Dióscuros, los
Así se conoce a los hermanos Cástor y Pólux, dos héroes de la mitología griega que se profesaban un gran amor y a quienes Zeus / Júpiter colocó entre los astros formando sendas constelaciones. El historiador español Américo Castro propuso que el culto compostelano a Santiago surgiría en sustitución de otro pagano profesado a los Dióscuros.
La propuesta se fundamentaría en el hecho de que Júpiter, progenitor de Pólux y padre adoptivo de Cástor, es el dios del rayo y los truenos. Es sabido que el Nuevo Testamento cita a los hermanos Santiago el Mayor y San Juan Evangelista como “hijos del Trueno” -Boanerges- por su vehemente carácter. De esta relación sería consciente la ciudad compostelana e incluso debía de ser tolerada por el clero, ya que el peregrino austriaco Christoph Gunzinger, que asiste a las fiestas del 25 de julio de 1654, señala que por la tarde hubo un gran desfile en el que muchos se habían vestido de “señores del firmamento como el Sol, la Luna, Mercurio, etc., como Júpiter armado con su rayo, el cual representaba convincentemente a Santiago como Boanerges, ‘hijo del Trueno’”.
Otra coincidencia apuntada por Américo Castro es que Cástor y Pólux son representados cabalgando sobre blancos corceles blandiendo una lanza o espada, exactamente igual que sucede con Santiago en su versión caballeresca más pura.
Hay una tercera coincidencia: los Dióscuros, a quienes Júpiter colocó en el firmamento como brillantes constelaciones, se representan con sendas estrellas en su vestimenta, el mismo símbolo con el que la iconografía muestra el descubrimiento del sepulcro de Santiago (s. IX), cuyo camino se vincula a su vez con la Vía Láctea, de la que forman parte las constelaciones de los dos hermanos de la mitología.
La teoría de los Dióscuros ya la había planteado en los años veinte la historiadora norteamericana Georgiana Goddard King, autora, en inglés, de uno de los primeros libros modernos sobre el Camino de Santiago. Sin embargo, otros historiadores la rechazan con contundencia. Sánchez Albornoz lo hace asegurando que el culto a los Dióscuros fue mínimo en España y, en contra de la opinión de Castro, afirma que no hay pruebas de su presencia en Galicia. Díaz y Díaz no le concede el menor valor y la define como una “peregrina hipótesis”. [MR]