La arquitectura y el arte góticos dejaron una huella perenne en el Camino de Santiago en España y Francia. La cultura jacobea durante la época bajomedieval -identificada desde el punto de vista histórico-artístico con el estilo gótico- mantuvo unos altos niveles de creatividad, pese a los prolongados periodos de crisis padecidos en Occidente durante esta etapa.
Si el siglo XIII fue una época luminosa, caracterizada por un optimismo colectivo visualizado en el esplendor de las artes y de la cultura, la centuria siguiente corresponde a la crisis de la Iglesia (Papado de Aviñón), la época de hambre que dejará a gran parte de la población sin defensas, desprotegida ante la crueldad de la peste negra (1348); el XIV es el mismo siglo en el que dará comienzo la Guerra de los Cien Años y se desarrolla en Castilla la guerra entre Pedro el Cruel y Enrique de Trastámara. Esta época de desgracias dará paso a un siglo XV en el que, pese a la continuación de la larga guerra entre Francia e Inglaterra y el estallido de guerras intestinas en Castilla, Italia e Inglaterra, la economía mejora y la población se recupera. En 1453 dejará de existir el Imperio bizantino con la toma de Constantinopla por los turcos, dejando para Occidente la responsabilidad de mantener encendida la llama de la cultura cristiana.
Durante el siglo XIII las peregrinaciones jacobeas continúan vivificando los caminos de Europa occidental y las calles de Santiago, de tal suerte que en Compostela el arzobispo Juan Arias desea emular el esplendor arquitectónico que viven ciudades como Burgos, León o Toledo, centros de poder eclesiástico capaces de levantar grandes catedrales góticas a imagen y semejanza de las francesas. Por eso no dudó en comenzar a construir una nueva cabecera para la basílica jacobea, una arquitectura con planta de gran desarrollo, con multitud de capillas radiales y que, de haberse concluido, cambiaría sustancialmente el aspecto de la catedral y el urbanismo de la ciudad apostólica.
El proyecto de una nueva cabecera gótica para Santiago -en la actualidad cubierta por las escaleras que unen A Quintana dos vivos con A Quintana dos mortos- reforzaría la presencia, ya de por sí monumental, del edificio jacobeo, en un ejercicio retórico y simbólico bien construido en otras ciudades del camino, como Burgos y León. En estas urbes se logró con buena nota alcanzar la experiencia integral que supone un proyecto de gran envergadura, en el que conviven la arquitectura, la escultura y la pintura, las portadas parlantes presentan al público devoto el poder de la Iglesia para salvarlo de la condenación eterna, al tiempo que en el interior del edificio los espacios se transforman simbólicamente con la luz coloreada que pasa a través de los vitrales.
Los portales esculturados, que en el siglo XII ya habían llevado al exterior del edificio una imaginería monumental, se enriquecen de tal modo en el siglo XIII que ningún fiel puede dudar de la representatividad de la catedral como casa de Dios y de su Madre, la Virgen María, una suerte de Jerusalén Celeste construida en la tierra con carácter aleccionador, para asombro y evangelización de las gentes, recordándoles en las celebradas escenas del Juicio Final que sólo la Iglesia les salvará de la condenación eterna. La pintura mural, los retablos, la orfebrería y las imágenes de culto constituyen los complementos adecuados para que el templo gótico cuente con recursos dignos del esplendor de la liturgia unificada de una Iglesia triunfante y universal. Las vidrieras cubren los amplios vanos que se conciben para tamizar con intención mística la atmósfera del templo con los colores simbólicos de las escenas bíblicas y evangélicas diseñadas en material traslúcido para naves y capillas.
El gótico es un arte cristiano nacido francés, que se hace europeo y urbano. Sus canales de difusión fueron, entre otros, los caminos de peregrinación. En los reinos cristianos peninsulares se inicia este arte total en 1224 con la conclusión de la catedral de Tui, en el Camino Portugués, incorporando el estilo francés en las obras del brazo mayor de la cruz basilical tudense, donde se emplean cubiertas de crucería y pilares de núcleo cilíndrico y finas columnas adosadas. A partir de 1225 se construye la portada principal y la fachada, como remate occidental del edificio, desplegando un programa iconográfico en el que se sintetiza en una sola entrada lo que en Francia se hacía en los tres portales de una catedral.
