Arquitecto (Santiago de Compostela ca. 1700-Santiago de Compostela 1749). Es, con Domingo Andrade, el gran maestro de la arquitectura barroca en Galicia. Sobresale su labor en la ciudad de Santiago y su catedral, donde es autor de la insigne e imponente fachada de O Obradoiro.
Comenzó a trabajar como aparejador con fray Gabriel de Casas en el claustro catedralicio de Lugo. A la muerte del maestro asumió plenamente la ejecución de las obras. En 1711 recibe un importante encargo del arzobispo compostelano Antonio Monroy: es designado maestro de obras de la catedral de Santiago tras la muerte de Domingo de Andrade. Casas continúa la senda estilística de su predecesor y avanza en el proyecto de reforma de la ciudad que había emprendido la Iglesia. En la catedral se emplea en la creación de la capilla del Pilar y realiza el esconce de As Praterías para unir la fachada del claustro y el Tesoro. El arzobispo compostelano le encargó otras obras de su patrocinio en Compostela, como el colegio de las Huérfanas y el convento de Belvís, ejecutado según los patrones de la sobriedad franciscana.
A partir de 1725 la obra de Casas evolucionó hacia el barroco más puro e intenso, creando de ahí en adelante grandes obras maestras del barroco gallego en las que expresa su auténtico espíritu creativo: la capilla de Nuestra Señora de los Ojos Grandes (1726), en la catedral de Lugo, y la fachada de O Obradoiro, de la catedral de Santiago de Compostela, que se comenzó a construir en 1738 y se remató en 1750. La imponente portada compostelana fue proyectada por orden del Cabildo de la sede catedralicia para proteger el Pórtico de la Gloria. Al mismo tiempo ordenaba completar la obra de una torre, gemela a la construida en el siglo XVII por José Peña de Toro y Domingo de Andrade. Casas resolvió el encargo de la fachada creando una imponente y esbelta estructura piramidal articulada con columnas de fuste estriado. La profusión decorativa, la solidez y la verticalidad, así como las membranas de vidrio como solución lumínica, completan y confieren a la portada una gran fuerza visual y magnitud arquitectónica. Casas Novoa falleció en noviembre de 1749, poco antes de poder ver acabada la obra que le haría inmortal. [XIV]