XacopediaLaffi, Domenico

Clérigo borgoñés (s. XVII). Es uno de los peregrinos más relevantes de la historia jacobea por ser autor del relato de peregrinación de mayor calado y relevancia conocido hasta ahora, junto con el de Albani. Visita Santiago de Compostela en cuatro ocasiones; en concreto, en los años 1666, 1670, 1673 y 1691. Es en su segundo viaje cuando escribe una detenida narración del periplo con el título Viaggio in Ponente a San Giacomo di Galitia e Finisterre per Francia e Spagna, que fue publicada en Italia en 1673. Se encamina a través de Italia, Francia, España, y Portugal y llega a Santiago tras detenerse en numerosas ciudades y santuarios en los que profesó su fe y devoción. Desde Compostela continúa su viaje hacia Fisterra y Padrón. En el camino de regreso, tras detenerse en Madrid, se dirige a Barcelona desde donde volverá a su país y pone fin al relato.

Laffi es un hombre observador, sociable y meticuloso que anota cuidadosamente detalles y sucesos, dificultades del Camino, abusos o atenciones de los posaderos, problemas con los bandidos y las enfermedades, la conducta de los herejes, costumbres, juegos, danzas, etc., y que describe como nadie las ceremonias y ritos habituales en la catedral de Santiago. En consecuencia, la narración de la peregrinación se funde con el relato de noticias curiosas y experiencias personales. En ocasiones, también hace juicios de valor y compara los diferentes modelos de vida y costumbres con las que se encuentra en su recorrido, lo que aumenta aún más su interés y lo convierte en un documento de inestimable relevancia, que ofrece datos únicos.

En la época en la que viajó Laffi, la peregrinación a Compostela sufría una etapa de decadencia, que se había iniciado por motivos diversos, entre ellos y la difusión del protestantismo en Europa. Este italiano parte de Bolonia el mes de abril de 1670, acompañado del pintor y amigo Domenico Codici. La finalidad de su peregrinación era visitar la tumba del Apóstol, en la lejana ciudad de Santiago de Compostela, de manera que la emoción y el interés por las cuestiones religiosas llenan las páginas de su manuscrito.

La redacción es sencilla y accesible. Sin embargo, la ligereza de su estilo no implica la simplicidad de contenido pues, como ya se ha expuesto, incluye gran profusión de datos que re-crean como era la peregrinación en la segunda mitad del siglo XVII.

Laffi fija el itinerario que deben seguir los peregrinos italianos hasta Santiago y Fisterra, determinando las distancias y los lugares por los que pasa. En Italia y Francia utiliza la Vía Francígena, que en aquel tiempo recorrían los comerciantes franceses para dirigirse a Roma y que también fue transitada por los cruzados en el camino de Tierra Santa. Laffi y Codici parten de Bolonia, su tierra natal, en dirección a Parma, Piacenza y Milán. En Francia se desvían por Avignon y, ya en Nimes, los viajeros entran de lleno en el Camino Francés tomando la Vía de Tolosa, de la que se apartan en alguna ocasión, pasando de esta forma por Carcasona y cruzando los Pirineros por Roncesvalles en lugar de hacerlo por Somport. De aquí en adelante va a seguir el trazado del clásico Camino Francés recogido en el Códice Calixtino.

En su narración es recurrente el penoso problema diario de conseguir alojamiento o comida. Cuenta, por ejemplo, que en el pueblo de Burgo Ranero “se procuraron albergue, pero tan pobre que tuvimos que dormir en el suelo, porque estos son todos pastores de ovejas, que viven en esta villa, hecha toda de cabañas cubiertas de paja“. En recuerdo de esta anécdota, en 1990 el Ayuntamiento de esta localidad construyó un albergue de peregrinos que lleva el nombre de este caminante italiano.

Ante las dificultades que debían afrontar los viajeros por aquel entonces, el compañerismo y la tendencia a agruparse entre ellos era el arma más efectiva, según cuenta Laffi. Se proporcionaban ayuda y protección mutua para cruzar los ríos, en los asaltos de los bandidos, ante la abusiva explotación de los hosteleros o el comportamiento adverso de los herejes y las enfermedades, estas últimas tan fáciles de coger en un Camino tan duro y con climas constantemente cambiantes.

