Arzobispo de Santiago de Compostela (Huelva 1874-Santiago de Compostela 1948). Ocupó la archidiócesis compostelana desde 1935 hasta su muerte. De talante conciliador, se enfrentó a los momentos más complejos para el santuario compostelano durante el siglo XX. Procedente de la Diócesis de Pamplona, llega a la ciudad durante la República, que veía en la tradición jacobea una reliquia del pasado en manos de los sectores más inmovilistas y vive en ella el durísimo período de la Guerra Civil española (1936-1939) y los primeros años de la posguerra, marcados por los intentos iniciales de apropiación de la figura de Santiago por la dictadura franquista, tomado como símbolo de la indivisible unidad de la patria.
Su primera aportación a la cuestión jacobea fue la prórroga del Año Santo de 1937 durante 1938, que logra del papa Pío XI. El prelado toma esta insólita iniciativa -no se conoce otra prórroga de un jubileo compostelano- para facilitar el logro de la indulgencia plenaria jubilar a cuantas personas no habían podido conseguirla en 1937 debido a la Guerra Civil. Influyeron las presiones de determinados sectores, que veían en la continuidad jubilar un arma más para utilizar en la contienda.
Muniz Pablos aparece en una famosísima foto tomada en la parte alta de la escalinata de la catedral compostelana, en la plaza de O Obradoiro, saludando al estilo fascista al lado de Franco. Se tomó en 1938 durante la primera peregrinación del dictador a la ciudad y fue utilizada como una de las pruebas de la estrecha colaboración de la Iglesia con el franquismo. Sin embargo, todo indica que Muniz no tuvo buenas relaciones con los sectores más exaltados del nuevo régimen ni con el propio dictador, ya que este no realizó la ofrenda al apóstol hasta la muerte del prelado, en 1948. Tampoco estuvo presente Muniz en los actos centrales de la gran peregrinación falangista del Jubileo de 1943 que presidió Franco.
El origen de esta situación estaría en el apoyo del arzobispo compostelano a una pastoral de agosto de 1939, prohibida por la censura, en la que algún sector de la Iglesia consideraba que la paz en España debía partir del perdón a los enemigos. El prelado llegó a publicar un resumen de esta. En esta línea, Muniz Pablos destaca como principal resultado del Jubileo compostelano de 1943 el indulto que gracias a esta celebración concede Franco a diversos presos políticos. “El año santo es año de perdón”, concluye.
Un hecho trascendental sitúa a Muniz en la historia jacobea del siglo XX: fue el responsable de retirar de la catedral compostelana el coro barroco de madera (s. XVII), que ocupaba cuatro tramos de la nave central. Los trabajos se iniciaron a principios de los cuarenta y concluyeron en 1944. Se trataba de facilitar la ubicación y visibilidad de las cada vez más concurridas peregrinaciones, sobre todo durante los años santos. Fue el punto de partida para una más estrecha y abierta relación de los peregrinos con la catedral, un espacio abierto, sin exclusiones, en un templo que de pronto se volvió acogedor e integrador. La medida fue muy polémica y el asunto llegó incluso al despacho del general Franco. Pero ¿alguien podría apostar por el éxito de la catedral actual como meta de la peregrinación con el coro barroco ocupando, aislando y ensombreciendo gran parte de la nave principal?
Es innegable que esta iniciativa favoreció de forma definitiva la conversión de la basílica en un amable lugar de acogida y comunión, tal y como reclamaban su renacida función de santuario-meta y las cada vez más continuas peregrinaciones. Desde el Jubileo de 1948 los peregrinos disfrutan de un espacio diáfano para seguir el culto desde la nave central. El viejo coro se encuentra instalado y visitable en el vecino monasterio de San Martiño Pinario.
En 1946 el arzobispo Muniz dio el visto bueno a otra medida no menos revolucionaria: el inicio de una serie de exitosas excavaciones arqueológicas en las naves de la catedral. Interrumpidas en los años santos de 1948 y 1954, se prolongaron hasta 1959 y permitieron avanzar en el conocimiento del origen jacobeo compostelano, que reforzaron en algunos aspectos concretos.
Su último servicio a la causa jacobea fue la realización de un llamamiento internacional para peregrinar a Santiago -el de mayor eco hasta el momento, llegando a emitirlo Radio Vaticano- en el Jubileo de 1948, al tiempo que reclamaba la colaboración de las autoridades políticas de toda Galicia para un mayor realce de la celebración. [MR]