En francés, Flandre; en neerlandés, Vlaanderen. Región histórica que respondía a diferentes realidades geográficas, entre ellas la denominación genérica de los Países Bajos españoles. A día de hoy existe una gran región llamada Flandes, que comprende las provincias de Flandes Oriental (Oost-Vlaanderen) y Flandes Occidental (West-Vlaanderen) en Bélgica, el norte de la provincia de Zelanda en los Países Bajos y los departamentos de Nord y Pas-de-Calais en Francia.
Formó parte del Imperio carolingio en el siglo IX. Balduino I fue nombrado el primer conde de Flandes en el año 862. El desarrollo de este antiguo principado se produce en el siglo XIII, gracias al espectacular avance del comercio de tejidos con toda Europa. Entre los bienes que se importaban desde España destacan productos alimenticios como almendras, higos, granadas, uvas y trigo, además de lanas, pieles y caballos. En palabras de Finot, la existencia de una importante corriente de peregrinación y las cruzadas favorecieron el tráfico de mercancías. La ruta preferente para este intercambio comercial conectaba puertos como los de Amberes con el País Vasco. Asimismo, los comerciantes españoles asentados en Brujas a finales del siglo XIV y comienzos del XV tenían como distintivo un sello con la imagen del Apóstol que rezaba “sello de la nación de Espanna”.
La relación de Flandes con las ciudades hanseáticas motivó que por el norte de Alemania se extendiera esta tradición de peregrinar a la tumba jacobea. De esta manera, incluso Santiago el Mayor llegó a erigirse en patrón de las empresas comerciales de la Hansa.
La devoción por el Apóstol se había asentado muy rápido en este territorio. Incluso mediante leyes se propagó la costumbre de peregrinar a Compostela. Una de las peregrinas más destacadas fue Gerberga de Flandes, compañera del religioso francés Aymeric Picaud, a quien muchos estudiosos atribuyen la redacción del Codex Calixtinus. Ambos visitarían Compostela entre 1135 y 1140. Gerberga aparece mencionada como compañera de Picaud en la carta del papa Inocencio, contenida en el Liber Sancti Jacobi. Poco después, en mayo de 1147 parte una expedición de cruzados desde el puerto inglés de Dartmouth, formada por 13.000 guerreros ingleses, alemanes y flamencos, comandados todos ellos por el conde de Flandes. La expedición tomó parte en la toma de Lisboa, pero antes de la contienda visitó la basílica compostelana.
Entre finales del siglo XI, según Álvaro Cunqueiro, y principios del siglo XII, según Vidal Rodríguez, peregrina a Santiago Allard de Flandes. Rodríguez asegura que el conde viajó hasta Compostela para ofrecerle al Apóstol el caballo que Guillermo II el Conquistador montó durante la batalla de Hastings. Felipe de Alsacia (1143-1191), conde de Flandes y de Vermandois, llegaría a la ciudad en 1172 para demostrar la autenticidad de la reliquia que se disputaban los monasterios de Aire y Saint Vaast en Atrecht. Se trataba de la supuesta cabeza de Santiago el Mayor, aunque el noble comprobó, al parecer, que el verdadero cráneo del Apóstol se encontraba en Compostela. El obispo Nicolás de Cambrai partirá en marzo de 1153 tras llegar a un acuerdo con el conde de Flandes para garantizar el mantenimiento de su rango y posición durante su ausencia. También durante el siglo XII viaja a Santiago de Galicia el pintor flamenco Jan Van Eyck, quien llegó a pintar el interior de la catedral como fondo en uno de sus cuadros.
Posteriormente, destaca el viaje de Felipe el Atrevido (1377), duque de Borgoña, quien será nombrado años después conde de Flandes. En 1383 llega a Galicia el flamenco Hennequin Verni, mientras que en 1391 será su compatriota Koppman quien viaje hasta Compostela, ambos tras obtener un salvoconducto. Muchos años después, en el Año Santo de 1512, el caballero Taccoen van Zillebeke peregrina por mar a Compostela, dejando como testigo de su viaje una de las pocas crónicas que se conservan en la región. Gracias a su travesía se sabe que una vez llegado a Compostela se aloja en la posada flamenca La Paloma.
Otra contribución de Flandes al culto jacobeo está presente en el transepto de la propia basílica compostelana, en cuya construcción intervinieron maestros de muy diversas partes de Europa. Cornielles de Holanda sería el responsable de la creación de la Virgen de Prima, que muestra a la Madona como mujer apocalíptica y con actitud en italianizante contrapposto del niño Jesús, según explica Francisco Singul. La capilla de la Concepción custodia esta talla flamenca.
Durante la conocida como Guerra de Flandes o de los Países Bajos (1566-1648) las peregrinaciones llegaron prácticamente a desaparecer. Las revueltas entre la metrópolis española y los territorios flamencos se habían originado por motivos sociales, económicos e ideológicos. Entre ellos destaca el enfrentamiento en el ámbito religioso, especialmente en la zona holandesa, donde el calvinismo había enraizado profundamente en la sociedad, sobre todo como contrapunto a la confesión católica de España. La contienda finalizó con la firma de la Paz de Westfalia en 1648, por la cual mientras los Países Bajos del sur se integraban en los dominios españoles, los Países Bajos del norte adquirían su independencia. En estos años, teóricos protestantes como Gijsbert Voet (1589-1676) censuraban los viajes a Compostela y, por extensión, llegaron a criticar toda la tradición jacobea. También se atacaron las peregrinaciones por imperativo legal. Una ordenanza del 9 de julio de 1570 suprimirá la jurisdicción autónoma en la que se apoyaban este tipo de peregrinaciones, lo que ocasionó su extinción en todo Flandes.
Otros hechos que motivaron esta decadencia de las rutas que conectaban Flandes con el norte de España fueron la crisis de la economía hispana, incapaz de afrontar la competencia de otras potencias europeas, y la creciente inseguridad de los viajes por mar. Para revitalizar el culto jacobeo durante los siglos XV y XVI se intentó difundir en libros de horas y breviarios el viaje del Apóstol en su barca de piedra. [SOB]
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