XacopediaPodiense, Vía

También conocida como Camino de Le Puy. Era el itinerario seguido, según el libro V del Codex Calixtino (s. XII), por los borgoñones y teutones, aunque el único santuario mencionado en dicho texto sea el de Sainte-Foy de Conques. P. A. Sigal lo calificó como el de más difícil recorrido, pues no en vano los peregrinos deben superar la meseta del Velay, los montes de la Margeride, el áspero planialto y las cumbres del Aubrac y otras montañas, y también transitar por hondos desfiladeros; sin embargo, y acaso para compensar, también se trata del más hermoso y el de más corto recorrido.

Por su parte, M. G. Jugnot realizó una profunda investigación sobre los caminos desde Le Puy (1979), identificando hasta once variantes a partir del eje principal. Incluido en la declaración de la UNESCO, que clasificó como Patrimonio de la Humanidad las cuatro grandes vías históricas de Francia en 1998, ha quedado definido como el GR-65, y se ha convertido en el itinerario predilecto de los franceses, en gran medida equiparable al Camino Francés en España.

A su actual primacía, que en absoluto se corresponde con la situación medieval, también contribuye el atractivo de la ciudad de partida, Le Puy-en-Velay, que ha colonizado un fascinante paisaje volcánico, con sus llamativas agujas o dedos, para transformarlo en un lugar sagrado. Los peregrinos contemporáneos siguen sin poder resistir la tentación de ascender el tortuoso camino escalonado a Saint-Michel-d’Aiguilhe, o la más amplia escalinata que conduce a la catedral de Nôtre-Dame, donde oran ante su Virgen Negra y reciben la credencial y una bendición de partida. Son ritos que, aunque para muchos hayan perdido su sentido sagrado, nos siguen haciendo partícipes, sin olvidar nuestras raíces, de la gran aventura milenaria del peregrinaje.

Entre Le Puy y Conques la Vía prosigue su marcha por el territorio volcánico de Auvernia, rico en formaciones basálticas, a través de Saugues, localidad en la que confluyen otras rutas menores de peregrinos. Dominada por la torre de los Ingleses (s. XIII), posee el hospital de Saint-Jacques y la colegiata de Saint-Médard, que tuvo origen en un priorato cluniaciense y sirve de reposo a San Bénilde (s. XIX), hermano de las Escuelas Cristianas canonizado en 1967. Los montes de la Margeride, vigilados por la encomienda templaria de Le Sauvage, cuyo hospitalillo ha recuperado la función como gîte [establecimiento hostelero], son la antesala del temido tránsito por el Aubrac, que principia en Aumont.

El macizo granítico aparece dominado por los pastos naturales, en los que en verano pacía el ganado trashumante, por los bosques repoblados contemporáneamente con pinos, y por las cañadas, limitadas por muretes de piedra. Sus principales jalones son Nasbinals, con iglesia románica del siglo XI; la solitaria dômerie de Nôtre-Dame-des-Pauvres en Aubrac, situada a 1.307 m y fundada en 1120 por Adalard, y Saint-Chély-d’Aubrac.

El valle del Olt, en lengua de Oc, o Lot, constituye un alivio para los peregrinos que han cruzado el Aubrac. Si Saint-Côme-d’Olt tuvo hospital de peregrinos desde el siglo XII y ha conservado el templo medieval de Nôtre-Dame, antes de llegar a Espalion se encuentra la iglesia románica de Perse, construida en el lugar donde San Hilario había sido decapitado por los musulmanes, que forma parte de un monasterio dependiente de Conques. Su fábrica, en gres rojo, data de los siglos XI y XII, y en ella sobresalen la puerta norte, decorada con los temas del Pentecostés y el Juicio Final, y la torre-muro. Espalion posee un puente gótico de cuatro ojos. Hasta Estaing, pueblo sumamente pintoresco y emblema de la moderna hospitalidad, la ruta prosigue por el valle del Lot, pero a partir de aquí se dirige directamente a Conques por la meseta de la Rouergue. El enclave, el pueblo, la abadía, su iglesia románica de peregrinación, el tímpano del Juicio Final o la estatua-relicario de Sainte-Foy se encuentran entre los iconos que mejor caracterizan a la Vía Podiense.

