XacopediaFelisa

Personaje contemporáneo del Camino Francés. Felisa falleció en el 2002, a los noventa y dos años, tras varias décadas de atención a los peregrinos. Esta anciana, conocida como Felisa de Logroño, tía Felisa o doña Felisa, vivía al borde del Camino, después de Viana, en el descenso del monte Cantabria, justo antes de Logroño. Hasta su fallecimiento, sellaba la credencial y daba higos a los peregrinos, cometido continuado por su hija. Para ello había creado una “oficina” al aire libre, bajo una higuera, que constaba de una silla plegable, una mesa de tablerillo martilleada en la que apoyarse, una estufa de butano para hacer frente al frío del invierno y una sombrilla para soportar el calor del verano.

De condición humilde, comenzó a atender desinteresadamente a los peregrinos siendo aún joven. Desempeñó otros trabajos, como el de costurera, pero nunca abandonó este, al que dedicaba incluso los domingos. Desde la puerta de su casa vio pasar la etapa pionera del Camino, así como su recuperación desde los últimos años del siglo XX, pertrechada con botijo de agua fresca para saciar la sed, e higos para ayudar a reponer del cansancio a los peregrinos. Además de sellarles la credencial, les solía dar consejos para que aprovechasen la visita a Logroño, el lugar que ella consideraba “el más bonito de España”. Intentando ofrecer una información más completa, se aprendió algunos datos históricos sobre la ciudad, pero le resultaba un tanto difícil recordarlos, por lo que desistió en su empeño.

De buen carácter, alegre y sonriente, se ganaba el afecto y agradecimiento de los caminantes, quienes le solían dejar mensajes como recordatorio en un cuaderno que ella ponía a su disposición. No se sabe el porqué de su dedicación, aunque se ha dicho que muy posiblemente estuviese relacionada con un mal de amores con un peregrino alemán como protagonista. Con sentido del humor, ella decía que se debía a un milagro en el que, siendo aún niña, Dios se le había aparecido y le había preguntado hacia dónde se iba a Santiago.

En los últimos años de su vida visitó por primera y única vez la ciudad de Santiago. Viajó junto a varias compañeras que le consiguieron la compostela, que ella no quiso aceptar, hasta que el obispo le insistió. Con ella le agradecían su labor como “hospitalera” después de tantos años de servicio. Aparece en el puesto 14 entre los top del camino de la revista Peregrino. [XIV]


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