Las relaciones de África con la cultura jacobea han sido mínimas a través de los siglos. Sólo la presencia de España y Portugal en el continente permite descubrir algunas huellas, vinculadas sobre todo con la figura legendaria del Santiago caballero.
En el caso portugués se detectan varios ejemplos. El más significativo lo encontramos en Cabo Verde, donde los colonizadores lusos dieron el nombre del Apóstol a la isla de Sâo Tiago, la principal de archipiélago, colonizada en el siglo XV. Esta presencia también está en las comunidades autónomas españolas situadas en el continente -Ceuta, Melilla y Canarias-.
Más allá de la crónica de algún viajero musulmán nacido en el norte del continente -el caso más conocido es el del ceutí musulmán Al-Idrisi- y de alguna visita esporádica de algún peregrino cristiano y anónimo con raíces en países como Egipto y Etiopía, apenas existen testimonios de naturales de África relacionados con el mundo jacobeo.
Pero eso fue en el pasado. Desde los años noventa del siglo XX, como sucede con otros países y continentes, la dimensión global de la cultura jacobea se ha dejado sentir en este continente, sobre todo, relacionada con la peregrinación por el Camino de Santiago. Los datos de la Oficina del Peregrino compostelana -los únicos disponibles- son elocuentes, no tanto por su volumen como por su crecimiento. Los viajeros de origen africano pasaron de la ausencia total a principios de los años noventa a unas pocas decenas a finales de esa década y a más de tres centenares en 2008. Dos tercios de ellos son de nacionalidad sudafricana.
En los demás países con peregrinos constatados, apenas se pueden contar por decenas, como los procedentes de Marruecos. Otros presentan cantidades mínimas. África, debido sobre todo a su dificilísima situación socioeconómica, es el continente que, con diferencia, menos peregrinos envía a Santiago.
Por formar parte de España, las ciudades de Ceuta y Melilla, en el noroeste del continente africano, conservan ciertos rasgos santiaguistas a través de la utilización político-militar de la figura del Santiago matamoros. El caso más evidente lo encontramos en Melilla, en cuya conquista (1497) participaron caballeros de la Orden de Santiago. Como recuerdo de aquellos tiempos pervive la actual muralla defensiva, que tiene entre sus joyas la popular puerta de Santiago. Desde ella se controlaba el acceso por tierra a la ciudad. También se conserva una capilla dedicada al Apóstol.
Son más numerosas las huellas jacobeas en las islas Canarias. Están casi siempre relacionadas con tradiciones nacidas en el contexto de la conquista española de este archipiélago, en el siglo XV. Destaca sobre todo la popular iglesia de Santiago de Gáldar, que cuenta con el privilegio reciente de un año santo jacobeo propio cuando, como en Compostela, la festividad del Apóstol coincide en domingo.
En los últimos años ha crecido el número de peregrinos que desde los territorios españoles en África se desplazan a la Península Ibérica para realizar alguno de los Caminos Jacobeos. Aun así, ceutíes y melillenses son los que ocupan el último lugar en afluencia entre las comunidades autónomas debido a su menor población. Peregrinando desde Ceuta y Melilla, la Ruta Jacobea más próxima es el trazado señalizado modernamente entre Cádiz y Sevilla, donde se enlaza con la histórica Vía de la Plata. [MR]