A partir de Conques se multiplican las variantes, pues aunque el itinerario principal recupera el tránsito por el valle del Lot hasta Figeac, con nuevas reliquias en su iglesia abacial de Saintt-Sauveur y hospitales de Nôtre-Dame-du-Puy, Saint-Léonard y Saint-Jacques-d’Anjou, para desembocar en Cahors, un ramal meridional lo hacía por Rodez y Villefranche-de-Rouergue. En Figeac, además, era muy habitual que los peregrinos abandonasen el itinerario para acercarse a Rocamadour, desde donde era factible retomar la Vía Podiense en Cahors o, empleando un itinerario alternativo, proseguir por Gourdon, Cazals, Villeneuve-sur-Lot y Agen hasta La Romieu. De las poblaciones mencionadas cabe destacar la de Figeac, donde por sus proporciones sobresale la iglesia abacial románica de Saint-Sauveur (ss. XII-XIII), sin olvidar el templo románico-gótico de Nôtre-Dame-du-Puy ni el hospital Saint-Jacques, fundado en 1260 y aún subsistente. En cuanto a Cahors, tiene su ex libris en el fortificado puente Valentré, tendido sobre el Lot en el siglo XIV.

El recorrido por el Quercy prosigue por Montcuq, con su gran donjon del siglo XII, la bastida de Lauzerte, encaramada en una colina, y ya en el Tarn Moissac, donde la contemplación de su portada monumental y claustro, ambos joyas del románico, preparaba a los peregrinos para nuevos desafíos. En un principio estos no aparecen, pues la marcha se torna plácida al borde del Tarn, que pronto confluye con el Garona, pero para los romeros del pasado sí constituía un reto cruzar el río mayor en barca. Poco después, en Saint-Antoine había un convento de la orden homónima, cuyo emblema era la cruz en tau, especializada en curar el mal que también llevaba el nombre del santo. Por la bastida de Miradoux, ya gascona, se alcanza la villa de Lectoure, notable etapa con su catedral de Saint-Gervais et Protais, que en la Edad Media dispuso de varios hospitales. Desde Le Romieu, por el norte, desembocan en el Camino de Le Puy los peregrinos procedentes de Rocamadour, para continuar ya juntos hacia la vecina ciudad de Condom, donde ya había un hospital en el siglo X, y cuenta también con catedral del siglo XVI.

Por la tierra del Armagnac se suceden las curiosidades, tales como la modesta localidad de Larressingle, conocida como Carcasona del Gers por estar fortificada; el puente de Artigues, que perteneció a la catedral de Santiago; la bastida de Montréal; Eauze, con la conocida como catedral, sin serlo, de Saint-Luperc; Manciet, donde la Orden de Santiago tuvo hospital, en el mismo edificio del actual Bonne Aubergue, o Nogaro, villa itineraria con fragmentos del claustro de la antigua abadía ocupado por viviendas.

En Aire-sur-l’Adour, capital del foie gras con ex catedral de Saint-Jean-Baptiste y templo gótico de Sainte-Quitterie, los peregrinos del pasado veneraban los cuerpos de los mártires Geroncio, Edentio y Quiteria; la tercera aún reposa en un sepulcro paleocristiano de mármol. Los últimos pasos por la histórica Gascuña, con la ex colegiata de Saint-Barthelémy de Pimbo (s. XII), dan paso al Béarn, donde la encomienda hospitalaria de Caubin, de la que resta la capilla del siglo XIII, nos conduce hasta Arthez-de-Béarn.

Superado el Gave de Pau, los bosques van ganando terreno antes de alcanzar Sauvelade, con la abadía del Císter fundada en 1128, y la plaza fuerte de Navarrenx. Dejando atrás la localidad franconavarra de Aroue, la confluencia con las vías hermanas de Tours y Vézelay ya está próxima, en la estela de Gibraltar, continuando los tres itinerarios juntos hacia Ostabat, Saint-Jean-Pied-de-Port y el Pirineo, que se puede superar por los collados de Bentartea y Lepoeder, o por el alto de Ibañeta. [AP]


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