Denomi-nación común a la gran mayoría de las entidades privadas que, sin ánimo de lucro, se dedican al cuidado, estudio y promoción de las Rutas Jacobeas y, en ciertos casos, a la atención hospitalaria de los peregrinos. La primera surgió en París en 1950. En España la pionera fue la asociación de Estella -Navarra- al pie del Camino Francés, nacida en 1962. Tras unos años de cierto estancamiento, fue en los ochenta cuando se multiplicó su número, en un proceso coincidente con el renacer contemporáneo del Camino de Santiago. En los años noventa el incremento fue aún mayor, apareciendo las primeras asociaciones en América. En la primera década del siglo XXI han surgido entidades de este tipo en todos los continentes.
En 2009 el número de asociaciones de amigos del Camino de Santiago alcanzaba casi las doscientas, según el registro de la Xunta de Galicia. Desde los inicios del siglo XXI funcionan entidades de este tipo en los cinco continentes. Fuera de España se conoce la actividad de unas 50.
La mayoría de estas entidades eligieron la denominación -siempre en sus respectivos idiomas- de asociación de amigos del Camino de Santiago de…
Sólo alguna utiliza términos como sociedad, confraternidad, etc. Varias se agrupan en organizaciones de coordinación, como es el caso de la mayoría de las españolas, que formaron en 1991 la Federación Española de Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago. Las asociaciones se diferencian de las cofradías de Santiago por el carácter laico y su activismo, muy importante en algunos casos, en el Camino.
Las asociaciones jacobeas fueron claves -y lo siguen siendo- en apartados como la investigación e identificación de las rutas históricas a Santiago, la creación y atención de los primeros refugios de peregrinos -años setenta y ochenta del siglo XX- la defensa y puesta en valor del patrimonio jacobeo y la información.
Antes de que el Camino de Santiago confirmara su renacimiento, promotores y miembros de las asociaciones pioneras se echaron al Camino e iniciaron las primeras identificaciones de trazados y procedieron a señalizarlos. Son famosas las flechas amarillas con las que Elías Valiña, cura de O Cebreiro, Galicia, y primer gran impulsor español del asociacionismo jacobeo, pintó diversos tramos del Camino Francés desde la primera mitad de los años ochenta.
En 1987 se celebró en Jaca, Huesca, al inicio del Camino Francés en España, el primer encuentro internacional de asociaciones jacobeas. Se acordó la creación de una coordinadora que a finales de 1993 se constituyó en la actual Federación Española de Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago.
En el encuentro de Jaca, las asociaciones tomaron acuerdos trascendentales para el futuro. La creación de la credencial del peregrino, que acabaría siendo distribuida y gestionada por la Iglesia, fue uno de ellos. Reclamaron también una red de albergues para peregrinos con el apoyo de las distintas administraciones, lo que se haría realidad en los noventa. Hasta principios de esa década habían sido estas asociaciones, las organizaciones religiosas y ciertos particulares los responsables de la atención a los nuevos peregrinos en ruta. Relevante fue asimismo la creación de la revista Peregrino, medio referencial de la cultura jacobea moderna que pronto se convirtió en nexo de unión, debate e información de estas entidades en España.
En el extranjero, la labor de las asociaciones también resultó decisiva. A finales de los ochenta había entidades jacobeas en Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Holanda y, algo después, en Portugal. Como en España, su labor investigadora, difusora y asistencial sobresale como la principal aportación al patrimonio jacobeo moderno en sus respectivos países. A España no sólo trajeron peregrinos. También crearon y mantienen con su trabajo voluntario y aportaciones varios albergues de peregrinos.
Casi todas ellas editan publicaciones jacobeas. Algunas desaparecieron con el tiempo, pero otras han logrado afianzarse y convertirse en fuentes de referencia. Es el caso, entre otras, de las revistas Compostelle y Compostella, surgidas ambas en 1988, aunque la primera iniciaba ya su segunda etapa, tras la vivida a principios de los sesenta. Las promovieron, respectivamente, las asociaciones jacobeas de París y Perugia, Italia.
Elaboraron y editaron en varios casos libros con contenidos científicos y divulgativos muy diversos. La difusión que desde los años cincuenta logró el libro V del Codex Calixtinus (s. XII), la considerada primera guía del Camino Francés, se debió en gran medida al trabajo continuado y entusiasta de estas entidades, sobre todo en el extranjero. Fueron también las asociaciones -dejando a un lado algún ensayo anterior- las primeras responsables, en los años ochenta, de la elaboración de guías prácticas para los peregrinos. Varias de ellas -tanto en España como en el extranjero- promovieron centros de estudios jacobeos, que se convirtieron en ejemplos a seguir en la materia. A esto hubo que unir una labor de información constante y abnegada a los peregrinos de cualquier origen. En todos estos aspectos mantienen la relevancia -incrementada en muchos casos- del pasado. En los inicios del siglo XXI las asociaciones jacobeas siguen siendo claves en el renacimiento contemporáneo del Camino de Santiago en los ámbitos más sensibles e inmutables. Su defensa -unas veces callada y otras abierta y reivindicativa- de un Camino de Santiago que preserve sus valores históricos, tanto territoriales como espirituales e intelectuales, ha sido hasta ahora, con diversidad de matices, la más clara y contrastada.
