El Principado de Asturias es, entre todas las comunidades autónomas españolas, la más vinculada con el origen de la peregrinación a Santiago de Compostela en el siglo IX. Posteriormente mantuvo la relación a través del santuario de la catedral de San Salvador de Oviedo, convertido, en la España cristiana medieval, en el segundo en importancia tras el compostelano. Ambas peregrinaciones acabaron confluyendo a través de los Caminos Norte y Primitivo en un itinerario de ida y vuelta que llevó a muchos peregrinos a las dos ciudades. Santiago nació gracias al apoyo de los reyes asturianos establecidos en la capital ovetense y Oviedo se consolidó como el segundo gran centro de peregrinación de la España medieval aprovechando el flujo peregrinatorio generado por Compostela.
Tras la crisis culminante vivida en el siglo XIX, el renacer de las peregrinaciones a Santiago en la segunda mitad del XX reavivó los caminos jacobeos asturianos, activos de nuevo gracias al trabajo de varias asociaciones y de las Administraciones municipales y autonómica. Otra vez la marcada huella histórica comenzaba a ser visible.
Existe la tradición de que los asturianos se sintieron bajo la protección de Santiago al menos desde finales del siglo VIII. Para demostrarlo se acostumbra a citar como ejemplo el himno O Dei verbum (ca. 785) atribuido al Beato de Liébana, donde encontramos una invocación en este sentido.
Tengan mayor o menor fundamento las palabras de Beato, lo cierto es que algún motivo de mucho peso tuvo que llevar al descubrimiento del sepulcro de Santiago (820-830) en Compostela y a que el rey asturiano Alfonso II el Casto se desplazase desde Oviedo, la capital del reino, hasta el remoto lugar gallego para confirmar la autenticidad del hallazgo, con lo que representaba de competencia para el naciente santuario ovetense, y mandar que se alzase la primera iglesia y un conjunto de dependencias destinadas a atender el culto y el sepulcro. Resultó ser el impulso más decisivo.
Durante el resto del siglo IX los sucesivos reyes asturianos peregrinaron y colmaron de privilegios al santuario compostelano, en un proceso que llegó a la cima y concluyó al mismo tiempo con Alfonso III el Magno. Mandó construir la segunda basílica en torno al sepulcro y realizó la peregrinación más sonada de los primeros tiempos del santuario compostelano, viajando con toda su corte y su esposa Jimena, para consagrar el nuevo templo (899).
Cuando en el año 910 Oviedo deja de ser la capital del Reino astur y se traslada a León, y con ella el centro de poder, el santuario ovetense perderá protagonismo. Los reyes leoneses, navarros y aragoneses toman el relevo de los asturianos y siguen apoyando la peregrinación compostelana, pero la ovetense se resiente. Sin embargo, logrará sobrevivir e incluso aumentar su prestigio gracias en gran parte al éxito de la peregrinación europea a Santiago. Traspasa el ámbito del reino y logra proyectarse al exterior.
La fama de las reliquias del Salvador, con un origen que se decía en Tierra Santa, hará pensar a muchos peregrinos que hacen el Camino del Norte o el Francés en la posibilidad de visitar este santuario. Sucederá así al menos desde el siglo XII y durante el resto de la Edad Media. También en los siglos posteriores. La Ruta a Oviedo será tenida en cuenta por los reyes castellano-leoneses -varios de ellos peregrinan a los dos santuarios- y así lo reconocen expresamente en documentos. Es el caso de Alfonso X el Sabio, que califica como peregrinos “a los que andan en peregrinación a Santiago y a San Salvador de Oviedo y a otros lugares de distante y extraña tierra”.
Son numerosos asimismo los relatos en tal sentido, sobre todo de devotos extranjeros. Desde Asturias se hará lo posible por fomentar estas peregrinaciones, como se resume en esta celebérrima y sin duda interesada estrofa popular:
Asturias está recorrida de este a oeste y de norte a sur por sendas históricas de peregrinación. Dos son los grandes itinerarios: el Camino del Norte, que procede del suroeste de Francia y recorre la franja costera vasca y cántabra hasta Asturias, y el Camino Primitivo, una prolongación del anterior o una Ruta con sentido propio, según las consideraciones, que va desde Oviedo a Santiago por el interior.
Mientras el segundo resultó relevante en los primeros tiempos de la peregrinación compostelana (s. IX), porque a través de él llegaron los primeros peregrinos, todos ellos procedentes de la zona oriental de Reino asturiano, al que pertenecía Galicia, el segundo tuvo un desarrollo posterior. En algún caso se ha defendido que el Camino del Norte se originaría antes que el Camino Francés, utilizado por los esforzados peregrinos que buscaban llegar a Santiago como fuese.
Expertos medievalistas como Fernando López Alsina retrasan su consolidación, debido a las dificultades naturales que presentaba, de las que las costas asturianas son un buen ejemplo. La actividad comercial en los puertos asturianos y cántabros desde el siglo XIII hará que cambie esta situación.
Tras el desarrollo del Camino Francés (s. XI), los peregrinos ultrapirenaicos que querían aprovechar el viaje a Santiago para ir al santuario ovetense comenzaron a utilizar una ruta alternativa que los llevaba hasta Oviedo desde las inmediaciones de la ciudad de León. Esta vía, difícil, pero de gran belleza, se está recuperando en el presente con la reveladora denominación de Camino del Salvador.
A finales de los años ochenta, con la declaración del Camino de Santiago como primer Itinerario Cultural Europeo, surgió en Asturias, entre determinados sectores políticos y ciudadanos el interés por las Rutas históricas de peregrinación en el Principado. La Asociación Astur-Leonesa de Amigos del Camino de Santiago, creada en 1990, y la Asociación de Amigos del Camino de Santiago Astur-Galaico (1991) serán las grandes dinamizadoras de estas vías y las encargadas de informar y atender a los primeros peregrinos. En 2009 funcionaban unas 15 entidades jacobeas en el Principado.
A su vez, los concejos de los distintos caminos y el gobierno del Principado iniciarán en el emblemático año de 1993 -y después de alguna iniciativa anterior- la delimitación y señalización de tramos. Aquel emblemático año, que marca el renacer definitivo de la peregrinación jacobea contemporánea, mostrará que las Rutas de peregrinación pueden volver a tener vida y se crearán en los años siguientes numerosos refugios y albergues, en una labor realizada casi siempre con el apoyo de asociaciones. Resultó fundamental para todo ello la labor investigadora de varios historiadores asturianos, así como la colaboración desinteresada de los miembros de las entidades jacobeas. [MR]