Cenobio situado en la localidad de Obona, municipio de Tineo, Principado de Asturias, a 236 kilómetros de Santiago de Compostela. Según la tradición, el templo primitivo sobre el que se desarrolló el monasterio fue fundado en el año 780 por Aldegáster, hijo natural del rey Silo.
Se vincula al Camino Primitivo en 1222, año en el que el rey Alfonso IX promulga un edicto por el cual todos los peregrinos a Santiago deberían pasar por el monasterio de Santa María de Obona, además de por la villa de Tineo. El cumplimiento de esta disposición era obligado, bajo pena de castigo en caso de no seguirla. De esta manera, los caminantes tenían que modificar el trazado oficial de la ruta, lo que suponía un incremento de los kilómetros a cubrir. El tránsito de viajeros puso en marcha una etapa de apogeo y expansión tanto en Obona como en Tineo, basada principalmente en la oferta de servicios y necesidades básicas de los peregrinos y viajeros. En consecuencia, Obona se convirtió en un centro económico y cultural en el que los monjes perfeccionaron las técnicas agrícolas y ganaderas e impartían clases de latín, filosofía y teología.
La iglesia fue construida en el siglo XIII según los cánones románicos y siguiendo las estrictas concepciones estéticas del Císter. Un exponente de esta austeridad es el Cristo crucificado; una pieza que por sus dimensiones y severidad, equilibrio y ternura es un de los ejemplares de talla románica más apreciados de toda la ruta primitiva. La iglesia alberga también obras barrocas, como es el caso de un retablo lateral con columnas salomónicas dedicado a la Virgen. Tiene tres naves, la central de mayor altura descansa sobre columnas y tres ábsides circulares. Las dependencias y el claustro se construyeron en el siglo XVIII aunque no se terminaron.
En la actualidad está en estado de abandono y tan solo queda en uso la iglesia parroquial del pueblo de Obona desde 1835, con advocación a San Antolín. El resto del monasterio se encuentra en espera de un uso que garantice su conservación y mantenimiento (2009). Las inmediaciones del monasterio constituyen otro de los atractivos, en medio de un paraje natural en el que destacan un bosque de hayas, la presencia del río Deína y la fuente del Mantoxo, que adquirió fama gracias al pensador y teólogo fray Benito Jerónimo Feijoo Montenegro, que solía pasar largas temporadas de descanso en este lugar. [XIV]