Situada en Limoges, Francia, en la Vía de Vézelay. Se trata de una de las cinco iglesias catalogadas por Émile Mâle como de peregrinación, pero corrió la misma suerte que Saint-Martin de Tours y fue demolida por la Revolución a partir de 1792. Las crónicas abaciales, pues la casa pasó de los canónigos regulares a los benedictinos, entrando luego en la órbita de Cluny, hacen constar que había sido reedificada tras el incendio que afectó al complejo en 1053, evolucionando la obra durante el abadengo de Adémar (1063-1114). Dicho templo, que pudo convertirse en modelo para Saint-Sernin de Toulouse y Compos-tela, fue consagrado en 1095, pero los especialistas han concluido que no se puede establecer una filiación directa y cronológica entre las basílicas de Tours, Limoges, Conques, Toulouse y Santiago, pues las influencias se han ido demostrando múltiples y procedentes de diferentes focos.
De la fábrica únicamente resta la cripta, con su colección de sarcófagos del siglo IV en adelante, pero conocemos su alzado por dos grabados del siglo XVIII. Poseía una torre en la fachada occidental, una circunstancia que parece corroborar, en opinión de Elie Lambert, la adecuación a la estructura de un monumento anterior. El transepto no estaba muy desarrollado, pues tan solo contaba con tres tramos y una minúscula capilla en cada brazo. En cuanto al santo aquí venerado, tenía un encanto especial por ser identificado, según su leyenda, con el niño que había repartido el pan y los peces en el milagro de la multiplicación, y también con el cocinero de la Última Cena; le fue encomendada la evangelización del Limusín en tiempos del papa Cornelio, algo que realizaría en el siglo III. El salto cronológico, que resta verosimilitud al relato, es algo bastante común en los planteamientos hagiográficos de la Edad Media. [AP]