El estimulante contacto con la naturaleza que el Camino de Santiago proporciona es para algunos peregrinos y estudiosos más un mito contemporáneo que una realidad contrastada, tanto a lo largo de la historia como en el presente. Es fácil observar que los textos y testimonios históricos de la peregrinación apenas mencionan la naturaleza en sentido positivo y cuando lo hacen aparece de pasada y en relación con algún momento o lance de la ruta. Los testimonios escritos contemporáneos, con darse más al disfrute del entorno natural, tampoco la confirman, al final, como un elemento determinante en la voluntad del peregrino.
Las penalidades que a los caminantes históricos les ocasionaba la naturaleza sin aditivos, que obligaba a grandes esfuerzos de supervivencia, no estimulaba precisamente los sentidos para una percepción positiva del medio físico. Para el peregrino medieval y de los siglos posteriores el entorno era, como casi todo, un concepto utilitario: resultaba bueno en función de si ayudaba o no en el viaje.
Si en la actualidad se valora de forma positiva la naturaleza incluso en condiciones extremas durante la ruta y se acepta el padecimiento momentáneo como parte de la experiencia del Camino -siempre habrá la oportunidad de una ducha y un reparador descanso al final del día-, el peregrino histórico tenía una visión de esta cuestión completamente distinta. Incluso caminantes tan animosos y dispuestos a disfrutar del viaje y de cualquiera de sus oportunidades como el italiano Nicola Albani (s. XVIII) observan y valoran el entorno natural en función sobre todo de sus dificultades: “Tuve que hacer una subida de cuatro millas por una montaña tan horrible que incluso las caballerías se habrían cansado.” Así se refiere Albani al hoy considerado espectacular entorno del Camino Francés en el límite entre León y Galicia.
Los relatos conservados reservan sobre todo las muestras de admiración y disfrute del entorno -aunque también reciba críticas- para los espacios urbanos, los grandes edificios y, en alguna ocasión, el mar. En el medio urbano el peregrino tenía la posibilidad real de recibir ayuda, alimentos y calor humano. Y estos eran valores supremos en ruta. También aparecen algunas consideraciones positivas cuando la naturaleza se combina con el tiempo agradable para caminar. Poco más.
Distintas declaraciones y encuestas consideran que el disfrute de la naturaleza es uno de los principales motivos que animan a los nuevos caminantes jacobeos a realizar el Camino de Santiago. Sin embargo, experimentados peregrinos ponen en entredicho que sea un fundamentado motivo de peso. Es sabido que en la Ruta Jacobea no todo es naturaleza y belleza paisajística. En algunos tramos el entorno desanimaría a cualquier persona que no fuese un animoso peregrino. Además, el cansancio físico se compadece mal, incluso en el presente, con el disfrute de la naturaleza. De ello pueden dar prueba muchos peregrinos.
Sí está demostrado que el entorno natural ayuda al caminante actual a crear el microcosmos que lo acompañará durante su largo viaje. Se establece una relación de proximidad con el mundo físico que no se siente y vive en la vida diaria y que aporta nuevas sensaciones. Pese a esto, el contacto con la naturaleza es un elemento más de los que, interrelacionados, dan forma a la vivencia del Camino. No es en ningún caso el elemento definitorio: el peregrino como tal, de surgir, va surgiendo gracias a la experiencia poliédrica de la Ruta, y en ello tan determinante puede ser un excepcional entorno natural como una experiencia de comunicación con otro peregrino, un sentimiento espiritual que se aviva en un momento determinado, enfrentarse a las dificultades para hacer noche o un sencillo bocadillo al final de la etapa del día.
Por lo tanto, situar a la naturaleza como motivo de referencia para realizar el Camino de Santiago no deja de ser una forma apriorística de minusvalorarlo. En todo caso, muy pocas veces resultará una realidad que acabe determinando la experiencia final. En este sentido, se puede afirmar que estamos ante una de las leyendas contemporáneas -exitosa, sin duda- que han animado inicialmente a muchos peregrinos a comenzar la ruta hacia Compostela. [MR]