Denominación habitual de la pieza de plata realizada en 1880 para guardar en ella las reliquias del apóstol Santiago y sus discípulos Atanasio y Teodoro, tras ser localizadas en el subsuelo de la catedral compostelana en enero de 1879. Es la urna o arca que puede verse en la actualidad presidiendo la cripta situada bajo el altar mayor de dicha basílica. Se ubica en el espacio que antiguamente se cree que ocupó el sepulcro del Apóstol. Centro de devoción principal de la catedral compostelana, en esta urna se concentra el principal legado de la tradición compostelana. Ha sido un acicate moderno decisivo para el proceso de recuperación de la peregrinación cristiana a Santiago.
En el sentido de la obra intervino el sabio canónigo compostelano Antonio López Ferreiro. La decoración, con relieves de inspiración romano-bizantina, presenta en la tapa un crismón y en su frente y en los costados al Salvador y los apóstoles bajo arcos. Guerra Campos, estudioso de este período, afirma que “evoca en cierto sentido el retablo de plata que estuvo en el altar mayor de la basílica desde el siglo XII hasta el XVII.” Muchos peregrinos lo confundían con un arca en la que interpretaban que estarían los restos de Santiago. La actual urna, que resultó de una gran plasticidad, fue realizada por los artistas compostelanos José Losada y Ricardo Martínez. El primero es el autor de los dibujos. En el interior está dividida en tres compartimentos para los huesos de cada uno de los tres varones -Santiago, Teodoro y Atanasio-.
La pieza se colocó en su emplazamiento actual en el año santo compostelano de 1886, tras unas obras básicas de adaptación y acondicionamiento del antiguo espacio sepulcral del Apóstol, tapiado durante varios siglos, hasta que en 1878 había comenzado allí la búsqueda de las desaparecidas reliquias de Santiago.
Para ensalzar tan magno acontecimiento las reliquias fueron expuestas públicamente y a continuación introducidas de forma permanente en la urna. Para celebrarlo, tuvo lugar el 27 de julio una procesión por las calles compostelanas con el objetivo de que todo el vecindario pudiese dar gracias a Dios por el redescubrimiento de los restos apostólicos y su exposición en la basílica. Depositadas en la recién estrenada urna de plata, esta recorrió la ciudad en medio de una gran expectación y admiración. Posteriormente, la urna-relicario sólo volvería salir de la catedral el 30 de agosto de 1936. Fue con motivo de una procesión para rogar al Apóstol por la rápida victoria del ejército franquista en la Guerra Civil.
Jesús Precedo Lafuente es muy claro respecto al valor simbólico de la urna. Hasta su colocación en la cripta, los peregrinos “tenían que rezar sin poder fijar sus ojos en ningún lugar”.
No existe constancia oficial de que esta joya, que se cierra con llaves depositadas en distintas manos, fuese abierta en los últimos años. El Cabildo compostelano y la propia ciudad de Santiago incluyen la urna o arca y la estrella de Santiago, que aparece suspendida sobre esta, como símbolos de sus respectivos escudos. En el pasado posiblemente existieron en el altar de la catedral otras pequeñas urnas para depositar restos del Apóstol y sus discípulos. [MR]
V. Santiago, cripta de / Santiago, el Mayor, reliquias de