Este país, en el extremo oriental de Asia, es el que ha mantenido una relación más fluida con la cultura jacobea de todo el continente asiático. Es una relación reciente, consolidada en los años noventa del siglo XX gracias al interés del pueblo japonés por los destinos con contenido trascendente y, por supuesto, gracias también al alto nivel de vida del país. Fueron los primeros asiáticos contemporáneos en llegar al Camino de Santiago -los pioneros lo hicieron en los ochenta-, y en los años noventa y principios del siglo XXI se sitúan como el país asiático con mayor presencia. En 2007 los superaron los peregrinos coreanos, en una tendencia que se incrementaría en 2009. El número de japoneses ha seguido creciendo, pero de forma sostenida -más de 500 obtuvieron la compostela en 2009, según los datos de la Oficina del Peregrino de Santiago-, en tanto que los coreanos, los más recientes y entusiastas descubridores del Camino, han aumentado en cifras que desde 2005 se duplican, como mínimo, cada año, al menos hasta 2008.
Uno de los grandes pioneros japoneses fue el escultor Ikeda Munehiro, quien llegó al Camino Francés en 1983 y volvió varias veces más durante los doce años siguientes. El fruto de esta prolongada e intensa experiencia fue el primer libro en japonés sobre la Ruta Jacobea, ilustrado con dibujos del propio artista desde los montes Pirineos hasta Santiago. Se titula El Camino de Santiago en España y se publicó en este país en edición bilingüe español-japonés con motivo del Año Santo de 1999. En 2000 llegó otra recordada peregrinación nipona a través del Camino Francés. La promovieron un grupo de personas de varias creencias religiosas que realizaron juntas sus rezos y celebraciones.
En 2008 nació la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Japón. Con sede en Tokio, entre sus objetivos están los de ampliar la información disponible en japonés sobre el Camino, fomentar mecanismos que hagan de la peregrinación un itinerario con punto de partida en Japón, etc. La promovió la peregrina nipona Tomoko Morioka.
La presencia nipona en el Camino de Santiago lo confirma como un itinerario de unión entre culturas y personas, algo entendido por un pueblo como el japonés, que vive la religión con un sentido abierto, fundamentada en el sincretismo nacido del encuentro entre el sintoísmo y el budismo. Este sentido espiritual no traumático y de contacto con la naturaleza y sus manifestaciones ha sido percibido por los japoneses como un gran atractivo del Camino de Santiago. Esto llevó en 1998 a hermanar esta ruta con el principal Camino japonés de peregrinación, el Kumano Kodo, de 370 km de longitud. Parte de las ciudades de Kyoto y Osaka, y su meta se sitúa en la provincia de Wakayama -unos 600 km al sur de Tokio-, en una región montañosa que es, en gran medida, extremo oriental del mundo nipón antiguamente conocido, una ruta también, como la compostelana, de gentes y espíritus.
Los orígenes del Camino de Kumano son muy remotos, aunque el itinerario actual tiene una antigüedad de unos mil años. Abarca, como la Ruta Jacobea, varias vías de peregrinación que concluyen en tres templos en las montañas de Kumano. Discurre entre una naturaleza exuberante y sorprendente. Se ha considerado un ejemplo de fusión y relación entre distintas creencias religiosas, lo que unido a su gran patrimonio cultural llevó a que la Unesco lo declarase Patrimonio de la Humanidad en 2004. [MR]
V. Asia