Población de 19.350 habitantes (630 m), en la Vía Podiense, en Francia. A 1.504 km de Santiago de Compostela. En un paisaje sobrecogedor dominado por las agujas volcánicas -poyos o puys-, tan frecuentes en la región de Auvernia, los cultos ancestrales practicados en la colina de Anicium fueron cristianizados con la erección de sendas iglesias dedicadas a Santa María y San Miguel.
Según la leyenda, el primer obispo de la sede de Le Puy habría sido San Jorge, resucitado y enviado por San Pedro, junto a San Front, a la Galia. Desde el siglo V tenemos noticias sobre este proceso de asimilación que, por medio de la bautizada como Virgen del Dolmen, pretendía regularizar las prácticas de origen druídico realizadas en torno a una piedra negra, fragmento de un megalito, conocida como “de las fiebres”, y en el pozo anejo, los cuales permanecen en la catedral.
En 950 partió a Compostela el obispo Gotescalco, primer peregrino francés a Galicia del que tenemos testimonio, con su comitiva; la noticia figura en un códice del monasterio riojano de Albelda (951). Al regresar, la tradición dice que el prelado fundó la capilla de San Miguel (962). La Virgen Negra ya está presente en el siglo X y se consolida el centro devocional mariano y micaélico, que con esta peculiaridad se engarza en las arterias de la peregrinación jacobea. La ciudad episcopal se convirtió en punto de partida de uno de los principales itinerarios hacia Compostela, pues en ella confluían los peregrinos que empleaban la Oberstrasse, así borgoñones, suizos, bávaros, austríacos, húngaros, etc. En sentido norte-sur por el lugar también pasaba la antigua Vía Regordana, que comunicaba Clermont con Nimes y Saint-Gilles.
Una gran escalinata de 102 peldaños conduce a la catedral de Nôtre-Dame, de fachada polícroma, en la que es venerada una Virgen negra del siglo XVII que sustituyó a la medieval, donada por San Luis y destruida durante la Revolución. Edificado entre los siglos XI y XII, el templo posee tres naves, la central cubierta de cúpulas como en Périgueux, y transepto, pero carece de girola. Adosado al norte, se sitúa el claustro, concluido en la primera mitad del siglo XII, cuyas arcadas, en las que alternan las dovelas negras y blancas, evocan la decoración de la mezquita de Córdoba.
La devoción a la Virgen de Le Puy se propagó por España, llegando a través del Camino a Estella/Lizarra, donde se convirtió en la patrona. Alrededor de la catedral se fue configurando un gran complejo de culto y acogida, que, además del Hôtel-Dieu, fundado en la primera mitad del siglo XII, disponía desde el siglo XVII de un hospital general. Para dotar de ingresos al hospicio medieval, el obispo le había concedido el privilegio de fabricar y vender las medallas devocionales, que han sido halladas por toda Europa. Por otra parte, la casa disponía de limosneros que recaudaban fondos para la institución a lo largo y ancho del reino.
El segundo santuario de Le Puy es la iglesia de St-Michel-d’Aiguilhe, con un impresionante emplazamiento en lo alto de un promontorio basáltico, de 85 m de altura, en forma de dedo. En el lugar hubo anteriormente un dolmen y un templo dedicado a Mercurio, por lo que resulta evidente la voluntad de suplantación, desarrollada a través de un largo proceso en el que la iglesia construida por Gotescalco tan sólo constituye un episodio. La fábrica del siglo X fue ampliada con la erección de un templo románico (s. XII), que con dificultad adapta su planta a las estrecheces del terreno, por lo que consta de la nave, una pequeña girola, dos absidiolos semicirculares y una torre. Hasta ella asciende en espiral la escalinata tallada en la roca, provista de 268 peldaños, para dejar a los peregrinos ante la portada románica, que posee un ornamental arco trilobulado. A través de un ejercicio sintético, en ella se representa la visión del Apocalipsis, presidida por el agnusdéi, de evidente influencia del decorativismo islámico, realzado por la combinación de piedras de diferentes tonalidades; bajo el tímpano, el dintel se haya ocupado por dos sirenas. En el interior, gran parte de las bóvedas y muros se encuentran cubiertos por frescos románicos del siglo XII. Un tercer poyo de mayor altura, la roca Corneille, fue coronado con la imagen dorada de Nôtre-Dame de France (1860).
Como prueba de su espíritu jacobeo, la ciudad ha dedicado una estatua al Apóstol en el inicio de la calle que lleva su nombre (1990). Por su parte, la rue de Compostelle atraviesa el barrio de Saint-Jacques, donde permanece una cruz del siglo XVI. Le Puy celebra su año santo o de perdonanza cuando el 25 de marzo, día de la Anunciación, coincide con el Viernes Santo, circunstancia poco frecuente que tendrá lugar en 2016. [AP]