XacopediaPapado

Las iniciativas de los papas romanos relativas a la Iglesia de Santiago de Compostela son constantes a lo largo de la historia. Son menos frecuentes las referidas a las peregrinaciones jacobeas.

No tenemos noticia firme de cuando los papas romanos tuvieron conocimiento del descubrimiento del sepulcro de Santiago (820-830) ni como aceptaron el hecho. Las primeras menciones significativas son del siglo XI y no precisamente positivas. En esa centuria, el uso del título de obispo de la sede apostólica compostelana utilizado por el obispo Cresconio provoca el primer y mayor conflicto hasta el presente entre Roma y Santiago. En 1049, durante el Concilio de Reims (Francia) el papa León IX excomulga al prelado compostelano tras recriminarle el uso de un título “reservado a los obispos de Roma”. La tensión continuará en los años siguientes.

Sin embargo, la llegada del cluniacense Urbano II al pontificado permite que en 1095 este declare la sede de Santiago exenta de metropolitano, lo que le hacía depender sólo de Roma, evitando cualquier tipo de supeditación de las iglesias peninsulares. Es el primer gran logro histórico, obra del obispo Dalmacio. Para ello Santiago se pliega a las exigencias papales, aceptando (1074) la predicación en la península de los famosos siete varones apostólicos enviados por Roma, frente al papel reclamado para el Apóstol por la Iglesia compostelana.

Las buenas relaciones de Dalmacio seguirán y se perfeccionarán con Diego Gelmírez, su sucesor. Los intensos y casi constantes contactos con Roma durante la primera mitad del siglo XII, especialmente con el también cluniacense papa Calixto II, gran benefactor compostelano, marcan un hito en la historia, y esto pese a que llegan a acusar al prelado ante Roma por actuar casi como un papa, con espectaculares medidas como el nombramiento de siete cardenales presbíteros para la Iglesia compostelana.

Es también durante el mandato de Gelmírez cuando se va a procurar con más ahínco la consideración de Santiago como la gran Iglesia de Occidente, casi al mismo nivel que Roma. No lo logrará, pero las pretensiones llegan hasta ese punto, como recuerda Manuel C. Díaz y Díaz, para quien no se puede entender la Iglesia compostelana de este período sin fijarse en la rivalidad más o menos confesada o explícita entre Compostela y Roma. El éxito de las peregrinaciones jacobeas, que la segunda no deja de ver con recelo, provocará un soterrado juego de reticencias, pese a que algunos papas también legislen a su favor temas como la hospitalidad o los privilegios comerciales para Santiago en esta materia.

Las relaciones continuaron más o menos estables durante el siglo XIV, entre otros con el papa Juan XXII, que nombra arzobispo compostelano a su amigo el también francés Berenguel de Landoira, muestra de la relevancia que Roma concedía por ese tiempo a la Iglesia compostelana.

En el siglo XV los papas consentirán e incluso fomentarán el año santo compostelano. Había nacido en gran medida como un acto local a imitación del romano, pero acabará aceptado como un hecho consumado, e incluso varios pontífices legislarán a su favor. Y es que Compostela, como en la Edad Media, seguirá mirando a Roma de reojo a partir del siglo XVI e imitándola en todo aquello que considera de interés para su propia proyección y prestigio. Durante el barroco las iniciativas papales para la basílica de San Pedro inspirarán casi de inmediato las reformas en la compostelana, que aprovecha sus todavía cuantiosos recursos, procedentes en gran medida del Voto de Santiago.

Este afán compostelano por intentar no perder el paso en relación con Roma provocará notables dificultades a la Iglesia compostelana en los siglos XVII y XVIII, especialmente en el primero. Algún papa, dispuesto a establecer un mayor rigor en el calendario eclesiástico, pone en duda la festividad de Santiago e incluso llega a considerar una simple tradición local todo el armazón compostelano, fundamentado en la predicación de Santiago y el traslado de sus restos a España. Es también el periodo en el que algún que otro pontífice se muestra receptivo a aceptar el cambio del patrón de España -Santiago- o al menos a compartirlo con Santa Teresa, San José, etc. Son, sin duda, de nuevo años difíciles en las relaciones entre las dos sedes apostólicas europeas.

