Población de 24.000 habitantes (75 m) en la Vía Francígena, en la provincia de Parma, Italia. A 1.996 km de Santiago y a 560 de Roma. Es citada como XXXVI Sce Domnine en el itinerario de Sigerico, y como Domnaborg en el de Nicolás de Munkathvera. Su nombre original, que conservó hasta 1927, era el de Borgo San Donnino, en referencia a un santo que allí fue martirizado en tiempos del emperador Maximiano, en el año 291; encima de la tumba del mártir (custodiada en la cripta) se construyó, entre los siglos XII y XIII, el duomo [catedral]. Donnino es protector de los viandantes, que se dirigían a él especialmente para que los salvaguardara de los peligros relacionados con el paso de los cursos de agua (como San Cristóbal).
Uno de los milagros más famosos, descrito en una escultura en la fachada del duomo, ocurrió como consecuencia del derrumbe del puente sobre el río Stirone, que pasa por Fidenza. El santo era invocado también como taumaturgo, contra la hidrofobia y las mordeduras de animales rabiosos y venenosos.
El duomo es una de las iglesias en estilo románico-lombardo mejor conservadas de los siglos XI a XIII en el norte de Italia. La parte superior de la fachada está incompleta, pero la inferior, con sus tres portales y esculturas, es un buen ejemplo de arte románico, incluyendo dos estatuas de Benedetto Antelami y bajorrelieves con las historias de San Donnino. El interior es simple y bien proporcionado, y no ha sido afectado por restauraciones. Todas las esculturas de la fachada son dignas de admiración y un mensaje integral para los romeros: hay representaciones de dos familias de peregrinos, y es muy famosa la estatua del apóstol Pedro, cuyos dedos apuntan en dirección a la ciudad de Roma y tiene una filacteria en la mano con la leyenda “Simon Apostolus eundi Roma sanctus demonstrat hanc viam” [El apóstol Simón indica que esta es la vía para ir a Roma], que es una de las primeras señales de indicación de dirección del mundo; en la base de los campanarios se encuentran bajorrelieves de los Magos y de los peregrinos.
La tradición cuenta que cuando la luz del sol, por la mañana, se filtraba iluminando estas últimas figuras, era la señal para los peregrinos de que había llegado la hora de ponerse en marcha. [CP]