Denomi-nación dada a los siete discípulos de Santiago que, según la tradición jacobea, predicaron la palabra de su maestro por Hispania. Determinados relatos literarios señalan que después de presenciar como había sido degollado Santiago en Jerusalén, recogieron su cuerpo en un estercolero de las afueras de la ciudad, así como el hacha con la que se realizó el martirio. Se dirigieron a España, donde el Santo Apóstol les había pedido que lo llevasen una vez pereciese. De los nueve, dos de ellos, Teodoro y Atanasio, fueron enterrados en el mismo espacio que Santiago. Los siete restantes -Torcuato, Segundo, Indalecio, Tesifonte, Eufrasio, Cecilio, Exiquio- son conocidos como los siete varones apostólicos. El Códice Calixtino (s. XII), que los cita de pasada, señala, sin embargo, que los había elegido durante su predicación y que posteriormente serían ordenados obispos en Roma por Pedro y Pablo y volverían a Hispania a continuar con su misión hasta su martirio conjunto un 15 de mayo.
Con todo, existe una versión más antigua acerca de la naturaleza de los varones apostólicos ajena a la tradición jacobea. Se trata de unos manuscritos del siglo X, que transmiten información de los siglos VIII y IX. Según estos, las razones son siete clérigos cristianos discípulos de los apóstoles San Pablo y San Pedro que fueron mandados por estos -sus maestros- a la provincia Bética (actual Andalucía) para que predicaran el evangelio. Su actividad constituye la base del origen apostólico de la Iglesia española. Según estas leyendas, la primera población visitada por los varones fue Acci (Guadix, Granada), donde se estaban celebrando las fiestas paganas de Júpiter, Mercurio y Juno, por lo que al enterarse de sus intenciones evangelizadoras salieron a por ellos. Fueron seguidos hasta el río Fardes y de forma milagrosa se hundió el puente romano. Los perseguidores perecieron y los varones apostólicos se salvaron. Ante esto y en representación a la población de Acci salió la matrona Luparia, que una vez se puso en contacto con ellos, se convirtió al cristianismo -al igual que toda la ciudad- y creó una iglesia y un baptisterio. Acto seguido, estos siete misioneros se distribuyeron por diferentes urbes para difundir la doctrina cristiana en el mayor número de lugares posible. Así, Torcuato se quedó en Acci (Guadix, Granada), Tesifonte se fue a Verji (Berja, Almería), Exiquio marchó a Carcere (Cazorla), Indalecio a Urci (Pechina, Almería), Segundo a Abula (Ávila), Eufrasio a Iliturgi (Andújar) y Cecilio a Ilíberis (Granada). Hay que tener en cuenta que la identificación de estos lugares no está del todo clara.
De los varones apostólicos se habla en diversos documentos. En primer lugar en los calendarios mozárabes hispánicos -que ya existían en las iglesias españolas en el siglo V-, que dan argumentos acerca de la llegada de estos misioneros a España. También los menciona la literatura hagiográfica, tal y como puede verse en el Martirologio histórico, que nos ofrece un relato conciso con datos sobre la llegada de estos personajes a Hispania. Por otra parte, aparecen en los documentos litúrgicos mozárabes, pues existe una misa y un oficio de los varones apostólicos de rito mozárabe, así como en un escrito emilianense titulado De Misa Apostólica in Hispaniam ducta que se finalizó de escribir en el año 994; y en el documento La Vita del Cerrao tense (s. XIII), un resumen biográfico de los siete varones apostólicos. En cuanto a su suerte, las versiones son bastante escasas, aunque existe la creencia de que fueron mártires. En el siglo XIII los cita el escritor dominico Rodrigo de Cerrato. La leyenda de los varones apostólicos se considera un tema literario. El cristianismo habría llegado a la península más tarde. En todo caso, dado su éxito, la historia fue incorporada a la tradición jacobea muy pronto, aunque no hay duda de que en su origen no tuvieron vinculación. [VCM]
V. translatio.