La puerta ojival de Tui está flanqueada por estatuas-columnas; las de la izquierda representan a Moisés, San Pedro, Isaías y San Juan Bautista, mientras que a la derecha están la pareja real de Salomón y la reina de Saba, y los profetas Daniel y Jeremías, este último portando en sus manos un crucifijo. El programa del tímpano es fundamentalmente mariano, rasgo muy extendido en el estilo gótico, con una imaginería pétrea que exalta la figura de la Virgen: en el registro inferior del tímpano se labran los episodios de la Anunciación y la Natividad; en el registro medio destaca la Epifanía, y en el superior la Jerusalén Celeste, presuponiendo el episodio del Juicio Final. La idea principal que anima el conjunto de esta primera portada gótica es, no obstante, la comunión entre Cristo y su Iglesia.
Esta obra sin precedentes peninsulares fue posible gracias al concurso de maestros formados en la tradición escultórica de las catedrales de Laon, Sens y Chartres, los centros principales del gótico clásico francés del siglo XIII.
La impronta del gótico galo permanece también en las catedrales de Burgos y León, en el Camino Francés, evidenciando la capacidad de comunicación con el resto de Europa que los reinos hispanos alcanzaron gracias al Camino de Santiago. Al igual que había pasado en Tui a partir de 1220-25, en Burgos y León se desarrollaron unos conjuntos monumentales cuyos orígenes estilísticos se cimentan en la tradición francesa de Reims, Bourges y Coutances. Estas catedrales hispanas, construidas casi a la vez, servirán de modelo para otras iglesias del reino castellano-leonés. Será a partir de 1230, tras la muerte de Alfonso IX de León y Galicia, cuando León pierda peso político a favor de Burgos y del territorio castellano, siendo de facto la ciudad regia de Burgos, centro comercial privilegiado en el negocio castellano de la lana, la capital del reino de Fernando III, heredero de Castilla y León.
Poco después de haberse iniciado los trabajos del taller gótico de Tui, dan comienzo las obras de la nueva catedral de Burgos, dirigidas por el maestro francés cuyos principales operarios se habían formado en los talleres antes citados. Fue en 1221 cuando se abre esta cantería castellana para crear un grandioso edificio bajo inspiración del obispo burgalense Mauricio y financiación de Fernando III. La nueva arquitectura se levantó con planos que evocan el diseño en planta de la catedral de Reims, el templo donde se coronan los reyes de Francia: plan basilical de cruz latina, con tres naves en el brazo mayor, nave única en el crucero y cabecera rodeada por un deambulatorio al que se abren con capillas de planta poligonal. La catedral de Burgos se consagra en 1260, aunque las obras habrían de continuar durante los siglos XIV, XV e incluso XVI, con la conclusión de la fachada principal y sus torres y la elevación del cimborrio.
Tras el fallecimiento del arquitecto francés que había iniciado las obras de Burgos, el taller fue dirigido por el maestro Enrique, un hispano que marchará a León para iniciar la segunda catedral gótica del Camino Francés. A Enrique le sucedió en Burgos el maestro Johan Pérez, artista que también dejará esta ciudad para continuar las obras de la catedral leonesa. Este edificio admirable se había iniciado en 1255 bajo inspiración del obispo Martín Fernández y patrocinada por Alfonso X el Sabio. Aunque fue comenzada por el maestro Enrique, al fallecer en 1277, le sucedió Johan Pérez, autor que dejó una mayor impronta en León, al diseñar un alzado con menos superficie mural, lo que deja paso a la introducción de más vidrieras. Al igual que en Burgos, la catedral de León evoca en planta a la de Reims, conformada por una cruz latina, con tres naves en el brazo mayor, otras tres en el crucero y cabecera con girola y capillas radiales.
