Xacopediareligiosidad popular

El tema de la peregrinación jacobea se inscribe dentro de un fenómeno conocido como religiosidad popular, que no es propio sólo del cristianismo sino que está presente en todas las religiones. Tiene su origen en la Edad Media y expresa el estudio del hecho religioso y sus expresiones, que van más allá de las celebraciones oficiales de cada una de las tradiciones religiosas.
El significado del Camino de Santiago y las instituciones que sostuvieron en sus diversos aspectos el fenómeno jacobeo en el momento de mayor esplendor -de la Edad Media al renacimiento- hasta nuestros días, es un testimonio fehaciente acerca del impacto provocado por la experiencia peregrinante en algunos hombres y mujeres que forman el acerbo profundo de la cultura europea.
La peregrinación jacobea y su expresión en forma de religiosidad popular están relacionadas entre sí y tienen diversas ramificaciones, tanto desde el punto de vista histórico como cultural, religioso, artístico, literario... de tal forma que la resonancia entre lo jacobeo y este tipo de religiosidad, tal como es vivida en sus diversas manifestaciones y, de forma concreta, en la peregrinación, conecta con el ser y el alma humana más allá de las leyes sociológicas o de los cambios estructurales que acontecen en el devenir histórico de las personas y de los pueblos.
El Camino a Compostela es un ejemplo vivo de la fuerza creadora y de la capacidad de síntesis implícita en el mensaje cristiano y otras expresiones del alma humana. Por eso, hoy como ayer, la nueva Europa, la que busca la unidad y respeta el pluralismo, es una apuesta por la justicia y la tolerancia.
La religiosidad popular es objeto de atención y de estudio por los especialistas de numerosas disciplinas, entre las que destacan la antropología cultural, la historia del hecho religioso, la historia de las mentalidades, las relaciones político-económicas de los pueblos, el arte en sus diversas manifestaciones, los diversos géneros literarios y, naturalmente, la teología y la espiritualidad. El Camino de Santiago sigue siendo cauce y expresión de esta realidad humana.
Los elementos que, en este fenómeno, se combinan con la fe son religiosos, culturales y populares. Los tres son necesarios pero no se dan siempre con la misma intensidad, con la debida proporción y con las mismas prioridades. En ellos se tiende a acentuar más el conjunto de mediaciones externas por las que el ser humano entra en contacto con Dios que las actitudes personales de las personas que se transforman y se convierten en ese encuentro.
Son diversos los elementos presentes en el fenómeno: fe, devoción, penitencia, superstición, simbolismo, mística, fiesta, representación, comunión humana, estética... La acentuación de unos u otros depende de sus realizaciones concretas. Son complejas las relaciones del fenómeno con la fe, de modo que los estudiosos del tema se han visto obligados a hacer una catalogación de sus manifestaciones y un estudio de sus relaciones, cuya dimensión teórica no es siempre unívoca. Se trata de un hecho que, teniendo diversidad de fuentes en cuanto a su origen, encuentra su núcleo configurador en la fe cristiana, vivida en la liturgia de la Iglesia y en las prácticas paralitúrgicas, unas reconocidas oficialmente y otras surgidas del acerbo cultural y espiritual de cada pueblo.
En efecto, algunas manifestaciones de la religiosidad popular pueden estar, de hecho, impregnadas de elementos equívocos de la religiosidad cósmica o natural o contener aspectos ambiguos y extraños al culto cristiano, procedentes de creencias precristianas. Sin embargo, esto no justifica que se desprecien las expresiones populares de la fe o se la reduzca a mera expresión de la cultura o de la psicología de un pueblo o grupo étnico.
Cuando hablamos de religiosidad popular nos referimos a una experiencia universal, en concreto a la dimensión religiosa que está presente en el corazón de toda persona, así como en la cultura de cada pueblo y en sus manifestaciones colectivas, que está siempre presente una dimensión religiosa. Todo pueblo, de hecho, tiende a expresar su visión total de la trascendencia y su concepción de la naturaleza, de la sociedad y de la historia, a través de mediaciones culturales, en una síntesis característica, de gran significado humano y espiritual. En este sentido la religiosidad popular no tiene relación, necesariamente, ni con la revelación cristiana y ni con la fe. Cuando la dimensión religiosa, como sucede en muchos lugares del mundo, se expresa con diversas formas de elementos cristianos, coexistiendo también reminiscencias, más o menos explícitas, de un pasado precristiano, da lugar a una especie de catolicismo popular con ciertos riesgos de sincretismo no fáciles de evaluar desde el punto de vista teológico.
A la religiosidad popular, que Martín Velasco llama “popularizada”, le asigna como características “la práctica religiosa”; “la frecuentación de ritos tenidos por obligatorios”; “la asistencia al culto con diferentes grados de asiduidad”, con “prácticas devocionales añadidas”. Dice de ella que tiene “una considerable densidad sacral” y que “abunda en toda clase de mediaciones: ritos, gestos, lugares, santuarios, ermitas, fiestas, personas mediadoras, santos, intercesores y sus correspondientes imágenes”.
Los peregrinos de hoy, continuadores de una constelación de hombres y mujeres de todos los tiempos, conti-núan creando cultura, formas de religiosidad y conciencia de una realidad viva, de la que el futuro está necesitado: la esperanza de una Europa solidaria, en una sociedad con alma cuya raíz y fundamento no puede eludir ni el hecho religioso ni la fe cristiana.
La peregrinación a un humilde solar de Compostela fue capaz de impulsar una sociedad nueva cimentada en la fe y en las tradiciones que hacían presente los orígenes de la evangelización. Los peregrinos corren tras los recuerdos y las memorias de un testigo, de un Apóstol, que transformaron a un mundo viejo para dar paso a un mundo nuevo en el que el hombre sacia su sed de infinitud e inmortalidad y su hambre de Dios. Recordar la historia de la peregrinación jacobea es seguir los pasos de la historia del occidente cristiano. Es una historia vinculada al ser del cristianismo, expresada en las diversas formas de religiosidad popular y vivencias íntimas de la persona humana. Por ello, la relación entre religiosidad popular y Camino de Santiago es profunda y configuradora del pasado y del futuro de nuestra fe y de nuestras culturas.
Los peregrinos de hoy, como los de ayer, están creando nuevas formas de vivir la fe y el intercambio cultural que, sin duda, abren nuevos horizontes a nuestro ser como pueblos de la vieja Europa. [SP]


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