XacopediaLangosteira, playa de

Playa situada en la Prolongación Jacobea a Fisterra dando paso a la propia localidad fisterrana y al cabo del mismo nombre. A 84 km de Santiago. Pertenece por derecho propio al conjunto de leyendas que alumbran estos espacios del antiguo fin de la tierra. En sus inmediaciones se situaba la mítica ciudad de Duio [Dugium], tan nombrada en la leyenda de la translatio. Hay autores que sitúan ahí otro punto mítico de la geografía ibérica: el portus magnus artabrorum. De una u otra forma, por Langosteira entraron al mundo mítico de Fisterra todos los viajeros y peregrinos. George Borrow, don Jorgito el Inglés, uno de aquellos empedernidos viajeros ingleses que dejaron noticia de su paso por la península y autor de la famosa obra La Biblia en España (1843), narra con emoción su paso por Langosteira: “Por una playa de arena de blancura deslumbradora avanzamos hacia el cabo, meta de nuestro viaje. El sol brillaba reluciente, y sus rayos iluminaban todas las cosas. Delante de nosotros el mar parecía un espejo, y las olas que rompían en la costa eran tan débiles que apenas levantaban un murmullo. Avivamos el paso siguiendo el profundo contorno de la bahía, dominada por montañas gigantescas. Singulares recuerdos comenzaron a invadir mi espíritu: en aquella playa, según la tradición de toda la antigua cristiandad, Santiago, el Santo patrono de España, predicó el evangelio a los idólatras españoles.”

Langosteira es, además, el epicentro de dos costumbres grabadas a fuego en los peregrinos que se adentran en ella: la primera de ellas es el baño ritual en sus aguas, un baño de purificación física y espiritual después de las largas y duras jornadas por las llanuras y montañas del Camino, y que tal vez venga a sustituir a aquel otro quizá más higiénico y menos espiritual, que los peregrinos se daban en el arroyo de A Lavacolla, el antiguo Lavaméntula, a las puertas de Compostela. Curiosamente, también la costumbre de quemar las ropas en la cruz dos Farrapos de la catedral compostelana ha sido sustituida, en los tiempos actuales, por la de quemarlas en el faro, curioso atavismo, ciertamente sin raíz alguna en la historia de la peregrinación.

Pero tal vez la significación jacobea más potente de Langosteira es la que ya señalaba el peregrino dominico alemán de Ulm, Felix Faber (1480), que llegó a Fisterra en la jornada cuarenta y nueve de su itinerario jacobeo. Faber apunta que no se deben comprar las conchas de vieira en Santiago, sino que el peregrino debía hacerse con ellas en las playas de Fisterra para volver con las conchas de vieira cosidas debidamente en las capas, esclavinas y sombreros y demostrar así en su país de origen su llegada a las tierras del apóstol Santiago.

Las conchas de vieira, elemento primordial en todo el culto jacobeo, han dado lugar a bellísimas leyendas. Todas ellas -en la costa portuguesa, en Bouzas, en el mar de Arousa- si-túan el paso de los discípulos en la barca pétrea con el cuerpo del Apóstol, al tiempo de la celebración de una boda en una playa cercana. Con algunas variantes, el novio desaparece en el agua montado a caballo, se desencadena el espanto entre los presentes, pero pronto reaparecen -caballo y jinete- cubiertos de vieiras.

El famoso sermón Veneranda dies (s. XII) pone ya en relación directa el culto a Santiago con la vieira, humilde animalito transcendido a santo y seña de la peregrinación más importante del mundo occidental: “Hay en el mar de Santiago -sic- unos seres marinos que la gente llama vieiras, que tienen dos caras, de una parte y de otra, entre las cuales, como dos tejas, se oculta el animal con aspecto de ostra.” [JAR]


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