Siguiendo en el Camino Francés, en tierras de Palencia se levanta la iglesia templaria de Villalcázar de Sirga, obra de gran entidad, construida en el segundo tercio del siglo XIII, que se enseñorea del caserío circundante por su posición elevada y por la monumentalidad de su arquitectura. Fue concebida con planta de cruz latina, con cabecera tripartita, más ancha la capilla mayor que las laterales, pocos vanos en los muros y bóvedas sexpartitas como sistema de cubiertas.
En la Galicia de los caminos de peregrinación, a excepción de la catedral de Tui, la arquitectura gótica floreció de modo muy modesto. La catedral románica de Lugo, en el Camino Primitivo, adquiere en el siglo XIV una nueva cabecera gótica, multiplicando sus capillas; la de Ourense, Camino del Sudeste, inicia en el siglo XIII la construcción de un nuevo claustro (inconcluso) y levanta un airoso cimborrio tardogótico.
Mención aparte merece la catedral de Mondoñedo, en el Camino del Norte, que fue construida por orden del obispo Martín (1219-50), quien manda levantar una catedral de transición, románica pero con notables influencias en planta y alzado de la arquitectura cisterciense, con un proyecto de planta de cruz latina, con tres naves separadas por pilares de sección cruciforme, crucero resaltado en planta y tres ábsides semicirculares, a semejanza de la iglesia monástica de Meira; las naves estaban cubiertas por techumbre de madera, sustituida a partir del siglo XV con bóvedas de crucería y cubiertas estrelladas; en cuanto a su fachada, aunque muestra una portada de evidente tradición románica, con arquivoltas de medio punto y tímpano liso, cuenta con un elemento que la anima y en buena medida la define: uno de los mayores y más bellos rosetones góticos del noroeste.
En Tui, durante la segunda mitad del siglo XIII, se edifica por completo el claustro gótico de su catedral, un conjunto que deriva del modelo cisterciense del monasterio de Oia, obra por lo tanto arcaizante, si se la compara con el vanguardismo afrancesado del templo. Se reconstruyó este claustro en buena medida en el siglo XV, reforzando su fábrica con elementos defensivos, como la torre levantada en 1408 en el ángulo suroeste, auspiciada por el obispo Juan Fernández de Sotomayor II.
En Betanzos, Lugo, Ourense, Pontevedra y Compostela el gótico mendicante de franciscanos y dominicos forma parte de la escena urbana de los siglos XIV y XV, con sus iglesias de nave única, techadas con madera, a veces con planta de cruz latina y crucero también cubierto por armadura lígnea, pero generalmente con cabecera triple o quíntuple (Santo Domingo de Pontevedra) cubierta de bóvedas nervadas, iluminadas por esbeltos ventanales apuntados. Según piadosa tradición, San Francisco de Asís (1182-1226) peregrinó a Santiago a principios del siglo XIII, y durante su estancia en la ciudad fundó el primer convento peninsular de la orden, y su desaparecida iglesia será el modelo de los demás templos franciscanos gallegos y de los dominicos.
La escultura gótica está asociada de modo significativo a la arquitectura, al situarse en portales, frisos, gárgolas y otras zonas altas del exterior. En el interior de los templos la imaginería lígnea y las esculturas de piedra o alabastro dotan al edificio sacro de retablos, imágenes de devoción -crucificados, calvarios, tallas de la Virgen, santos, etc.-, en su mayoría realizadas en madera policromada, y sepulcros con yacentes e imaginería en relieve o bulto redondo, cubriendo yacijas y arcosolios. En el ámbito del Camino Francés merece la pena destacar algunas piezas en madera, como la preciosa Virgen de la colegiata de Roncesvalles, obra francesa de fines del siglo XIII o inicios del XIV; el Cristo crucificado de Puente la Reina (iglesia del Crucifijo), obra maestra alemana del siglo XIV, y el Santiago peregrino también de Puente la Reina, pieza policromada de estilo francés que se conserva en la iglesia de Santiago de esta villa navarra.
