Es la última letra del alfabeto hebreo y la decimonovena del griego. Para los egipcios representaba la vida, la sabiduría, el poder y la fecundidad. Fue utilizada en las Sagradas Escrituras como signo de salvación. En el mundo jacobeo, se ha identificado con el Santiago caminante y evangelizador y con la Orden de los Antonianos, que ofrecieron su hospitalidad en distintos puntos del Camino Francés. Sus orígenes son remotos y enigmáticos.
En el Libro de Ezequiel, el profeta dice que “Yahvéh llamó entonces al hombre vestido de lino que tenía la cartera de escribano a la cintura, y le dijo: –Recorre la ciudad, Jerusalén, y marca una tau en la frente de los hombres que gimen y lloran por todas las abominaciones que se cometen en ella. Y a los otros oí que les dijo: –Recorred la ciudad detrás de él y herid. No tengáis piedad, no perdonéis; matad a viejos, jóvenes, doncellas, niños y mujeres hasta que no quede uno. Pero no toquéis a quien lleve la tau en la frente. Empezad por mi santuario” (Ezequiel, 9, 3-6). La señal de la tau servía pues para identificar a los que debían ser librados del castigo.
Por otra parte, en el Libro del Apocalipsis, se cuenta lo siguiente: “Luego vi a otro ángel que subía del Oriente y tenía el sello de Dios vivo; y gritó con fuerte voz a los cuatro ángeles a quienes se había encomendado causar daño a la tierra y al mar: –No causéis daño ni a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta que marquemos con el sello la frente de los siervos de nuestro Dios. Y oí el número de los marcados con el sello: 144.000 sellados, de todas las tribus de los hijos de Israel” (Apocalipsis, 7, 2-4). Nuevamente se vuelva a marcar con la tau a los elegidos para alcanzar la salvación.
Algunos, además, identifican la tau con la forma del bastón de Aarón que Moisés convirtió en serpiente para convencer al faraón de que liberara al pueblo hebreo de la esclavitud; finalmente, la huida de Egipto supuso el éxodo hacia la Tierra Prometida, es decir, hacia la salvación basada en el cumplimiento de las normas que en la Tablas de la Ley Dios le dio a Moisés.
En el IV Concilio de Letrán (1215-1216), el papa Inocencio III (1198-1216) llamó a todos los cristianos a comprometerse con la defensa de la fe y a utilizar la tau como signo de conversión y de salvación.
La Leyenda áurea de Jacobo de la Vorágine, también en el siglo XIII, la interpreta como símbolo de redención. Sostiene que la cruz de Cristo fue hecha con madera del mismo árbol de la sabiduría del que Adán cogió la manzana prohibida y así condenó a toda la humanidad, y que, mediante la sangre derramada por Jesús en la cruz, fue redimido Adán y con él todos los seres humanos. Por tanto, igualmente la tau simboliza la cruz en la que Cristo murió para erigirse en redentor de los hombres.
Para San Francisco, posible peregrino a Santiago a principios del siglo XIII, la tau representa también un signo que llevan los elegidos para alcanzar la redención y la salvación. Con ella sellaba sus cartas y marcaba las celdas de sus religiosos. Todavía hoy los franciscanos la identifican con la cruz de Cristo.
Los caballeros hospitalarios de la Orden de San Antonio vestían hábitos negros sobre los que grababan una cruz con la forma de esta letra. A lo largo del Camino de Santiago hubo varios hospitales regentados por esta orden.
En el parteluz del Pórtico de la Gloria de la basílica compostelana, construido por el maestro Mateo, se dispone la figura del apóstol Santiago, que sostiene en su mano izquierda el bordón en forma de tau, signo de redención; esta imagen del santo, alojada en la meta de la peregrinación, podría significar que después de las penalidades del Camino, como metáfora de la vida, se alcanza la salvación, obtenida por la intercesión de Santiago ante Cristo Redentor, situado en el Pórtico justo encima de la citada representación del parteluz. Esta figura de Cristo sedente, enseñando sus manos con los agujeros de los clavos de su Pasión redentora, aparece también junto al sepulcro apostólico, en la capilla del Salvador. La tradición señala que el bordón encontrado en el sepulcro de Santiago (s. IX) tenía forma de tau. Los propios prelados compostelanos lo utilizaron en el pasado con frecuencia. [JS]