Isabel de Lucerna

Peregrina que falleció en Betanzos, A Coruña, en 1739, antes de llegar a Santiago de Compostela. Su historia ejemplifica las vicisitudes y sufrimientos sin cuento de los antiguos peregrinos a Santiago y a otros santuarios. Está representada en la escultura Porta Itineris Sancti Iacobi, que recibe a la entrada de Santiago de Compostela, en el barrio de San Lázaro, a los peregrinos que llegan a la capital gallega por el Camino Francés. Se trata de una estructura de granito de más de dieciséis metros de alto integrada por la imagen en bronce de veinte personajes y peregrinos ilustres. Conforman este monumento personajes históricos de las peregrinaciones a Santiago, como el obispo Gotestalco, Galtier Guiffard, Santa Brígida, León de Rozmithal, Robert Langton, Estéfanos de Grecia, Santo Domingo de la Calzada, Isabel de Portugal, Jan Van Eyck, Jacobo Sobieski o el papa Juan Pablo II. A todos ellos y ellas pone el contrapunto la historia anónima de Isabel de Lucerna. Tanto ella como su marido fallecieron como consecuencia de la peregrinación a Santiago el 4 de febrero de 1739 y el 26 de noviembre de 1738 respectivamente. Así consta en sendas anotaciones del libro de registro de defunciones del antiguo hospital de San Antonio de Padua de Betanzos, en el Camino Inglés. La nota señala que “dio sepultura en el zementerio de este Hospital [...] al cadáver de María Ysabel de nación germana y oriunda de Lucerna, peregrina y viuda que quedó de Cristobal Müller [...] Recivió el sacramento de la extremaunción, que los demás no se le pudieron administrar”. Poco después de su muerte, le extrajeron del vientre un niño que vivió hora y media. Es una muestra de los sufrimientos de miles y miles de peregrinos anónimos. [XIV/IM/MR]