Pueblo de 153 habitantes (477 m) en el Camino Francés a su paso por Navarra. A 633 km de Santiago. Localidad mencionada en el Codex Calixtinus (s. XII) por contar con un río de aguas venenosas, dato que recoge también Geofroi de Buletot en su Dietario íntimo (1381): “Hay que guardarse de los ríos malos y venenosos, tales como el de Torres de Sansol”. Ninguno explica las razones de esta advertencia, que parece más fundamentada en prejuicios o intereses que en la realidad. La localidad posee dos albergues privados.
El monumento más interesante desde el punto de vista jacobeo es la iglesia del Santo Sepulcro, fundada en el siglo XII y convertida en una de las joyas arquitectónicas del Camino. Muy similar al templo ubicado en Jerusalén y al de Santa María de Eunate, se trata de una edificación octogonal, estratificada en tres cuerpos o niveles y que tiene en su entrada la cruz patriarcal del siglo XIII, símbolo de la Orden Militar del Santo Sepulcro. Una escalera en el interior del templete lleva hasta la linterna ubicada en la parte superior de la torre y que pudo funcionar en la antigüedad como faro para guiar a los peregrinos -entonces no existían las facilidades de señalización que hay en la actualidad-. Esto, junto a su planta centralizada y advocación, confirma el carácter funerario del templo. Pese a su importancia en la historia de la ruta, la iglesia pasó desapercibida hasta que a principios del siglo XX la autora y viajera americana Georgiana Goddard King reparó en ella durante su peregrinación. [TRI]