Arzobispo de Santiago de Compostela (Maceda, Ourense 1900-Madrid 1971). Al frente de la Archidiócesis de Santiago desde 1949 hasta finales de 1971, cuando la muerte le sorprendió en Madrid. Es sin duda la figura eclesiástica española más relevante del siglo XX en relación con la promoción de las peregrinaciones compostelanas. Fue también una de las grandes referencias del siglo de la Iglesia española, de cuya Conferencia Episcopal fue el primer presidente. Como cardenal que era desde 1953, participó con notable protagonismo en el Concilio Vaticano II.
Hombre de férreas costumbres morales, mantuvo, sin embargo, una visión especialmente abierta y dinámica a la hora de buscar una Iglesia más próxima a los fieles, fomentando por primera vez, entre otros ejemplos posibles, la liturgia en idioma gallego. Este mismo afán innovador lo aplicó al hecho jacobeo. Buscó su proyección sin descanso -lo consideraba la esencia del santuario compostelano- y estaba convencido de las posibilidades de su proyección internacional y de su dimensión ecuménica. Aprovechó los años santos compostelanos que le tocó organizar -1954, 1965 y 1971- para llevar a la práctica sus iniciativas en este campo.
1954//// En 1954, el primer Jubileo de Quiroga Palacios, España y Santiago siguen marcadas por la asfixiante impronta político-religiosa del franquismo. Sin embargo, los esfuerzos de proyección exterior de la celebración y el afán integrador que el cardenal le impone, lleva a que sea el primer gran año santo internacional del siglo XX. Antes de su celebración, no había escatimado medios -aprovechando para ello sus viajes al exterior- para lograr su propósito. Le preocupa sobre todo el prestigio de la celebración y trabajará sin descanso y con éxito en lograr la presencia en Santiago de una buena parte de las máximas autoridades de la Iglesia del momento. Coincidirán varios cardenales en la ciudad a lo largo del año, entre ellos el futuro papa Juan XXIII, en aquel momento arzobispo de Venecia.
Va a ser también el primer año santo en el que vuelvan los peregrinos al Camino de Santiago, una senda que el arzobispo pretende recuperar, aunque no logrará los primeros resultados al respecto hasta principios de los años sesenta. Llegan las primeras peregrinaciones extranjeras de forma más o menos regular y se fomenta, en colaboración con el Gobierno, un primer programa cultural diversificado en la ciudad -música, exposiciones, encuentros, etc.- centrado casi exclusivamente en el verano.
El Año Santo de 1965 será el de su gran éxito. Fue, con el de 1993, el más relevante del siglo XX. La España que comienza a acelerar su desarrollo busca en el turismo uno de sus motores de cambio. El Gobierno franquista le propone utilizar la celebración jubilar como elemento dinamizador del turismo en el norte de España y el cardenal compostelano será su primer y más convencido animador. Estima que lo que precisa Santiago es renovar su perdida dimensión europea, sabe que es posible -lo había comprobado en el Jubileo de 1954- y cree que el apoyo del Gobierno es fundamental, como así se demostrará. En este sentido, el primer paso conjunto lo darán el Ministerio de Información y Turismo, que en aquel momento presidía el también gallego Manuel Fraga Iribarne, y el propio cardenal, presentando por primera vez la celebración a los medios de comunicación españoles y extranjeros en Madrid, en una iniciativa que se repetirá en 1971.
La ambición de Quiroga llega al punto de intentar por todos los medios que el papa Pablo VI sea el primer pontífice en peregrinar a Santiago, aunque no lo logra. El escaso interés del pontífice por los viajes y por la propia tradición compostelana, así como sus malas relaciones con el franquismo, impidieron la presencia. Antes de saberlo, y por si la estancia finalmente se hacía realidad, Quiroga Palacios hizo numerosas gestiones ante el propio dictador, Francisco Franco, entre ellas una para ampliar el aeropuerto de Santiago.
Este encuentro dejó una anécdota que ha pasado a la historia. Franco, no muy partidario de las obras, y Quiroga, defensor acérrimo de ellas, dialogan sobre la posibilidad o no de la visita: “¿Y si no viene?”, puntualiza el dictador. “¿Y si viene?”, replica el cardenal. La anécdota fue exhibida como una muestra del profundo carácter gallego de los dos hombres. Para el ex deán compostelano Jesús Precedo, que vivió aquel momento, evidencia simplemente la perseverancia del cardenal para conseguir la mejora apuntada, que contaba con la oposición del mismísimo ministro del Aire.
Tanto las peregrinaciones que llegan a Santiago, más diversas e internacionales que nunca, como la propia apuesta promocional del Gobierno cumplieron gran parte de las expectativas iniciales. Fue el año en el que se realizó la primera campaña internacional de promoción del Camino y se llevó a cabo -había comenzado ya a principios de los sesenta- la señalización de la Ruta, al menos por carretera, y la restauración de algunos de sus monumentos más emblemáticos.
En su último Jubileo, el de 1971, Quiroga Palacios muestra un menor dinamismo. Comienza a sentir el peso de la edad al tiempo que el Gobierno franquista intuye que entra en su recta final. Esto se notará en los resultados de la celebración, que serán inferiores a los de los dos años jubilares precedentes. En todo caso, el cardenal prestará un último servicio a la causa, gestionando ante el Vaticano una adaptación no gravosa para Santiago de las indulgencias plenarias jubilares. Lo exigían las recomendaciones del Concilio Vaticano II.
Quiroga Palacios fomentó también la investigación de la historia jacobea mediante la creación del Instituto de Estudios Jacobeos de Santiago (1954) y de la revista Compostellanum (1956). [MR]
V. año santo compostelano