Pese a todo, es en las portadas de las catedrales donde la escultura gótica del Camino de Santiago dejó mayor impronta, pues sus programas esculpidos se presentan a la vista de burgueses, mercaderes, campesinos y peregrinos, en las entradas de los principales edificios urbanos, abiertas a plazas comerciales o calles populosas. Si en Tui los escultores del siglo XIII tuvieron que ejercitar su ingenio para explicar en una única portada lo que solía presentarse en tres, en Burgos y León contaron con la oportunidad de crear una trilogía de portales -perdido el occidental burgalés, oculto el norte leonés, al ser salida para el claustro- en los que brilla la escultora gótica hispana.
En Ourense, en el Camino del Sudeste gallego, en el segundo cuarto del siglo XIII se concluye la catedral por occidente con la labra en piedra del Pórtico del Paraíso, evocación preciosa del Pórtico de la Gloria mateano, casi un homenaje podría decirse, y con alguna influencia gótica francesa, eliminando arcaísmos como los pies cruzados y simplificando mucho el plegado de paños.
No obstante, al tratar de composiciones plenamente góticas hay que destacar los portales de Burgos y León, cuyos maestros recrearon con acierto y talento conjuntos franceses de prestigio. Hacia 1240 se labra la puerta del Sarmental en el crucero sur de la catedral de Burgos, protagonizada en su tímpano por una Maiestas Domini [Majestad de Dios] rodeada por el Tetramorfos; se trata de una creación de resonancias iconográficas chartrianas y de enorme calidad, muy próxima en estilo a los mejores maestros contemporáneos de la catedral de Amiens, al tiempo que otro escultor, más próximo a la tradición de la portada norte de Reims, labra los apóstoles del dintel. Las arquivoltas de esta portada sur están cubiertas de figuras -los Ancianos del Apocalipsis, ángeles, serafines y representaciones de las artes liberales- que refuerzan el significado apocalíptico del conjunto, mientras que en el parteluz se sitúa la imagen de un santo obispo.
En Burgos también se conserva la portada norte del crucero, llamada de la Coronería, muy elocuente en su mensaje a los viandantes y a los peregrinos, pues esa calle es también tramo urbano del Camino de Santiago. Se labró algo más tarde que la sur, hacia 1250-57, en un estilo que recuerda la portada del Juicio de la catedral de León -tal vez uno o varios escultores intervinieron en ambos conjuntos- y cuenta con una iconografía que evoca la de Chartres, sobre todo en el tímpano, dividido en dos registros: el inferior con la Maiestas Domini flanqueada por las imágenes intercesoras de la Virgen y San Juan; los tres están acompañados en su registro y en el superior por los ángeles que portan los instrumentos de la Pasión del Señor –arma Christi que simbolizan el triunfo de la segunda venida del Mesías-, conformando una escena elocuente, íntimamente relacionada con la escena del Juicio Final representada en el dintel de la puerta, con la imagen de los elegidos que pasan a la Gloria y de los réprobos, que serán arrojados a las fauces del diablo.
Los apóstoles flanquean esta portada gótica del Camino que, a ojos de devotos y peregrinos, sin duda sería un eficaz y aleccionador instrumento, capaz de captar la atención de todo el que pasase y de impresionar tanto al burgués que acudía al templo, como al peregrino que buscaba en la Ruta Jacobea su personal encuentro con Dios. La desaparecida portada occidental de la catedral de Burgos poseía una estructura tripartita, conocida gracias a un grabado anterior a la remodelación neoclásica, animada por estatuas-columnas y tímpanos dedicados a la vida de la Virgen.
En la catedral de León los escultores labraron con esmero las tres portadas, al tiempo que se elevaba la cantería del edificio. El maestro de la Coronería de Burgos trabaja en la portada occidental leonesa, llamada del Juicio y realizada entre 1260 y finales de siglo, con la colaboración de otro escultor, autor del sepulcro del deán Martín Fernández, de modo que el estilo sereno del burgalés contrasta con las poses forzadas y la sensación de desequilibrio que se aprecia en las esculturas labradas por el artista local. La temática de esta portada leonesa es semejante a la vista en la Coronería: en el tímpano el Cristo del último día viene con todo su poder a juzgar a vivos y muertos, rodeado de ángeles y acompañado por la Virgen y San Juan, una vez más orantes, solicitando clemencia para el género humano, al tiempo que, en el dintel, una multitud de figuras se esfuerza por buscar la salvación, alejándose de los condenados. El público urbano y los peregrinos estarían, por lo tanto, sobradamente advertidos del destino que aguarda a la humanidad, una vez llegado el fin de los tiempos.
