La importancia y el desarrollo que el culto y la peregrinación a Santiago tuvieron en la Hungría medieval conservan su principal testigo en el hermoso ciclo de miniaturas de la leyenda jacobea perteneciente al conocido como Legendario Húngaro de los Anjou, uno de los más célebres códices iluminados del gótico, cuyo mecenazgo ha sido atribuido a la entonces familia real húngara.
Son muchas las referencias textuales a Hungría como centro de culto jacobeo. Empezaremos por la fuente por excelencia, el Liber Sancti Jacobi o Códice Calixtino, que en la introducción al libro de los milagros de Santiago pone en boca del pseudo-Calixto las siguientes palabras: “Al recorrer tierras extranjeras, conocí algunos de estos milagros en Galicia, otros en Francia, otros en Alemania, otros en Italia, otros en Hungría, otros en la Dacia, algunos también más allá de los tres mares, diversamente escritos, como es natural, en los diversos lugares.”
La mayor parte de los testimonios medievales se refieren a la presencia de húngaros en el Camino de Santiago ya sea como peregrinos, ya como defensores de la peregrinación. En el primer caso es ejemplar la romería de un obispo húngaro recogida por Klaus Herbers y Robert Plötz: “Lo tupida que en la Alta Edad Media se iba haciendo la red sacral europea, que se extendía hasta Hungría y Albania, lo demuestra el sepulcro de un obispo húngaro en la iglesia de San Albano en Namur, que murió estando en peregrinación a Santiago.”
Gracias a las referencias recogidas por Georgiana Goddart King sabemos que en tiempos de Alfonso el Batallador existía un paso incesante de peregrinos y caballeros húngaros por las villas del Camino.
Posteriormente, durante la Baja Edad Media, la presencia húngara aumentaría notablemente coincidiendo con una tendencia general que desvió los centros de proveniencia de los caminantes y el culto jacobeo hacia el este.
Por lo que se refiere a la defensa y protección de la peregrinación, podemos citar la presencia de miembros de la nobleza húngara entre los caballeros que contribuyeron a la fundación del hospital de Somport, en el inicio del Camino Aragonés.
Respecto a la iconografía jacobea en Hungría, desde la iluminación del citado Legendario Húngaro durante las primeras décadas del siglo XIV, hemos de esperar más de cien años hasta encontrar un ciclo jacobeo estudiado y conocido: el de la iglesia de Santiago en Jakabfalva (Estergom). Las tablas de este altar, atribuidas al maestro de Jakabfalva y fechadas en 1480, representan escenas del martirio y traslación de Santiago, así como del milagro del peregrino ahorcado que parecen reflejar un culto muy consolidado. Junto a este ciclo, Ildiko Kontsek nos recuerda la importancia iconográfica del altar mayor de Santiago en Löcse/Levoca, entonces parte de la histórica Alta Hungría y hoy perteneciente a Eslovaquia, así como la catástrofe que para evaluar el culto jacobeo supuso la invasión turca de 1526, a la que pocas obras de arte sobrevivieron.
Precisamente aludiendo a las tablas de Jakabfalva, Ildiko Kontsek nos da los datos más actuales e interesantes sobre el culto y la iconografía de Santiago en Hungría. El autor recuerda que “el culto a Santiago el Mayor también estaba extendido por el territorio de Hungría medieval. Desde el siglo XII los nobles húngaros y, algo más tarde, los ciudadanos en general, tuvieron mucha documentación e informaciones prácticas para poder peregrinar a Santiago”. Refiere además la existencia, todavía hoy, de unas setenta iglesias dedicadas al Apóstol y la repercusión en la nomenclatura de algunas localidades como la pequeña aldea de Szentjakabvalva, literalmente ‘aldea de Santiago’, sin duda herederas de la densa red de templos, capillas y conventos dedicados a Santiago que Ronai ha individualizado ya en la Edad Media.
Con el fin de cerrar un poco más el círculo, debemos recordar el papel fundamental del culto y la peregrinación a Santiago dentro del mundo caballeresco, hasta el punto de llevar al alemán Klaus Herbers a afirmar que “se puede hablar así de una relación entre la andanza caballeresca y la peregrinación”, concretada por Kakucs, quien vincula directamente el desarrollo del culto jacobeo con la casa real húngara. La relación concreta con la familia real húngara vendría dada, además, por las resoluciones del IV Concilio Lateranense (1215), que ayudaron a propagar el culto jacobeo en Hungría al impulsar a los reyes, en sus acciones para luchar contra los herejes en Hungría, Dalmacia y Bosnia, a fundar conventos e iglesias dedicadas a Santiago.
En fin, la difusión del culto a Santiago en toda la Europa cristiana, incluida la Hungría de los Anjou, y su vinculación con la clase aristocrática, que se reflejan especialmente en el ciclo de los milagros del Apóstol, respaldan el protagonismo de Santiago en su territorio. El país conserva la huella de ciertas sendas jacobeas y la presencia de húngaros en el Camino de Santiago no ha hecho más que crecer. En 2008 y 2009 fueron más de 700 húngaros cada año los que obtuvieron la compostela. [RVS]