También citado como báculo y bastón. Una tradición antigua y de origen incierto sostiene que el bordón del apóstol Santiago el Mayor se conserva en la catedral de Compostela. Se habría encontrado en su sepulcro cuando este fue descubierto, y lo confirmaría como tal el obispo Teodomiro de Iria (s. IX). El culto a esta reliquia nunca fue una de las tradiciones más populares, y en el presente resulta casi desconocida para los peregrinos, devotos y curiosos que visitan la basílica. Sin embargo, el lugar donde se encuentra se conserva todavía.
Para descubrirlo hay que situarse en la parte sur del altar mayor, darle la espalda a este y fijarse en la columna del crucero que queda ante nosotros. A poco más de un metro de altura sobresale una columnita románica (ss. XI o XII) de bronce, con formas en espiral, y rematada por una figura representativa de Santiago del siglo XVI. Mide 2,28 m de alto por 10 cm de diámetro. En su interior una tradición de origen medieval afirma que se guarda el bordón del Apóstol en forma de tau. Habría aparecido en el siglo IX al descubrir su sepulcro. En la parte inferior de la columna, separado del anterior por una lámina de plomo, se conserva también el bordón de Franco de Siena, santo peregrino del siglo XIII que lo habría dejado en la catedral en agradecimiento por haber recuperado la vista al llegar a Santiago. López Ferreiro señala que hacia 1880 el bordón estaba “casi enteramente oxidado; y para que no se acabase de reducir al polvo, rellenóse el tubo de una masa de cal en fecha no muy remota”.
Del interés que despertaba antiguamente esta supuesta reliquia hablan los testimonios de los peregrinos. Lo cita sorprendido el alemán de origen polaco Niklolaus von Popplau en 1484 y lo mismo había hecho poco antes la comitiva del noble checo Leo de Rozmithal en 1466, señalando, como consecuencia de lo escuchado en la propia catedral, que se colocó el bordón en el interior de la columna metálica porque “los peregrinos a hurtadillas le arrancaban pedazos y lo hubieran destruido”. Desde ese impreciso momento, los devotos intentaban tocar la preciada reliquia a través de un hueco en la base de la pequeña columna-relicario. Haciéndolo se ganaban indulgencias.
Actualmente la tradición se ha perdido y, además, es difícil hacer esta comprobación porque la pieza se encuentra en el recinto cerrado en el que se prolonga el altar mayor. En todo caso, si se consigue acercar los dedos a su base, se verá que el hueco sigue estando allí. Que cada uno decida en función de sus sueños y deseos.
Las referencias escritas más antiguas a la tradición del bordón de Santiago las encontramos en la Crónica Iriense, realizada en latín hacia los años 1080-1090 por un sacerdote de Santiago de Compostela. En ella se señala que lo encontró el obispo Teodomiro, descubridor del sepulcro, junto a las reliquias apostólicas. En relación con esto, el bordón establecería el punto de enlace con el báculo que representaba la dignidad arzobispal de Teodomiro, convertido desde el momento del descubrimiento en el prelado guardián del sepulcro apostólico.
El Codex Calixtinus (s. XII) alude al bordón de Santiago sólo para destacar su poder protector. El Apóstol se lo da a Hermógenes, el mago que había logrado convertir. “Toma mi bordón de viaje [le dice Santiago] y vete tranquilo con él a donde quieras”.
En francés se conoce popularmente como bourdon de Saint Jacques y bâton [bastón] de Saint Jacques, según los casos, a algunas especies botánicas de la familia de las rosas, el malvavisco y la flor de lis. En la Edad Media la constelación de Orión se conocía como el “bastón de Santiago”. Así sucedía, por ejemplo, en Francia, recuerdan Denise Péricard-Méa y Louis Mollaret, que destacan también su uso en magia para referirse a un determinado tipo de varilla. [MR]