Eclesiástico francés. Ostentó el título de arzobispo de Reims (?-ca. 961). Peregrina a Santiago de Compostela en el año 961. Su vida estuvo teñida de agitación y acontecimientos criminales, hasta el punto de ser citado en algunos documentos como uno de los peregrinos con el destino más lamentable de entre los muchos grandes hombres y mujeres europeos que viajaron a Santiago a lo largo de la historia de la peregrinación.
Era hijo de Heriberto II de Vermandois, a quien la voz pública atribuyó el envenenamiento del arzobispo Sulfa de Reims en el año 925, para poner en su lugar a su hijo, el joven Hugo, que solo tenía entonces cinco años. Llegó después a ocupar este puesto, pero fue destituido en varias ocasiones y excomulgado por varios papas.
En el 961, año en el que peregrina, Hugo recobró su pretensiones de acceder al puesto de obispo de Reims tras la muerte de Artaldo, quien lo había sido hasta el momento. Contra sus aspiraciones, el papa Juan XII se pronunció por una nueva elección y un concilio reunido en Pavía renovó las excomuniones de Hugo, quien, según Richer, murió pocos días después.
La planificación de su viaje a Santiago pudo haber estado muy ligada con estos acontecimientos; Hugo de Vermandois habría acudido a Compostela para buscar la protección de esta Iglesia frente a la de Roma y quizá así recobrar la perdida Diócesis de Reims. Aunque esta interpretación del viaje no pueda considerarse más que una conjetura, el caso es que la Iglesia santiaguesa parecía gozar de una gran independencia con respecto a Roma y podría haber actuado a favor de este. De hecho, numerosas fuentes señalan que en Santiago encontró el reconocimiento que no había obtenido en Alemania, Francia y Roma.
La presencia de este singular personaje está documentada en el derecho otorgado por Ramiro II de León para resolver el pleito entre el obispo Sisnando II y San Rosendo, sobre el condado de Pistomarcos. [XIV]