Las portadas que flanquean la puerta del Juicio están dedicadas a la vida de la Virgen y reciben el nombre San Francisco (puerta derecha) y San Juan (puerta izquierda).
La portada sur leonesa está inspirada en la del Sarmental de Burgos y está dedicada al santo patrono de la ciudad, San Froilán -nacido en Lugo-, representado en el parteluz con sus atavíos episcopales. La portada norte, de acceso al claustro, conserva parte de su policromía, por estar resguardada de la intemperie. En una de sus crujías puede verse un lucillo sepulcral gótico, con un tímpano protagonizado por Cristo resucitado ante el que se postran la Virgen y el apóstol Santiago, caracterizado como peregrino, implorando misericordia por el alma del difunto, evidente devoto de María y del evangelizador de Hispania. Para la iconografía jacobea interesa mucho esta elocuente imagen de Santiago el Mayor como intercesor ante Dios, por tratarse de uno de los principales papeles que le asignaban los peregrinos en la Edad Media.
Aunque en pintura sobre tabla, sobre todo del siglo XV, hay bastantes ejemplos protagonizados por Santiago el Mayor, bien como peregrino, como matamoros o formando parte de escenas de la translatio o inspiradas en la Leyenda dorada de Jacopo de Varazze, el Apóstol también desempeña su papel en una de las manifestaciones más importantes del arte gótico europeo: las célebres Cantigas de Alfonso X, cuya corte literaria, de orientación lírico-provenzal, inició su labor en 1257, recogiendo las canciones del monarca dedicadas a la Virgen, compuestas por el propio soberano o encargadas a trovadores de su entorno. Emplearon la lengua gallega y la forma islámica de la estrofa del zéjel, en un ejercicio de mestizaje cultural característico de la España de las tres culturas.
Entre los temas jacobeos reinterpretados por los poetas-músicos del monarca castellano destacan dos célebres milagros acaecidos en el Camino de Santiago gracias a la intervención del Apóstol, recogidos en el siglo XII en el libro II del Calixtino: el milagro del ahorcado y el milagro del peregrino que se suicida por consejo del diablo disfrazado de Santiago. En las Cantigas alfonsinas al efecto intercesor de Santiago se suman el poder y la misericordia de María; si en la cantiga XXVI es el apóstol quien vela por el alma del peregrino y solicita la ayuda de la Virgen para que libre al pecador de las garras del diablo, el poder de María se muestra como única fuente de vida en la cantiga CLXXV, al resucitar al joven peregrino falsamente acusado de robo e injustamente ahorcado.
Los miniaturistas que participaron en la parte gráfica de las Cantigas emplearon todo el aparato iconográfico característico del peregrino, tal como se expresa en el sermón Veneranda dies del Calixtino, representando con bordón, sombrero de ala ancha y amplios mantos a los devotos marianos que marchan en romería (cantiga XLIX), aquellos que reciben las bondades de la hospitalidad sincera (cantiga CLIX), o al enfermo que sana por intervención de la Virgen y marcha en peregrinación con el fin de honrarla (cantiga CLXVI).
La decidida intervención del Apóstol en la cantiga XXVI, luchando contra el diablo para salvar el alma del peregrino que se suicida por consejo del maligno, se expresa en su plasmación visual con una inusual imagen guerrera de Santiago, vestido con evangélica túnica pero blandiendo la espada contra el diablo que pretende robar el alma del incauto peregrino.
Es evidente, por lo tanto, que el estilo gótico contó con gran desarrollo en los caminos jacobeos, y que el apóstol Santiago fue inspiración para numerosos artistas, en una época pródiga en manifestaciones culturales. [FS]