Término referido a varias realidades geográficas. Por una parte es el nombre de dos provincias -la Holanda Septentrional y la Holanda Meridional- que forman parte de los actuales Países Bajos. Por otra, la importancia histórica de esta región ha llevado, por extensión, a utilizar el topónimo Holanda para referirse a todo el territorio que ocupan los Países Bajos. También Bélgica se adscribe a esta denominación hasta que consigue la independencia en 1830.
Hacia el año 800 Holanda formaba parte del imperio de Carlomagno. Ya en los tiempos inmediatamente posteriores al descubrimiento del sepulcro apostólico, está documentado el paso de peregrinos de la provincia neerlandesa de Frisia (año 860) hacia Compostela, tal y como afirmó el escritor árabe Ibn Dihya. El libro decano de las peregrinaciones jacobeas, el Codex Calixtinus, muestra que en el siglo XII el culto a Santiago estaba muy extendido por los Países Bajos.
La ruta holandesa se corresponde con la Niederstrasse [Camino Bajo] seguida por Hermann Künig von Vach en el siglo XV. Desde Amsterdam y la región de Utrecht partían multitud de peregrinos en la Edad Media. En París, punto de inicio de la Vía Turonense, vierten todas las vías procedentes del Camino Bajo.
Los itinerarios que parten desde los Países Bajos están relacionados también con la peregrinación por mar. A puertos como los de Amsterdam llegaban ciudadanos procedentes del norte de Europa -sobre todo de las islas británicas-. El nacimiento de esta ruta está relacionado con las vías comerciales establecidas entre los puertos de la antigua región de Flandes y la Hansa con las ciudades del norte de España. Durante la tregua hispano-holandesa (1609-1621) un portugués creó un negocio de telas en Compostela. Varios de sus intermediarios procedían de los principales puertos ingleses, franceses y de las ciudades hanseáticas, como Hamburgo y Amsterdam. Ni siquiera la reactivación de la guerra entre España y los Países Bajos terminó con esta vía comercial.
La condesa Sofía de Holanda, protagonista de uno de los milagros del Apóstol, visitó la ciudad durante el siglo XII. Según el monje Haecmunde, en el viaje de vuelta desde Santiago cayó en una emboscada. Los criminales quisieron acuchillarla, pero no consiguieron provocarle el menor daño por intervención divina. Ante tal acontecimiento los bandidos se convirtieron. El frisón Asego peregrinó en la misma década que la condesa (1170), protagonizando asimismo otro milagro. La leyenda cuenta que peregrinó a Tierra Santa en compañía de unos amigos y Gertrudis, la hermana de su difunta esposa. A la vuelta se propuso visitar Compostela, pero Gertrudis advirtió que no había suficiente dinero para el viaje. Ante la insistencia de Asego, esta accedió a emprender la travesía a Compostela. Tras desembarcar, comprobó como su dinero había aumentado de forma milagrosa.
Posteriormente, en el siglo XV se hizo popular la peregrinación penitencial en el régimen jurídico civil. En un principio, ya había sido utilizada por la legislación canónica. Se obligaba al penitente a realizarla bajo una serie de requisitos que conllevaban un gran esfuerzo físico, como el ayuno, portar pesadas cadenas, etc. Este tipo de leyes estuvo favorecido por la gran autonomía de la que gozaban las diferentes urbes que componían los Países Bajos, tanto meridionales como septentrionales.
Los tribunales flamencos impusieron peregrinaciones entre los siglos XIV y XV con destino a los santuarios gallegos de Compostela, San Guillerme de Fisterra y el de A Nosa Señora da Barca en Muxía. En ciudades como Maastricht, sin embargo, las peregrinaciones forzadas a Compostela no eran muy populares. Un registro de las sentencias encontradas entre los años 1367 y 1372 muestra que Santiago tan sólo aparece en un 5% de las ocasiones, es decir, en treinta sentencias. En ocasiones, era posible encontrar un sustituto para el cumplimiento de la condena, tal y como se deduce de un texto que data del año 1494. En 1982 se recuperó en Bélgica esta curiosa tradición, destinada sobre todo a la reinserción de delincuentes juveniles en ese país. En Holanda también hubo intentos de recuperación, aunque los resultados no fueron positivos.
