Situado en las proximidades de la catedral de Santiago de Compostela. Es, con San Paio de Antealtares, el cenobio compostelano vinculado al inicio del culto y custodia del sepulcro de Santiago el Mayor (s. IX). Con fachada principal hacia la plaza de A Inmaculada, frente a la puerta norte de la catedral, el primer edificio tuvo un emplazamiento aún más próximo a la basílica. A pesar de los escuetos datos existentes, parece ser que una parte de los monjes llegados al naciente lugar santo de Compostela para custodiar el sepulcro ocuparon la parte norte más inmediata, instalándose en el espacio de la actual capilla de A Corticela, ahora dentro de la catedral, pero en los primeros tiempos situada en el exterior del templo inicial del sepulcro, de más reducidas dimensiones.
A finales del siglo IX, el obispo Sisnando I, que sentía un gran aprecio por esta comunidad, favoreció que sus monjes construyeran un templo exclusivo para el culto en el espacio que ocupaban, dando lugar al nacimiento de la capilla de Santa María da Corticela. Dispuso también el prelado que los monjes, tras ocupar su lugar de residencia con la nueva iglesia, se instalasen en la inmediata zona de Pinario (lugar de pinos, también citado en algún momento como Piñeiro). Surgió así el actual convento, del que existen pruebas documentales desde comienzos del siglo X. Los monjes siguieron vinculados al culto al Apóstol y disfrutando de los privilegios que esto suponía, entre ellos la participación en las cada vez más cuantiosas limosnas, donaciones, etc.
En un primer momento los monjes estuvieron obligados a seguir realizando los oficios litúrgicos en A Corticela, pero a finales del siglo X pudieron compartirlo con el de su propia iglesia monasterial, dedicada a San Martín (Martiño en gallego) de Tours, santo muy vinculado con las nacientes peregrinaciones y que llegaría a contar con una gran devoción en el Camino de Santiago, ya desde Francia.
El siglo XI traerá un periodo de esplendor para esta comunidad, que logra ampliar el monasterio y construir una notable iglesia románica en torno a la plaza del Paraíso -actual Acibechería o Inmaculada-, el concurrido lugar donde se concentraban los peregrinos extranjeros para entrar en la catedral y donde se encontraba el hospital para atenderlos, vinculado a estos monjes. Pero supondrá también este siglo el progresivo alejamiento del culto y custodia del sepulcro apostólico, sobre todo desde que a principios del XII el poderoso y ambicioso obispo Diego Gelmírez decide organizar la administración de la catedral jacobea, que cada vez generaba más recursos, apartando progresivamente de ella a las dos comunidades de monjes que hasta ese momento se habían responsabilizado de su culto y custodia. Gelmírez procuró compensar a la comunidad de Pinario, con la que mantenía una buena relación, con otras concesiones.
Los benedictinos, que comienzan a regentar el convento a finales del siglo XI, se verán obligados a iniciar una actividad propia que, con grandes momentos de esplendor y decadencia, convertirá a San Martiño Pinario en el cenobio masculino más relevante de la orden en Galicia. El monasterio vive los mejores momentos durante los siglos XVI, XVII y XVIII, en los que adquiere su actual configuración arquitectónica, un ejemplo desbordante de barroco desde su fachada a su iglesia -la más grande y ricamente decorada de la ciudad-, pasando por muchos de sus elementos constructivos y artísticos exteriores e interiores. Para lograr esta ampliación fue necesario derribar el edificio del antiguo hospital medieval de peregrinos, lo que permitió despejar el actual espacio de la plaza de A Inmaculada y dar una mayor perspectiva a la grandiosa portada del monasterio, culminada con una estatua de San Martín.
Pinario, con más de un kilómetro de circuitos y unos 20.000 m2 de superficie, es el mayor edificio histórico de Santiago y uno de los más grandes de España. Algunos guías compostelanos, para resaltar esta grandiosidad, señalan a los sorprendidos turistas que cuenta con tantas ventanas como días tiene el año.
El edificio, hoy destinado a servicios de la Iglesia y a residencia -ha venido acogiendo a gran número de peregrinos en los periodos veraniegos-, fue utilizado como hospedería por muchos ilustres romeros llegado a la ciudad después del medievo. El Museo de San Martiño Pinario, creado en 1999, muestra algunas piezas vinculadas a su nunca perdida relación con el hecho jacobeo. Entre ellas figuran dos obras del siglo XV de origen británico: una Virgen con Niño y una escultura de alabastro que representa la Epifanía. El origen de ambas estaría relacionado con el esplendor de las peregrinaciones marítimas inglesas a Compostela justamente en ese siglo. [MR]