Localidad de 437.715 habitantes (141 m), en la Vía Tolosana, en Francia. A 1.161 km de Santiago de Compostela. Sobre la ciudad romana de Tolosa, evangelizada en el siglo III por San Sernin, los visigodos establecieron la cabecera de su reino antes de ser desplazados a la Península Ibérica. Desde el siglo IX, y hasta 1271, aquí estuvo la corte de un poderoso condado, a todos los efectos independiente, que llegó a extenderse de Aquitania a Provenza. En la fase central de la Edad Media, coincidente con la época dorada del culto a las reliquias y las peregrinaciones, la capital del Languedoc se convierte en la estación principal de la Vía de Arles, también conocida como Tolosana. Por más que en un principio se había intentado vindicar la posesión de la cabeza de Santiago el Mayor en la ciudad -por supuesta donación de Carlos el Calvo-, pretensión duramente rebatida desde Compostela, que asegura poseer el cuerpo entero, pronto se haría el silencio ante el gran éxito del culto a Saint-Sernin. Sin embargo, cuando el duque Jean de Berry entra en la ciudad en 1385, aún se indica que fue a venerar la cabeza de Santiago el Mayor, para la cual dispone se haga un lujoso relicario. A partir del siglo XIV, en Toulouse también reposan los restos de Santo Tomás de Aquino, el doctor que instauró la escolástica.
En el siglo XV Hermann Künig refiere que los tolosanos dicen contar con el cuerpo de nada menos que seis apóstoles: “Felipe, Santiago y Bernabé, el gran Santiago, Simón y Judas”; otros peregrinos, como Ilsung, Münzer, Arnold von Harff o Andrew Boorde, también se hacen eco de tan extenso relicario, que formaría parte de un plan de Carlomagno para reunir los cuerpos del colegio apostólico al completo. Durante un tiempo, como acontece en tantos otros lugares, el célebre milagro del ahorcado fue localizado en Toulouse, y así quedó plasmado en el Liber Sancti Iacobi.
Como toda aglomeración urbana con una dilatada historia, Toulouse cuenta con un gran número de testimonios del pasado, siendo el principal de la peregrinación la basílica de Saint-Sernin, considerada en una entrada aparte. El segundo templo en prestancia, aunque primero en rango, es la catedral de Saint-Étienne, próxima a la cual se sitúa la rue Saint-Jacques; en el siglo IX, según consta en un diploma de Carlos el Calvo, esta iglesia se encontraba bajo la advocación de “sancti Stephani seu et sancti Jacobi apostoli”, por lo que pudo ser la basílica que el Pseudo Turpín dice haber sido fundada por Carlomagno, en honor de Santiago, al regresar de Hispania. El edificio resulta ser un conglomerado de estilos, que se suceden de los siglos XIII a XVII, presentando la peculiaridad de que la única y elevada nave, iluminada por un gran rosetón desde la fachada, no coincide con el eje de la capilla Mayor y el deambulatorio.
De los conventos medievales es preciso reseñar el de los Agustinos (ss. XIV-XV), ahora convertido en un museo cuya colección contiene escultura medieval procedente de diversos templos y conventos desaparecidos, entre ellos la abadía de Saint-Sernin, o el de los Jacobinos, así denominado por situarse en las proximidades de la desaparecida puerta de Saint-Jacques, primera fundación de los dominicos que acogió, asimismo, la primera Universidad de Toulouse. Dicho convento sobresale, muy especialmente, por su templo gótico, que fue concluido en 1340 y emplea, como es habitual en la comarca, el ladrillo. Si su modelo de torre octogonal, provista de arcos mitrados, va a alcanzar una gran difusión regional en competencia con el campanario-muro, su interior, de dos naves, constituye un espacio espectacular en planta de salón y cubierto por complejas bóvedas, estrelladas y palmiformes, sostenidas por esbeltas columnas.
El recorrido de los peregrinos se prolonga por la plaza du Capitole, presidida por el edificio neoclásico del hotel de Ville, de 1750. Desde ella, la rue du Taur evoca el martirio padecido por Saint-Sernin y cuenta igualmente con la iglesia de Nôtre-Dame-du-Taur (s. XIV), edificada en el lugar en el que el santo fue enterrado. Por un lateral parte la rue de Périgord, en la que se sitúa la capilla de los Carmelitas, del siglo XVI, que en el medievo atraía a muchos peregrinos por contar con una imagen muy milagrera. Camino del río, los cluniacenses de Moissac poseían la iglesia de Saint-Pierre-des-Cuisines (1060), ahora auditorio, la cual se halla cimentada sobre una necrópolis romana que, a partir de la basílica de Saint-Sernin y hasta el Garona, adoptaba la misma disposición que la existente en San Pedro del Vaticano.
Cruzando el río por el puente Saint-Pierre, en el barrio de Saint-Cyprien ya comenzaba la Gascuña. Justo en la ribera sobresale por su tamaño el Hôtel-Dieu-Saint-Jacques, del siglo XVII, refugio seguro y bien dotado para los peregrinos de la Edad Moderna, aunque con anterioridad hubo otros muchos, entre ellos el titulado Petit Saint-Jacques, próximo a Saint-Sernin, o el de Nôtre-Dame-du-Puy. Poco después, la ruta jacobea pasa ante el templo de Saint-Nicolas-de-la-Grave (ss. XIV-XV), de torre octogonal como la de Saint-Sernin y una epifanía en el tímpano dispuesta en el sentido de la marcha.
En el centro de Toulouse tiene sus oficinas la Association de Cooperation Inter-Regionale des Chemins de Saint-Jacques de Compostelle, fundada en 1990 por las tres regiones del sur de Francia para reforzar, en todos los aspectos, las directrices del Consejo de Europa y la UNESCO sobre el Camino de Santiago en Francia. [AP]
V. Saint-Sernin-de-Toulouse, basílica de