Todo cambiará en la segunda mitad del siglo XIX. Será providencial la coincidencia en el tiempo de un papa y un arzobispo compostelano unidos por la amistad. Nos referimos al papa León XIII y al cardenal Payá y Rico. Este decide relanzar el santuario compostelano aprovechando el renacer de las peregrinaciones que comienza a observarse y aquel le responde aceptando como auténticas las reliquias de Santiago redescubiertas en la catedral y llamando de nuevo a la peregrinación de todo el orbe a Compostela. De un plumazo, León XIII restaña muchas de las viejas heridas abiertas y señala que la afluencia de peregrinos a Compostela es comparable “en justicia a la que atraían los Santos lugares de Palestina y las tumbas de los apóstoles Pedro y Pablo”.

Aprovecha, además, para recordar a varios de sus predecesores como benefactores de Santiago: Pascual II, Calixto II, Eugenio III, Anastasio IV y Alejandro III como “enriquecedores de la tumba de Santiago con tesoros y privilegios”.

Durante gran parte del siglo XX la tibieza marcará la relación Santiago-El Vaticano. En 1940 Pío XII afirma que después de Palestina y Roma “quizás no exista un lugar al que hayan acudido, a través de los siglos, tantos peregrinos devotos como a la capital histórica de Galicia, Santiago de Compostela, donde, según una antigua tradición, descansan las reliquias del apóstol Santiago el Mayor”. La matización “según una antigua tradición”, con ser cierta, introduce un grado de exigente precisión no observable en otros momentos.

En fin, hubo que esperar a la rotundidad del papa viajero, Juan Pablo II, para que un Sumo Pontífice llegase a la meta de peregrinación compostelana y la colmase con sus mejores intenciones, pidiendo a Europa, desde Compostela, que avivase sus raíces cristianas. Benedicto XVI, viejo conocedor de la peregrinación compostelana, incluyó en su escudo papal (2005) la concha del peregrino. La tomó de la heráldica del antiguo monasterio de Ratisbona (Alemania), ciudad de vieja relevancia jacobea donde el nuevo papa poseía una casa, aunque la inclusión no tuviese relación inmediata con la temática compostelana. [MR]

LOS PAPAS MÁS JACOBEOS

Siglo IX

León III - Se le atribuye falsamente la Epístola del papa León en la que por primera vez se narra la traslación del cuerpo de Santiago de Palestina a Galicia.

Pascual I / Eugenio I - Durante el Papado de uno de los dos se habría producido el descubrimiento de la tumba de Santiago en Galicia.

Siglo XI

León IX - En 1049 excomulga al obispo compostelano Cresconio por considerar a Santiago de Compostela sede apostólica.

Gregorio VII - Niega la tradición de la predicación de Santiago en la Península Ibérica, que atribuye a discípulos de San Pedro y San Paulo.

Urbano II - Tras los malos tiempos precedentes, en 1095 este papa confirma a Santiago como sede episcopal, que asume la original de Iria Flavia.

Siglo XII

Pascual II - Concede el privilegio del Voto a Santiago y el palio al obispo compostelano Diego Gelmírez; suponía la aceptación del traslado del cuerpo de Santiago a Galicia.

Calixto II - Distingue a la Iglesia de Santiago como sede metropolitana. Sus obispos pasan a utilizar la distinción de arzobispos. Se le atribuye falsamente el Codex Calixtinus.

Alejandro III - Se le atribuye la bula Regis Aerterni, que establece como perpetuo el año santo compostelano. Actualmente se considera falsa.

Siglo XV

Sixto IV - Primer papa que confirma documentalmente (1484) la celebración del año santo compostelano.

Siglo XVI

Sixto V - Establece que el año santo compostelano se podrá celebrar, aunque ocasionalmente coincida en el tiempo con el año santo romano.

Siglo XVII

Clemente VIII - Rechaza la predicación de Santiago en la Península Ibérica y el enterramiento de su cuerpo en Compostela, que reduce a simples tradiciones locales.

Urbano VIII - Concedió y retiró poco después el copatronato de España a Santa Teresa. Admite el enterramiento de Santiago en Compostela.

Siglo XIX

León XIII - En 1884 confirma las reliquias de Santiago como auténticas e invita al mundo a peregrinar de nuevo a su santuario, que equipara en la historia con los de Jerusalén y Roma.

Siglo XX

Pablo VI - Exige la adaptación de las indulgencias plenarias del año santo compostelano a las directrices modernizadoras del Concilio Vaticano II.

Juan Pablo II - Primer papa que peregrina como tal a Santiago -jubileo de 1982-, haciendo una llamada a todos los cristianos para renovar la peregrinación.

Siglo XXI

Benedicto XVI - Tiene previsto viajar a Santiago en noviembre de 2010 con motivo de la celebración del Año Santo.


¿QUIERES DEJAR UN COMENTARIO?


**Recuerda que los comentarios están pendientes de moderación