Filólogo e historiador (A Coruña 1869-Madrid 1968). Discípulo de Menéndez Pelayo en la Universidad de Madrid, se doctoró en el año 1893. Fue el fundador de la Escuela de Filología Española e integrante de la denominada Generación del 98. Asimismo, fue miembro de la Real Academia Española desde 1902, institución que dirigió a partir de 1925.
En su obra introduce numerosas referencias a la historia jacobea e incluso mantiene la teoría de que se puede considerar al caudillo musulmán Almanzor como el gran revitalizador del Camino de Santiago al provocar, con su fama internacional, el despertar del interés del cristianismo, que fue aprovechado política y económicamente durante la Reconquista.
Fue defensor también de la denominada Teoría de los Cinco Reinos, junto con Claudio Sánchez Albornoz, relativa a la existencia de cinco unidades independientes, Castilla, León, Aragón, Navarra y Portugal, que mantendrían distintos núcleos de resistencia frente al Islam.
Menéndez Pidal incorporó a los estudios lingüísticos y literarios españoles los métodos comparativos e historicistas europeos, con lo que sentó las bases de la filología hispánica moderna y se convirtió en uno de los más prestigiosos romanistas de la época. Con La leyenda de los infantes de Lara (1896) inició sus trabajos sobre épica española primitiva, labor continuada con una serie de ensayos sobre el Poema del Cid, cuidadosamente editado por él entre 1908 y 1911, y con obras como La epopeya castellana a través de la literatura española (1910) y La Chanson de Roland y el neotradicionalismo (1959), con referencias a la temática jacobea de la época. Su aprecio por la figura de Rodrigo Díaz de Vivar, en consonancia con los autores de la Generación del 98, lo llevó a escribir La España del Mío Cid (1929), en la que manifestó su dimensión de historiador.
En La España del Mío Cid se refiere así al Camino Francés: “Este camino único que seguía desde Puente la Reina de Navarra a Santiago era el llamado Camino francés, Vía Francigena. Primitivamente por temor a los moros este camino subía de Navarra al norte de Castilla por tierras de Álava. Sancho el Mayor de Navarra lo mudó a principios del siglo XI a la tierra llana por Logroño, Nájera, Briviesca, Amaya y Carrión, aprovechando una antigua vía romana. Pero hacia finales del mismo siglo, Santo Domingo de la Calzada lo rectificó dirigiéndolo más al sur por Belorado y Burgos y Alfonso VI, apoyando y ensanchando los planes del santo, construyó los puentes necesarios desde Logroño hasta Santiago. Por esta arteria central del reino corrió la vida europea, traída por continuas turbas de devotos y mercaderes: a trechos la corriente se remansaba y los viajeros se convertían en colonos pobladores de barrios enteros, llamados “barrios de francos” en las ciudades del Camino”. [IM]