Durante el siglo XVI el ascenso del calvinismo derivó en una serie de revueltas de carácter religioso. El saqueo de templos católicos y la destrucción de imágenes, debido a las inclinaciones iconoclastas de la confesión protestante, derivó en una revuelta generalizada en todos los Países Bajos. Los principales contendientes, las tropas del rey español Felipe II y el ejército secesionista del noble holandés Guillermo de Orange-Nassau, disputaron la posesión de los territorios neerlandeses durante la conocida como Guerra de los Ochenta Años (1568-1648). Finalmente, en 1648, España hubo de reconocer la independencia de la República de las Provincias Unidas, formada por Holanda (protestante) y Bélgica (católica), mediante la firma del tratado de Münster.
Este clima de agitación se trasladó a las peregrinaciones devocionales, que recibieron duras críticas por parte de los teóricos de la nueva doctrina. Destaca en este aspecto la opinión vertida por el teórico calvinista Gijsbert Voet (1589-1676), quien consideraba que el mito de Santiago, del mismo modo que el de la papisa Juana, no gozaba de credibilidad alguna por estar fundamentado tan sólo en textos escritos muchos siglos después de la consecución de los supuestos hechos que describían. Al igual que hiciera Erasmo de Rotterdam (1467-1536), Voet criticaba fervientemente estas romerías como demostración de la fe. Erasmo cargaba en especial contra la peregrinación jacobea, hasta el punto de afirmar que el Apóstol tenía más frío que antes, puesto que ya no se encendían velas junto a su imagen.
Este tipo de peregrinaciones acabarán por abolirse. La situación de tensión por esta práctica religiosa llegaría a su momento álgido con la prohibición, mediante decreto del 23 de junio de 1587, de todas las procedentes de Holanda. Pese a esto, se siguieron realizando al santuario de Santiago en Galicia, aunque muy menguadas, sobre todo tras la Guerra de Sucesión de los Austrias (1741-1748). Este hecho se ve corroborado en los registros de los hospitales desplegados a lo largo del Camino. En concreto, el hospital de San Juan de Oviedo registró apenas mil peregrinos entre los años 1795 y 1808; entre ellos había españoles, portugueses, franceses, italianos, holandeses y alemanes.
En lo que se conocía como Países Bajos septentrionales no se conservaron tantos testimonios de la devoción jacobea como en los Países Bajos meridionales -actual Bélgica-. Los motivos principales fueron la extensión del culto al Apóstol de sur a norte, por lo que su devoción llegaría más tarde al territorio holandés, así como el posterior triunfo de la Reforma. Pese a todo, en Amsterdam se conservan varios vestigios del paso de peregrinos en la Edad Media. En 1973, las excavaciones realizadas durante la construcción del metro posibilitaron el hallazgo de un altar casero con dos hendiduras en forma de hostia. Estos huecos contenían dos emblemas procedentes de Blomberg y Wilsnack, centros de peregrinación muy populares en la Edad Media.
También cabe mencionar en la capital holandesa la Oude Kerk [iglesia vieja] del siglo XIII y la Nieuwe Kerk [iglesia nueva] de la XV centuria. La primera de las construcciones está dedicada a San Nicolás, patrón de los marineros y reconocido como santo del Camino. Durante las revueltas del siglo XVI el templo fue saqueado, y sus imágenes destruidas, aunque en el siglo XVII se acometió su reconstrucción. En cuanto a la iglesia nueva, se trata de una construcción gótico-renacentista consagrada a las santas María y Catalina. Alberga las ceremonias de coronación y bodas de los monarcas holandeses. En Utrecht, La Haya y Winterswijk existieron iglesias consagradas a Santiago el Mayor. Destaca en el templo de Utrecht una placa colocada en los años treinta de la centuria pasada, con los versos del poeta local Jan Engelman:
También hay que mencionar la talla en madera de Santiago el Mayor elaborada por Guelders en la década de 1480 y que se conserva en la iglesia de San Lebuino de Deventer.
