XacopediaApóstol Santiago, himnos al

Siendo el culto jacobeo el impulso que alimenta la peregrinación a Santiago de Compostela y el desarrollo del Camino de Santiago, es lógico comprender que sea abundante el número de himnos dedicados a la figura apostólica. Sería interminable recogerlos todos aquí, pero, al menos mencionaremos una representación de los mismos a través de la historia.

Los primeros son el Dum Pater Familias y el Cogaudeant catotholici, del Códice Calixtino (s. XII), expuestos con detalle en sus vocablos correspondientes, y que en otro tiempo eran cantos habituales de los peregrinos europeos.

También el Calixtino conserva otros himnos al apóstol Santiago. Y en primer lugar destaca el Psallat chorus celestium, atribuido a Fulberto de Chartres en el año 1007 y recogido en el folio 101v del códice.Illuc pergunt muneribus.

El himno Alleluia.Gratulemur et laetemur, del folio 119 del Codex, se atribuye en forma abreviada al papa Calixto. Su métrica es bastante libre y variable de unas a otras estrofas. En el texto van incluidas unas 20 palabras hebreas y algunas griegas, e incluye además las dos palabras germánicas que aparecen también en el Dum Pater Familias: “suseia” y “ultrea”.

Una forma de himno cantado del Calixtino es el conductus del folio 131v Laudes cum gaudio, atribuido a Fulberto. Originalmente fue un conductus monódico al que se le añadió una segunda voz en tinta roja.

Regi perennis glorie -folio 139 del Calixtino- es un himno atribuido a un cierto doctor gallego. De él decía Santiago Tafall que su métrica se adapta perfectamente a un alalá tradicional gallego, dato que sugiere, como otros del Códice, que esta música culta tiene su origen o su conexión con los cantos populares.

Entre las aportaciones atribuidas a Atón, obispo de Toyes, en el Códice Calixtino, está el himno al Apóstol Nostra phalanx plaudat leta de folio 214 [185].

A Alberico Aubry, arzobispo de Bourges, se le atribuye el himno Ad superni regis decus -folio 215 del Calixtino-, del que el P. Germán dijo que parece que “hubiese sido en su origen una muiñeira primitiva para gaita gallega, en un estilo muy semejante a una publicada por Pedrell en su Cancionero Popular Español”.

Cabría mencionar los villancicos de José de Vaquedano, toda una colección de himnos al apóstol Santiago, y en especial el más destacado, Al Apóstol más excelso, que se tratan en la entrada de Vaquedano.

El Breviario Romano reelaborado incluye un himno de vísperas del oficio español dedicado al apóstol Santiago y titulado Defensor Alme Hipaniae, atribuido a Blas de Cáseda, maestro de capilla de Santo Domingo de la Calzada.

En las Rimas de Peregrino, del Archivo musical de la catedral de Pamplona (s. XVIII), pueden verse unos versos en lengua vulgar. Era la canción que cantaban en torno a la hoguera en la plaza de Santo Domingo, al anochecer, en la víspera de Santiago.

Ensalcemos al Apóstol
con canciones y piedad
que las almas hoy respiran
alegría singular.
Desde el cielo, coronado,
nos bendice sin cesar,
su fe santa guardaremos
en el futuro caminar.
El nos trajo la creencia
de doctrina celestial
y por ella nuestra España
por los siglos triunfará.
Que aquí queda su plegaria
como piedra en el altar,
palpitando sus anhelos
desde el trono del Pilar.
Nuevos mundos se iluminan
con la gloria sin igual,
pues Santiago, sol de España,
astro fue de caridad.
¡Gloria, gloria! a Santiago
repitamos con afán,
porque España hoy y siempre
en el mundo vencerá.

Seguimos con el himno compostelano de laudes del Oficio del apóstol Santiago para el 25 de julio, con letra de Bernardo Velayo y la música de Juan Jauregui y Bernardo Velayo, Camino de Compostela:

Al celebrar tu memoria,
santo Apóstol peregrino,
guíanos por el camino
al Pórtico de la gloria.
Camino de Compostela,
va un romero caminando,
y es el camino de estrellas
polvareda de sus pasos.
En el pecho las vieiras,
y alto bordón en la mano,
sembrando por la vereda
las canciones y los salmos.
Llévale, romerico,
llévale a Santiago,
llévale, romerico,
llévale un abrazo.
Llegó al corazón de España
por-el monte y por el llano:
en los anchos horizontes
cielo y tierra se abrazaron.
Sube hasta el monte del Gozo
y allí, de hinojos postrado,
las altas torres de ensueño
casi toca con las manos.
Llévale, romerico,
llévale a Santiago,
llévale, romerico,
llévale un abrazo.
Romeros, sólo romeros;
dile que peregrinamos,
con la mirada en el cielo
desde la aurora al ocaso.
Camino de Compostela;
todos los hombres, hermanos,
construyendo un mundo nuevo
en el amor cimentado.
Llévale, romerico,
llévale a Santiago,
llévale, romerico,
llévale un abrazo.
Ven, Santiago, con nosotros,
que tu bordón es un báculo,
el cayado del pastor
para guiar el: rebaño.

Otra obra destacada, el Himno de Vísperas de la fiesta de Santiago (25 de julio):

Pues que siempre tan amado
fuiste de nuestro Señor,
Santiago, apóstol sagrado,
sé hoy nuestro protector.
Si con tu padre y con Juan
pescabas en Galilea,
Cristo cambió tu tarea
por el misionero afán.
A ser de su apostolado
pasas desde pescador:
Por el hervor del gran celo
que tu corazón quemaba,
cuando Cristo predicaba
aquí su reino del cielo,
“Hijo del trueno” llamado
fuiste por el Salvador.
Al ser por Cristo elegido,
por él fuiste consolado,
viéndole transfigurado,
de nieve y de sol vestido
y por el Padre aclamado
en la cumbre del Tabor.
Cuando el primero a su lado
en el reino quieres ser,
Cristo te invita a beber
su cáliz acibarado;
y tú, el primero, has sellado
con tu martirio el amor.
En Judea y Samaría
al principio predicaste,
después a España llegaste,
el Espíritu por guía,
y la verdad has plantado
donde reinaba el error

Para finalizar, el Himno Oficial al Apóstol Santiago de la catedral compostelana, lo compuso el maestro de capilla Manuel Soler Palmer sobre letra de un médico compostelano, Juan Barcia Caballero. Se estrenó en el acto de apertura de la Puerta Santa del 31 de diciembre de 1919, inicio del Año Santo de 1920. Desde entonces, se canta bajo el solemne acompañamiento del órgano mientras el botafumeiro vuela por las naves transversales de la catedral al finalizar la tradicional misa del peregrino. [AS]

Santo Adalid, patrón de las Españas,
amigo del Señor:
defiende a tus discípulos queridos,
protege a tu nación.
Las armas victoriosas del cristiano
venimos a templar
en el sagrado y encendido fuego
de tu devoto altar.
Firme y segura como aquella columna
que te entregó la Madre de Jesús;
será en España la Santa fe cristiana,
bien celestial que nos legaste tú.
¡Gloria a Santiago,
patrón insigne!
Gratos tus hijos
hoy te bendicen.
A tus plantas postrados te ofrecemos
la prenda más cordial de nuestro amor.
Defiende a tus discípulos queridos,
protege a tu nación.


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