El texto está enriquecido con el comentario de un gran número de costumbres, tradiciones y mitos de los lugares por donde pasa el Camino. Así, en Roncesvalles reproduce numerosas y falsas noticias como que la iglesia fue construida por Carlomagno y en ella misaba el obispo Turpín, o que allí está el gran cuerno de Orlando -Roldán-, su escudo, su maza de guerra, su sepulcro y la roca que partió con su espada. Más adelante, en Santo Domingo de la Calzada, recoge con detalle el milagro del ahorcado o del gallo y la gallina, y en O Cebreiro el célebre milagro eucarístico.

Pero, sin duda, lo más interesante del relato se produce al llegar a Santiago, al narrar con una emoción que pocos supieron plasmar la sensación del peregrino que llega al Monte do Gozo y divisa por primera vez Compostela, la meta de su larga andadura: “Descubrimos el tan suspirado y gritado Santiago, distante cerca de media legua, descubierto súbitamente, postrándonos de rodillas, y por la gran alegría cayeron de los ojos las lágrimas, y comenzamos a cantar el Te Deum; pero dichos dos o tres versillos, y no más, pues no podíamos pronunciar palabra por las muchas lágrimas que abundantes salían de los ojos con tal compasión que el corazón se estremecía y los continuos sollozos hicieron cesar el canto.”

Laffi y su amigo entran en la ciudad por la rúa de San Pedro y Porta do Camiño. Ante el altar mayor de Santiago, manifiestan su religiosidad: “Postrados de rodillas con tanta alegría y contrición de corazón, que nunca experimentamos una parecida.” Dan el ritual abrazo al Apóstol, pero con una extraña explicación: “Se gana gran indulgencia, porque no se puede tocar su santo cuerpo”, es decir, la explica como una acción sustitutiva, derivada de la imposibilidad de acercarse y tocar los restos de Santiago, ya que Gelmírez había cerrado la cripta en el siglo XII.

Conocieron partes del complejo catedralicio, “cosas hermosas que no suelen ser vistas fácilmente por los peregrinos” como los tejados y campanarios, guiados por el cardenal de la iglesia, a quien Laffi había entregado algunos buenos dibujos de pintores italianos que le había prometido la primera vez que visitó Compostela.

Describe después una procesión en honor de Santa Isabel de Portugal, peregrina jacobea. Tiene lugar por la tarde “con muchos tamborileros, cada uno acompañado con un tocador de gaita y una dulzaina y otro instrumento, hecho como un marco de ventana, cubierto por los lados con pergamino, y lo tocan como en Italia se hace con las panderetas, pero hace un gran ruido”. A continuación “un grupo de jóvenes, que se turnan de cuatro en cuatro, van siempre bailando y tocando castañuelas y cantaban salmos y oraciones en voz alta, que parecía que iba a hundirse la iglesia por el gran ruido de aquellos instrumentos”. Este pasaje fue utilizado para el estudio de la música en el Camino de Santiago.

Laffi y Codici permanecieron varios días en Compostela, “una ciudad -afirma- hermosa y grande”. Después tuvieron “el capricho de llegar a Santa María de Fisterra”. Habla de la imagen de la Virgen y del Cristo de Fisterra, sobre el que narra un curioso milagro en relación con un ataque y asalto de moros que acaban bautizándose en la villa de Cesa, posiblemente la actual Cee. Tras visitar Padrón, regresa por Valladolid, el Escorial, Zaragoza, Barcelona y el sur de Francia hasta llegar Italia.

Laffi es también autor de otros relatos de sus peregrinaciones a Jerusalén y Lisboa, lugar que visita por ser la cuna de San Antón. Desde esta ciudad emprenderá el Camino de Santiago por cuarta y última vez, en 1691, realizando tanto de ida como de regreso el Camino Portugués.

Viaggio a Poniente fue impreso en Bolonia en el año 1673 por Giovanni Battista Ferroni. Ya en su época alcanzó un gran éxito y tuvo que ser reeditado en 1681. Con el tiempo se convertirá en una referencia para muchos peregrinos italianos que caminaron a Santiago desde el siglo XVII en adelante. El texto fue traducido a lengua castellana con el título de Viaje a Poniente por Clemente Crespo Caamaño, quien realiza una interesante introducción sobre el género odepórico y la peregrinación de este clérigo. En conclusión, Viaggio a Poniente es uno de los más relevantes textos de la literatura de peregrinaciones a Santiago y Laffi uno de los principales autores de literatura odepórica, piedra angular de todo estudio dedicado a la literatura de viajes a Compostela. [XIV]


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