El sur de Holanda concentraba la mayor parte de los hospitales y cofradías de Santiago presentes en los Países Bajos septentrionales. Muchos de los centros no estaban específicamente orientados a la atención del peregrino, aunque reservaban un pequeño número de camas para su auxilio. Se localizaban en los terrenos acotados entre Rotterdam, Nimega, Leiden, Maastrich y Antwerpen.
El hospital de Utrecht fue posiblemente el mayor de todos ellos. Tenía un comedor, una capilla, un hostal y diez habitaciones. También en Amsterdam hubo una cofradía de Santiago modesta. Aunque si hay una fundación reseñable esa es la de Harleem. Existe aún a día de hoy y cuenta con treinta y dos hermanos, la mitad católicos y la otra protestantes. Este tipo de asociaciones, auténticas promotoras de los viajes a Compostela, llegaron a integrarse en la vida social de las ciudades mediante la celebración de banquetes y procesiones. Durante el siglo XVII sobrevivían algunas de las agrupaciones presentes en la zona flamenca pese a las prohibiciones. Con la llegada de la Revolución francesa desaparecen todas las cofradías y hospitales.
También los holandeses colaboraron en la indulgencia de 1497, promovida por el papa Inocencio VIII, para financiar la construcción de un nuevo hospital en Compostela. En la noticia holandesa de un peregrino de Deventer que fallece en Santiago (1518) se menciona este centro. Por otra parte, una tradición apócrifa recoge la existencia de una orden de caballería consagrada a Santiago. El conde de Holanda Floris V la habría creado en 1290.
El país participó de la ornamentación de la basílica compostelana por medio del maestro flamenco Cornielles de Holanda. El brazo norte, la capilla de la Concepción promovida por el arzobispo Fonseca, contiene una representación de la Virgen con el Niño en brazos firmada por el holandés. En palabras de Francisco Singul, esta talla muestra “recuerdos medievalizantes al representar a la Virgen como mujer apocalíptica, pero que también asume el gusto moderno con el idealismo de los rostros y con la actitud en italianizante contrapposto del Niño Jesús”.
Entre la producción literaria destaca la serie de milagros copiados en Marmoutiers, cerca de Tours, por Guilbert de Gemblours, quien trajo una copia de su escrito a los Países Bajos en 1187. Igualmente, las historias de Santiago fueron traducidas al holandés medieval. En el Spiegel Historiael, de Jacob van Maerlant, y en el Speculum Historiael, de Vicente de Beauvais, se menciona la leyenda del Apóstol y la Crónica de Turpín. Otro mito muy extendido por Holanda fue el del gallo, la gallina y el ahorcado. También hubo representaciones teatrales durante el siglo XVI, entre las que cabe mencionar la interpretación de la leyenda de Santiago Apóstol en ‘s-Hertogenbosch, el 1 de mayo de 1525.
Existe en Holanda una asociación de amigos del Camino encargada de promocionar la Ruta Jacobea y el espíritu de la peregrinación. Se trata de la Het Nederlands Genootschap van Sint Jacob. La creación de esta organización, al igual que en otros países, entre ellos Bélgica, Alemania, Inglaterra y Noruega, supuso la revalorización del espíritu jacobeo. Los holandeses también dejaron su impronta en España, mediante la participación de los hermanos de Dongen hasta hace pocos años en la gestión de un refugio de peregrinos en Astorga. Entre los viajeros contemporáneos destaca el escritor Cees Nooteboom, quien viajó varias veces a Compostela.
Las peregrinaciones holandesas están viviendo en los últimos años su etapa de mayor auge. En el año 2006 se contabilizaron 1.636 caminantes que obtuvieron la compostela. Esta cifra se vio ligeramente incrementada con los 1.655 peregrinos de 2007, mientras que en 2008 se alcanzaron los 1.864, y en 2009, los 1916. [SOB]