En 1950, con la creación en París, Francia, de la Société Française des Amis de Saint Jacques de Compostelle comenzaba el desarrollo en Europa de un asociacionismo jacobeo tan dinámico como sorprendente. Esta sociedad promueve las primeras exposiciones jacobeas con sentido científico de la historia, como la celebrada en París en 1954. Tomará una iniciativa semejante en 1965, aunque para entonces también nacen en España las primeras propuestas en tal sentido. Su dinamismo, ejemplo para otras asociaciones que iban a venir, abarcará tanto la investigación como la hospitalidad y las más diversas tareas divulgativas e informativas. En los ochenta el latente estado de renacimiento jacobeo sale a la superficie en Italia, Alemania, Reino Unido, Holanda y Bélgica. En Francia, mientras tanto, se extienden las entidades jacobeas por gran parte del país, promoviendo la señalización de itinerarios, elaborando guías, etc. Colabora en ello la Federation Française de Randonnée [senderismo] Pédestre.
Italia será el segundo país donde se consolide el asociacionismo jacobeo, que brota a principios de los ochenta, extendiéndose en la década siguiente. En 1981 y 1982 nacen dos entidades cruciales: la Confraternita di San Jacopo di Compostella y el Centro Italiano di Studi Compostellani. La primera con fines hospitalarios, de difusión y espirituales, y la segunda, para fomentar la investigación y las publicaciones jacobeas en Italia.
Alemania será el tercer país en desarrollar una intensa y fructífera actividad en este campo. Nacen varias entidades, destacando el trabajo de la Sociedad Alemana de Santiago, que promueve todo tipo de actividades, entre las que está la identificación y localización de rutas y vestigios jacobeos a lo largo del país.
Holanda y Bélgica también contarán con las primeras asociaciones en los ochenta. En los noventa se unirán otros países, como Portugal, con entidades muy activas, sobre todo en el norte. En esta década y principios del siglo XXI el asociacionismo llega a América -Brasil, Argentina, México, Estados Unidos, Canadá, etc.- Asia, Oceanía y África -Sudáfrica-.
Un dato revelador de la actividad constante de estas entidades: hasta finales de la primera década del siglo XXI llegaron a editar unas cien revistas y boletines periódicos. Combinan la información sobre sus actividades, con la divulgación y la investigación.
Tras las experiencias pioneras de Francia -años cincuenta- y España -Estella, años sesenta- en la primera mitad de los años ochenta surgen una serie de asociaciones que en un primer momento se localizan en el ámbito territorial del Camino Francés, con sede en varias de sus ciudades y localidades.
En los noventa este fenómeno se extenderá por el resto de España, sobre todo tras la celebración del Jubileo de 1993 y el éxito de difusión del Camino de Santiago en ese año clave. Van a ser asociaciones casi siempre muy abiertas en el sentido espiritual -algunas dan cabida a agnósticos y ateos declarados- mas defensoras del sentido primigenio del Camino, tanto en su consideración mítico-simbólica como histórica. Aceptan la modernidad y nuevos trazados para nuevas Rutas Jacobeas pero reclaman la pervivencia de sus huellas, tanto las del pasado como las del presente.
A finales del 2009 había en España casi cien entidades jacobeas, con representación en todas las comunidades autónomas y gran parte de las provincias.
En Galicia la entidad pionera en la defensa y promoción del Camino de Santiago fue, a finales de los setenta, la asociación Amigos de los Pazos, con un papel muy relevante en los primeros reconocimientos institucionales europeos. También comienza su actividad una entidad para la promoción de la Ruta de Arousa y el Río Ulla, que difunde como el itinerario seguido por el barco del Apóstol cuando, según la tradición, sus restos llegaron a Galicia.
Las entidades del Camino surgen a principios de los noventa con la Asociación Gallega de Amigos del Camino de Santiago (1992), de una intensa trayectoria. Es la única de la comunidad cuyo objetivo se centra en la totalidad de los Caminos. En los noventa también aparecen entidades defensoras y promotoras de cada una de las rutas gallegas.
En Galicia nació en 1992 la única entidad periodística dedicada a la promoción del mundo jacobeo, la Asociación de Periodistas y Estudios del Camino de Santiago.
Las asociaciones de amigos del Camino, cuyo papel no siempre ha sido bien reconocido por las Administraciones públicas y la propia Iglesia, han resultado y siguen resultando claves para el estímulo de la peregrinación por las Rutas Jacobeas. El trabajo desinteresado y constante que realizan -delimitación, información, investigación, protección, atención de albergues y hospitales, difusión, etc.- en todo el mundo sigue siendo la mejor garantía para el futuro del Camino y la prueba más inmediata de su vitalidad y atractivo. La crisis de estas asociaciones sería también, sin duda, la del Camino de Santiago contemporáneo. [MR]
V. Federación Española de Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago.