peregrinación, certificado deSalvoconducto de procedencia, forma y contenido variable con el que los peregrinos históricos justificaban los motivos de su viaje por los caminos de Europa. Lo dispensaban la Iglesia, monarcas, nobleza, autoridades civiles y otras personalidades con capacidad para ello. Todos los peregrinos que podían disponer de este documento antes de partir lo hacían, ya que podía evitar los frecuentes problemas de identificación que se ocasionaban en los largos recorridos a través de territorios, autoridades y costumbres tan diversas y variables. Acreditar la condición de peregrino daba una serie de garantías de paso, atención hospitalaria, etc., que eran fundamentales.
En determinados casos el peregrino buscaba una protección más directa y específica, de una autoridad hacia otra concreta, a través de las conocidas cartas de recomendación.
Es conocido y citado el caso del caminante francés Guillaume Manier (1726), a quien le expide, como el mismo señala, un certificado el párroco de Carlepont (Francia), que posteriormente le confirma y legaliza el Obispado. Todavía busca dos certificaciones más: la de su alcalde y la del duque de Gevres, en París. Antes de partir de Santiago obtiene, por supuesto, la compostela, el certificado expedido por la catedral que justificaba su peregrinación y comunión en la basílica. Este documento actuaba también como una efectiva acreditación para el camino de vuelta.
Elías Valiña señala que estos documentos, existentes desde la Edad Media, eran habitualmente respetados, “contribuyendo a un conjunto de normas jurídicas de carácter internacional”. [MR]