Antiguo centro medieval de peregrinos en el puerto de Somport (1.635 m), en la ruta aragonesa del Camino Francés. A 850 km de Santiago. Famoso por ser destacado en el Codex Calixtinus (s. XII). Se conservan vestigios de sus ruinas al inicio de la bajada del puerto, en la vertiente española, donde estuvo situado.
El casi legendario hospital de Santa Cristina prestó una ayuda fundamental durante la Edad Media a los peregrinos que, camino de Compostela, acababan de culminar la dificilísima subida a la cordillera de los Pirineos por el puerto de Somport. La Guía del peregrino (libro V) del Calixtinus lo destaca entre los que considera los tres grandes hospitales del mundo, junto con el de Jerusalén, que atendía a los caminantes a Tierra Santa, y el Mont-Joux, en la cordillera de los Alpes, fundado por San Bernardo y destinado a quienes se dirigían a Roma. “Estos tres hospitales están colocados en sitios necesarios; son lugares santos, casas de Dios, reparación de santos peregrinos, descanso de los necesitados, consuelo de los enfermos, salvación de los muertos, auxilio de los vivos”, resalta retóricamente, pero sin duda con un gran fondo de verdad, Aymeric Picaud, previsible autor de esta guía. Como se observa, los centros citados están vinculados con cada una de las tres grandes peregrinaciones históricas cristianas.
La construcción del hospital de Santa Cristina en la vertiente española del Summo Portu, como lo llama expresivamente el Calixtinus, se llevó a cabo poco después del año 1000. Una leyenda oral atribuye su fundación a los peregrinos francos Sineval y Arnobio, que, acosados una noche en este lugar por la nieve y los lobos, prometen crear en él un refugio si salen con vida. Tras quedarse dormidos, rendidos finalmente por el cansancio, despertaron debido al vuelo de una paloma en un hermoso día. Cumplieron su promesa, concluye la leyenda.
La realidad dice que este hospital lo impulsaron como priorato los reyes aragoneses desde tiempos de Pedro I y, por el lado francés, los vizcondes de Bearn, especialmente Gastón IV el Cruzado, que se cita como su fundador. En sus tiempos, a finales del siglo XI y primera mitad del XII, periodo en el que es citado en el Calixtintus, contó con recursos muy considerables. De él llegaron a depender unas cuarenta iglesias en Francia y Aragón. Estaba administrado por canónigos regulares.
Santa Cristina entró en decadencia en el siglo XIII y acabó desapareciendo a principios del XVII a causa del auge del paso de peregrinos por Roncesvalles -ya desde el siglo XII-, las disputas político-religiosas entre hugonotes y católicos y la decadencia de la peregrinación desde el XVI. Sus piedras, como las del vecino castillo de Candanchú, también ocupado por momentos en la protección de los peregrinos, fueron utilizadas para obras como la línea de ferrocarril, por lo que apenas se conservan vestigios. Ha habido algunos intentos de rescatar su memoria. [MR]
V. Somport