones militares hasta el territorio de los célticos, todas las poblaciones de Galicia y el río del olvido, tan temido por los soldados y, recorriendo como vencedor la costa oceánica, no hizo retroceder a sus tropas más que cuando vio el Sol caer en el mar y su resplandor disiparse en las aguas, no sin haber experimentado en cierta medida el temor de haber cometido un sacrilegio.
Alfonso Rodríguez Castelao narra este episodio durante su exilio en Buenos Aires (1941) donde deja escrito que “se sabe que las legiones romanas vencieron los peligros del bosque y la resistencia de los castros, pero fueron vencidas por el terror religioso que se alzaba en el litoral gallego. Las olas del Atlántico, cargadas de augurios, se impusieron al orgullo de Roma. Los escuadrones de Décimo Junio Bruto temblaron de pavor al asomar al crepúsculo desde los promontorios de la costa gallega”.
En la misma línea, el padre Feijóo en su Teatro crítico universal expresa que “los soldados de Junio Bruto, llamado Callaecus, porque conquistó Gallaecia, no tuvieron otra ganancia en decir en Roma que en el cabo de finis terrae habían visto el Sol sumergirse irguiendo una terrible humareda en el agua del océano”.
Se sabe que esta campaña militar tuvo su radio de acción a escasa distancia del litoral, siguiendo las vías de comunicación que enlazaban los diferentes núcleos habitados por las unidades gentilicias de la legión y que posteriormente fueron utilizados por los romanos para trazar la vía número XX del itinerario de Antonino. Sin embargo, la pronta retirada de Décimo Junio Bruto del territorio galaico hasta el emplazamiento al otro lado del río Duero, se debe realmente a que tuvo que prestar ayuda a Lépido, que había atacado Numancia sin previo consentimiento del Senado. A esto se añade el hecho de que los brácaros, situados al norte del Duero, se sublevaron y tuvo que acudir a sofocar la revuelta. Tras esto eliminó lo que quedaba de la resistencia hispana al mando de Tántalo, a cuyos hombres cedió tierras tras la derrota en Valentia Edetanorum, ‘ciudad de los valientes’ (la actual Valencia). Décimo Junio Bruto fue nombrado procónsul de Lusitania junto con Cayo Mario, desde donde consiguieron grandes victorias contra las rebeliones de las tribus lusitanas. [IM]